Colegas y amigos

Los mendocinos en la vida de Cortázar.

Colegas y amigos

Sergio Sergi, Susana Hocevar y Julio Cortázar en Potrerillos, 1973.

Facultad de Filosofía y Letras

Especial Cortázar

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Nahir Saua, becaria de Prensa de la Facultad de Filosofía y Letras

Publicado el 09 DE AGOSTO DE 2016

Julio Cortázar vivió en Mendoza por un año, de 1944 a 1945, período breve pero suficiente para hacer amigos para toda la vida. Como profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, pudo conocer personalidades de renombre internacional, como a los filólogos Joan Corominas y Fernando Ireneo Cruz. Con el primero compartió mesas de exámenes y, probablemente, interesantes conversaciones, mientras que su relación con el segundo fue más estrecha por su interés común por lo clásico y por el poeta Elio Pagliarani.

Desarrolló, además, simpatía con alumnos, como Dolly Lucero y Emilia de Zuleta, una intelectual destacada de la cultura mendocina, con las que intercambió cartas al dejar la provincia. Con Enrique Zuleta, esposo de Emilia, disfrutó tardes escuchando jazz en el club universitario.

La profesora de la Facultad de Filosofía y Letras Miriam di Gerónimo, creadora de la Cátedra Libre Julio Cortázar, describe el ambiente universitario que rodeaba al escritor en su vida íntima como una confraternidad en la que se sentía a gusto.

La conexión de los edificios de la Facultad de Filosofía y Letras y de la de Arte le permitió conocer a Alberto Dáneo y al distinguido artista plástico Sergio Sergi (Sergio Hocévar), quien sería un amigo incondicional hasta sus últimos días. Jaime Correas, autor de Cortázar en Mendoza, intuye que Cortázar vio en Sergi a un artista genuino y digno de admiración. El escritor se mudó a la calle Martínez de Rozas para estar cerca de él, que vivía en la calle Roca. Sergio Hocévar, personalidad de la vida de Cortázar antes olvidada por las biografías, gracias a la investigación de Correas pasa a formar parte del gran mosaico de los estudios cortazarianos.

El investigador obtuvo por gentileza de la familia de Sergi un valioso volumen de cartas entre Cortázar y el artista que hoy en día forman parte de los tomos de correspondencias recopiladas y publicados por Aurora Bernárdez (a quien Correa le envió el material).

Cortázar volvió a la provincia en el año 1973 para visitar a sus seres queridos, lo cual le permitió encontrarse con su estimado amigo antes de que el artista falleciera. Dentro de los afectos del escritor se encuentra nada más y nada menos que la provincia de Mendoza, a la cual, en una carta abierta publicada en el diario Los Andes en 1973, le expresa su cariño como a una fiel amiga:

"Y te busqué, Mendoza, porque te quiero desde muy lejanos tiempos, desde una juventud que se niega a morir en vos y en mí ahora que nos encontramos otra vez, como si veintiocho años no hubieran pasado por tus calles o mi cara. Y sos la de siempre, me das otra vez el rumor del agua en la noche, el perfume de tus plazas profundas. Para un viajero del mundo que siempre llevó consigo a su Argentina y trató de decírselo con libros, qué recompensa me das hoy, Mendoza, puerta de mi casa, amiga fiel que me sonríe".

El joven profesor vino a la provincia sin grandes pretensiones y se llevó consigo la calidez de nuevos amigos y los recuerdos de una ciudad en flor. Mendoza, desde entonces, guarda en su memoria el paso de aquel escritor amigo capaz de oír el rumor de sus acequias y de llamarla “casa”.