Casa tomada

La partida de Cortázar.

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Los Andes publicó el 17 de octubre de 1945 una nota en la que Julio Cortázar aparece como parte del Consejo Superior de la UNCUYO.

Facultad de Filosofía y Letras

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Nahir Saua, becaria de Prensa de la Facultad de Filosofía y Letras

Publicado el 10 DE AGOSTO DE 2016

Julio Cortázar se mudó a Mendoza en 1944 porque consiguió un puesto como profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Al llegar, la provincia lo deslumbró y se asombró de la universidad que le abría las puertas.

"¡Los mendocinos me han sorprendido! La Facultad tiene un club universitario hermosamente decorado. […] Hay allí bar, discoteca con abundante "boggie-woogie", banderines de todas las universidades de América, y tanto profesores como alumnos van allá a charlar, seguir una clase inconclusa, beber e incluso bailar. ¿Cree usted posible eso en Mendoza? A mí me pareció, cuando me llevaron que entraba en Harvard, o Cornell; todo menos aquí". Carta de Cortázar a Mercedes Arias, 29 de julio de 1944.

Pero un año más tarde, las irregularidades y los entreveros políticos internos desmotivaron a Cortázar y polarizaron sus sentimientos. En su carta a Lucienne de Duprat, del 24 de septiembre de 1944, escribió: “ […] hay espantosas rencillas entre profesores, y la vida intelectual no tiene la hondura que podría esperarse”.

Estas “rencillas” se transformaron en disputas políticas. Cortázar, como docente comprometido y liberal, se vio envuelto en ellas. Se identificó con la corriente democrática porque vio en ella un medio para asegurar la autarquía y la modernización de la Facultad.

Jaime Correas, autor del libro Cortázar en Mendoza, opina que a pesar de que Cortázar haya negado haber tenido participación política en su juventud, siempre se comprometió con causas políticas. Correas sostiene esta conjetura en su libro y en la entrevista resume: “Él se metió claramente en política. Intervino en el Consejo de la Facultad y en la elección para el Consejo Superior en un momento turbulento que termina con la toma de la Universidad”.

En octubre de 1945, estudiantes y docentes tomaron la UNCUYO como modo de resistencia contra el ascenso de Perón y en defensa de la autarquía universitaria. Julio Cortázar, con cinco colegas y cincuenta alumnos, participó de esta protesta al encerrarse en la Facultad de Filosofía y Letras durante cinco días, hasta que los agentes policiales los sacaron a la fuerza.

Luego de luchar por sus ideales, con la asunción de Perón, muchos de los docentes con los que simpatizaba políticamente pactaron y se acomodaron a la nueva realidad. En su carta a De Duprat, del 16 de diciembre de 1945, escribió: “En Mendoza he visto hombres que se insultaban en los diarios –en los días de la contienda electoral universitaria– y que una semana más tarde se encontraban en la sala de profesores y se saludaban con una frescura asombrosa”.

Correas insiste en que el peronismo fue una divisoria de aguas que obligaba a elegir un bando u otro, y Cortázar “no se podría haber volcado al peronismo y tampoco acordaba mucho con el antiperonismo”. Al no poder elegir entre dos posiciones, se quedó sin espacio. Incluso, “a él no le gustaba alinearse. Lo muestra en su literatura. Yo creo que fue siempre un hombre muy íntegro, que las resoluciones políticas que tomó las tomó desde una posición muy honesta y por eso le fue muy mal".

Miriam di Gerónimo, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, aclara que para Cortázar, ganaran los unos o los otros, irse era inevitable. El "quedarse sin espacio" por una realidad política a la que no quería doblegarse obligó a Cortázar a dejar la Facultad que había sentido como su hogar, mecánica de Casa tomada que se había presentado en Chivilcoy, y que desembocaría en su exilio voluntario.