La educación sexual en Mendoza, ¿una nueva oportunidad?

Sociedad

Unidiversidad

Publicado el 12 DE DICIEMBRE DE 2011

El Programa provincial de Salud reproductiva de Mendoza fue uno de los primeros en surgir en el país y desde su nacimiento ha tenido altibajos. A lo largo de su historia, la mayoría de los recursos que se le asignaron fueron destinados a la asistencia, a través de la provisión de métodos anticonceptivos. La menor porción siempre fue destinada a la promoción y educación, tomando en muchos casos  el rol de capacitación a docentes que debía encarar la cartera educativa. Miles de profesionales del ámbito de la salud  de toda la provincia (médicos/as, enfermeros/as, trabajadoras sociales, obstétricas, promotores/as de salud, agentes sanitarios/as) se formaron gracias a la gestión del programa provincial de salud reproductiva a través de educadores sexuales, en su mayoría provenientes del CEPAS (Centro de Educación, Pareja y Asistencia a la Sexualidad). Hoy esta formación se respalda mucho en el programa Nacional de Salud Reproductiva y Procreación Responsable que brinda aportes fundamentales, en materia de capacitación para la equidad y en casos de personas con enfermedades como la infección por VIH. En lo que a asistencia se refiere, rara vez el programa ha pasado por importantes carencias de insumos médicos y poco a poco, las parejas y las mujeres de Mendoza fueron adaptándose a la idea de que pueden contar con métodos anticonceptivos gratuitos.  Sin embargo, a mi entender sigue siendo un problema difícil de resolver la existencia de profesionales que, sin reconocer abiertamente su enemistad con la anticoncepción no natural, boicotean los esfuerzos de este programa. Blanquear cada vez más esta situación es un desafío. El otro gran desafío es la articulación real y estrecha con las escuelas donde debería estarse brindando la educación sexual que exige la ley nacional. Como lamentablemente este último programa en Mendoza, por motivos ideológicos, ha sido más discursivo que real, hay un gran divorcio ente los centros de salud y las escuelas. Esta realidad sólo es distinta cuando el esfuerzo y la voluntad de docentes comprometidos y profesionales de la salud interesados en la educación, se encuentran y gestan acciones exitosas. Pero estas son excepciones. Desde mi perspectiva, el hecho de que quien fue Viceministra de  Educación de la Nación, hoy sea la Directora General de Escuelas, abre la gran esperanza de que por fin la educación sexual real y en consonancia con el Programa creado a nivel nacional se concrete responsablemente en Mendoza. De ser así, el pionero programa de salud reproductiva tendrá aliados fundamentales en el ámbito educativo y viceversa, para que cada vez haya menos adolescentes embarazadas, padres abandónicos y una verdadera salud sexual y reproductiva.