Argentina, ante una gran oportunidad

El autor es senador nacional de Mendoza por el Frente Cambiemos. Fue gobernador y vicepresidente.

Argentina, ante una gran oportunidad

Sociedad

Cumbre del G20

Otras Miradas

Julio Cobos

Publicado el 27 DE NOVIEMBRE DE 2018

En 1999 surgió el llamado “Grupo de los 20” (G-20) en un intento de reconocimiento a los principales países emergentes que no estaban adecuadamente representados en los organismos financieros internacionales; para promover la discusión y el estudio del sistema financiero internacional y la promoción de la cooperación para un mayor crecimiento sustentable.

El Grupo de los seis (G6) de 1975, devenido en G7 al año siguiente (con la llegada de Canadá), finalmente en G8 en 1997 (tras el ingreso de Rusia), se transformó en G20 en 1999, mostrando así como el círculo de los países más ricos y poderosos fue perdiendo peso y legitimidad, ya que se había vuelto muy reducido y demasiado occidental. El único representante de Asia era Japón, mientras que América Latina, África y Oceanía carecían de representación.

Comenzó a crearse un progresivo clima de inestabilidad del Sistema Monetario Internacional, que se manifestaba en recurrentes crisis financieras en los principales países emergentes (México 1995, Sudeste asiático 1997, Rusia 1998 y Brasil 1999) con un efecto contagio que rápidamente se extendió a otros mercados, lo cual va a reconocer la necesidad de generar un foro de intercambio entre los principales países desarrollados y los países en desarrollo.

El balance regional y la importancia de la representatividad en la economía mundial fueron los principios rectores a la hora de elegir qué países debían formar parte de éste nuevo foro. La tarea no fue sencilla debido a la necesidad de encontrar un equilibrio entre el número de países necesarios para que el G-20 fuera legítimo y a su vez, que no se paralizase el diálogo y la discusión por contener un número excesivo de miembros.

A los países desarrollados miembros del G8 (Canadá, Francia, Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Japón, Alemania y Rusia) se les sumó Australia. A su vez, Asia pasaría a tener mayor representación con la inclusión de China, Corea del Sur, India, Turquía, Indonesia y Arabia Saudita. Por último, se incorporó a los países más grandes de América Latina (Brasil, México y Argentina) y a Sudáfrica como único representante de África. En conjunto, estos países representan el 85% del PBI, el 75% del comercio y los dos tercios de la población del mundo.

Implicancia para Argentina y la Región

La cumbre que por primera vez se realizará en Sudamérica representa una oportunidad sin antecedentes para nuestro país y para la región, Argentina podrá junto a México, Brasil y Chile (invitado especial de Argentina), afinar estrategias comunes dentro del G-20. Nuestro país tendrá la difícil función de articular posiciones en torno a aspectos comunes como el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo y un futuro alimentario sostenible.

Quien ejerce la presidencia del grupo de los 20 tiene un desafío doble. Por un lado, los ojos del mundo se detienen en su país a lo largo del año recibiendo visitas que van desde la llegadas de Ministros de Educación a Mendoza a Parlamentarios del Mundo en el Congreso por el P-20. La llegada de dirigentes de gran envergadura podría crear más oportunidades para el comercio, las inversiones y el turismo. Por el otro lado, la presidencia tiene la capacidad de influir de forma significativa en la agenda de los temas que hacen al debate de una mesa que tiene 20 sillas y son los 20 jefes de Estado de las 20 principales economías del planeta.

Argentina puede tener un rol clave en lo que respecta al debate del futuro del empleo con la educación adecuada, es decir que la gente esté preparada para los cambios que se vienen con la revolución digital. También el desarrollo sustentable, las cuestiones vinculadas al financiamiento de infraestructura y los temas de género.

El potencial fortalecimiento institucional que se desprenda de los compromisos que asuma el G-20 y su implementación interna, puede otorgar mayor estabilidad a la gobernanza internacional en un mundo con incertidumbres crecientes, de progresiva interdependencia y merma en las fronteras nacionales de los tradicionales “Estado Nación”. En este punto, el G-20 debe prevalecer y perdurar, trabajando para lograr una mejor gobernanza global, más inclusiva, que se muestre atenta a los distintos consejos de sus miembros, para así poder coordinar distintas políticas macroeconómicas para dar respuesta a problemáticas que exceden a las jurisdicciones nacionales, desde la lucha contra el narcotráfico, al Ciberdelito, el impacto del cambio climático y la intensificación de los flujos migratorios.

Porque como decía Ortega y Gasset “el mundo es la suma total de nuestras posibilidades vitales”, y los distintos líderes tendrán la oportunidad de poner en marcha un plan para adaptar las políticas y las instituciones al mundo que se avecina.