"El lenguaje está contaminado por la cultura de masas"

En el marco de la charla sobre "Antropología de la Literatura" el escritor y antropólogo Adolfo Colombres conversó con NuDigital sobre su percepción de la literatura en los tiempos que corren.

"El lenguaje está contaminado por la cultura de masas"

Foto: Axel Lloret

Sociedad

Unidiversidad

Juan Manuel Lucero Díaz

Publicado el 07 DE SEPTIEMBRE DE 2011

Adolfo Colombres es abogado de profesión, narrador y ensayista por elección. Realizó diversos estudios en Filosofía, Literatura y Antropología. Con una muy nutrida obra literaria de más de 15 publicaciones, además de obras infantiles, antologías y una reconocida y premiada obra antropológica, Colombres es todo un referente en temas antropológicos y literarios.

El profesor contó detalles sobre su más reciente obra "El callejón del silencio", en tanto aseguró que "es producto de explorar toda la relación entre la realidad y la ficción. Cómo se complementan. Es una novela dentro de otra novela". Se trata de una obra donde un escritor va relacionando su entorno con una novela que escribe y creando personajes a partir de las personas que conoce y las relaciones que con ellas entabla.

El autor asegura que en toda obra literaria se encuentra un anclaje de la realidad del escritor. Puntualmente en esta obra "se multiplican varios mundos, varios de mis mundos narrativos. Por eso tiene algo que ver el noroeste, Tucumán, Salta, la Puna jujeña; una parte de la Patagonia en otro de los viajes; también el viaje al África, sobre un mundo que ya describí en otras novelas. Sobre todo Buenos Aires, que muy pocas cosas tenía escritas sobre Buenos Aires, en este caso hay climas, los climas más intelectuales son de Buenos Aires".

En cuanto a la finalización de la primer década del siglo XXI, el antropólogo reflexionó "el tema es complicado sobre todo porque el mundo de la lectura y la literatura es un mundo regido por la lentitud. Mientras que hoy en día hay todo un vértigo, lo mediático, los mensajes de texto, que le exigen a uno respuestas inmediatas, que van quitando todo el tiempo para la reflexión, e incluso para la percepción; yo veo en Buenos Aires a la gente joven a la que no se le puede preguntar gran cosa porque están con los oídos tapados por el MP3 ó el MP4 y con los ojos puestos en el celular, esperando las señales del mundo ahí. Yo estoy esperando las señales del mundo exterior, voy mirando los pájaros, la gente, escuchando a mi alrededor; soy un mirón. Un escritor no tiene que ser sólo un mirón, sino alguien que se asombra. La flor te puede parecer algo maravilloso, hay que admirarse".



Adolfo reforzó su idea destacando que la función del arte según decía Guimarães Rosa "es enseñar al hombre a maravillarse de la vida". Y diferenció su obra antropológica de la literaria "el antropólogo observa cosas para estudiar. Yo, como novelista no lo hago para estudiar, lo hago para sentir. Forma parte del mecanismo de construcción de significado". Más allá de esta vorágine del presente, Colombres se alivia de ver que aún hay jóvenes muy despiertos que no entran en la velocidad del sistema y el bombardeo de la cultura de masas.

Aún así destacó que es un tema propio del sistema económico "primero que la vida obliga a los jóvenes a trabajar mucho para poder subsistir, se ha vuelto salvaje en ese sentido; lo que vale un departamento, lo que vale cualquier cosa. El poco tiempo libre que podrían dedicar a cualquier otra cosa como el arte, o mejorarse a sí mismos como seres humanos, etc. Ese tiempo está interferido, la facilidad de la comunicación a la larga termina destruyendo la misma comunicación".

En este contexto hay una literatura del siglo XXI, la que colombres asegura "hay un tipo de literatura anclada en esta realidad vertiginosa. Ya en el año ’60 George Steiner con un libro que publicó hablaba de cómo el lenguaje se iba corrompiendo, cada vez había menos palabras, las palabras están corrompidas o contaminadas. Hasta en el lenguaje del amor se ve contaminado por la circulación de la mercancía y la cuestión mediática etc. El lenguaje se ha reducido muchísimo, está contaminado. Es una situación seria. Yo me pregunto si es posible un homo sapiens así, como menos de 1000 palabras, encima contaminadas".

Por último el escritor aseguró que el secreto está en ampliar y defender el buen uso del lenguaje. y concluyó "las palabras de uso más frecuente son banalizadas por un mal uso en situaciones en las que no corresponden. Y te vas quedando sin lenguaje, sin palabras que tengan todavía cierto poder cristalino, cierta fuerza comunicativa real. Entrás en el baile de las mercancías".