De bengalas, fútbol y rock

NU Digital elaboró un informe consultando a distintos referentes que, de una manera u otra, andan por los caminos del rock y el futbol. Graciela Cousinet, Marcelo Padilla, Cristian Gambetta, Walter Gazzo, Yoyo Sevilla y Canario Vilariño de Chancho Va, dieron su opinión sobre este tema. 

De bengalas, fútbol y rock

Foto: Web

Sociedad

Unidiversidad

Juan Manuel Lucero Díaz y Analía Martín.

Publicado el 18 DE MAYO DE 2011

El 30 de diciembre del 2004, en la localidad de Once en Buenos Aires, se originó un incendio en el boliche Cromagnon. El fuego comenzó cuando uno de los jóvenes que asistieron a un recital prendió una bengala que quemó el techo y desató una catástrofe que se extinguió junto a 194 vidas entre los que se encontraban niños/as de 4 a 10 años de edad.

El 30 de abril del 2011, en el Autódromo Roberto Mouras de La Plata,  durante el recital de La Renga, Miguel Ramírez, de 30 años de edad y padre de dos hijas pequeñas, perdió la vida cuando una bengala naval impactó en su nuca. La bengala fue encontrada en el campo por Iván Fontán, autor material de la muerte de Ramírez. “Y lo de cobarde que se lo metan en el culo. Aguante La Richieri yo no quiero amistad con La Renga. Esta todo bien igual que sea lo más leve para todos. Ese pogo es un verdadero canibalismo galáctico del que yo fui parte. La culpa la tuve yo”, confiesa Fontán en uno de los mensajes “La culpa la tuve yo, me hice canción.”

El jueves 9 de mayo del corriente año, cuando ya la muerte de Ramírez había alcanzado conocimiento público, al menos 15 hinchas de Vélez, durante el partido ante Banfield, encendían bengalas mientras que demás hinchas se protegían las cabezas.

Al día siguiente, en un colegio secundario de San Juan, un adolescente resultó herido con quemaduras leves cerca de los ojos producto de las chispas de una bengala que un compañero encendió a manera de festejo por el estreno de los nuevos buzos.

Ante esta andanada de hechos que parecen estar desconectados entre si, pero tienen como denominador común la inentendible costumbre de prender bengalas, NU Digital consultó a distintos referentes de la provincia para tratar de entender, analizar, pensar y reflexionar acerca de estas “muertes encendidas”, de la bengala en el rock, en el futbol.


Vamos las bandas. El power trío mendocino, Chancho Va, reflexionó como banda, respecto a lo ocurrido en el recital de La Renga.  Acerca de la utilización de las bengalas en los recitales, los músicos dicen que “son innecesarias, no hacen falta, es un ritual peligroso. Ya antes de este último episodio era preocupante. El mismo Chizzo (cantante de La Renga) estuvo pidiendo en varias oportunidades que no las utilizaran”, decían los músicos. “Es una pena que por negligencia de un espectador se lastime de gravedad y muera otro. Tenemos la sensación de que cualquier espacio de disfrute se transforma en un lugar de transgresión injustificada”. A esto Yoyo agrega que “hemos naturalizado la violencia cuando hay multitudes, también damos por hecho que en esos eventos así, es lógico que la gente esté fuera de sí, o en estados poco conscientes. Por eso, es importante que TODOS pensemos. Hay un problema de fondo, esto no mejora con más policía ni más seguridad, mejora con otra forma de entender las cosas y de ver al otro”. Y a manera de reflexión la banda dice “el ser humano en cualquier parte del mundo, aparentemente, necesita liberar sus emociones más violentas, es difícil entender que no podamos cuidar al prójimo. En los espectáculos masivos hay una tendencia a participar de una forma indebida -banderas, bengalas, cantos de guerra, insultos a otras bandas, a simpatizantes de otros equipos, etc. - sin reflexionar ni prevenir lo que pueda suceder en estos espacios”. Por su parte Canario reflexionaba en el hecho puntual de encender una bengala en un recital “creo que no hay una intención de hacer daño, es un ritual, en donde la gente se siente parte del show y cree que con ese humo, con los fuegos y el color aporta y se divierte. Una boludez atómica”.

Los músicos de Chancho Va hicieron un “parate” en el tratamiento mediático acerca de lo que ocurrió en el Estadio Único de La Plata, “es difícil calificar a los medios con éstos temas, las opiniones son muy divergentes y resulta complicado focalizar cuando hay una tragedia absurda”. A lo cual Canario agregaba “tengo la sensación que la gente quiere saber quién es el culpable y el tema de fondo se diluye en ese intento de condena”.



Los medios. Walter Gazzo, periodista con larga trayectoria en la cobertura de recitales, comenta que algunos entienden que la bengala forma parte del espectáculo “esos que no aceptaron nunca (tal vez porque no lo entendieron) que el espectáculo está arriba del escenario y no abajo. Pero, muchos de los que están arriba del escenario son tan pobres artísticamente que les convino que aparecieran estos personajes para tratar de darle más “onda” a sus shows”. Desde su experiencia en la cobertura de espectáculos de rock dice Gazzo que  “desde hace muchos años veo bengalas en los recitales. Desde mediados de los 90 sucede este fenómeno que puede ser particularmente interesante desde lo visual pero que no aporta nada al espectáculo. Más que una celebración o apoyo a la banda, siempre me pareció que la bengala servía para mostrarse de manera individual, como para decir “mirá el aguante que tengo con esta banda”. Antes de Cromagnon hubo algunas bandas que se manifestaron públicamente en contra del uso de bengalas, especialmente en lugares cerrados. Pero sus palabras no tuvieron contundencia y muchos no lo hacían porque no les interesaba. Después de la tragedia, todos comenzaron haciéndolo pero después muchos cayeron en el saco del olvido. Recuerdo a Las Pelotas y a Divididos parar sus shows porque algún estúpido encendió bengalas. Pero lo más fuerte en años, sin dudas, es esta suspensión del show del Indio. Creo que a partir de acá, se comenzará a escribir otra historia”.

 Es inevitable preguntar, ante tanto sin sentido y desgracias ¿Por qué la gente, aún después de Cromagnon, enciende bengalas en los recitales? “Por la ignorancia del público. Hay una generación –la que fue a la escuela secundaria en el menemismo - que es muy pobre culturalmente. Su educación fue muy mala, sus valores están trastocados y, lamentablemente, desconocen muchas cosas. Nunca entendieron que 194 pibes se murieron quemados por bengalas como las que ellos tienen en las manos. No es su culpa que no entiendan lo que pasa o pasó. Es mía, tuya, de todos los que no hicimos nada durante esos años nefastos para la educación, donde fue arrollada. Hoy estamos sintiendo ese impacto. Un pelotudo enciende una bengala a nuestro lado, algo que nos puede hacer daño, que nos puede matar, y nadie le dice nada. Es más, se lo festeja. Eso es resultado de la falta de educación”, dice Walter Gazzo. Pero la peligrosidad de una bengala no termina en un recital “una bengala en una cancha de fútbol también es peligrosa. Me encanta ir a la cancha y mucho más a la popular pero no me banco poner en peligro a mi hijo y que yo mismo esté en peligro por culpa de las bengalas. En los shows pasa lo mismo. Me genera una profunda tristeza ver que encienden una bengala en un recital porque significa que la muerte de 194 chicos (hoy tenemos que sumarle uno más) no llegó al corazón, no fue razonada, no fue entendida. Algunos pretendieron adueñarse del protagonismo y muchos le dieron la razón. Ahora es muy difícil sacarle ese rol. Sólo haciéndolo entre todos se logrará”.



El pogo del payaso asesino. Graciela Cousinet y Marcelo Padilla, ambos sociólogos interesados por el rock y el fútbol, hacen un análisis del por qué encender bengalas en recitales y partidos. “Desde los ’90 se van incorporando al rock ciertas actitudes o expresiones de cierta forma violentas como por ejemplo el pogo, pero esto es dentro de las costumbres normales. La violencia se ha dado generalmente afuera, contra la policía; esa ha sido una de las características del rock, el enfrentamiento con la policía. Pero en general los recitales internamente no han registrado violencia. El pogo no es una expresión de violencia contra otra persona, pero es violento en sí. Y con la bengala pasa igual. La bengala accidentalmente agrede a otro, no es que se lleven bengalas y estén dirigidas a herir o matar a alguien, lo que pasa es que tiene que ver con la espectacularidad”, decía Cousinet. Por su parte, el sociólogo y antropólogo Marcelo Padilla, habla del grade de responsabilidad que le toca a las organizaciones, o instituciones, a la hora de prevenir este tipo de accidentes, “en primer lugar, el uso de pirotecnia en los espectáculos como recitales de rock o en el futbol no es nuevo. Pasa que a partir de una tragedia masiva como la de cromañón el tema sale a la superficie y aparecen los peritajes que demuestran la inoperancia institucional para el control de estos elementos. Por otro lado, creo que ha ido cobrando mayor protagonismo el uso de las bengalas, tal vez como una especie de exceso en la celebración, en el gasto, en el hedonismo participativo. No es una participación real por parte del público, es más bien simbólica en tanto el uso de la pirotecnia celebra lo desmedido por pertenecer a un universo simbólico común donde hay que demostrarle al otro que uno es más fanático”.

La perseverancia en el uso de bengalas, aún después de las 195 muertes en Cromagnon y el fallecimiento de Miguel Ramírez en el recital de La Renga, son para Cousinet  “cosas que van perjudicando al rock porque mientras tanto, a la sociedad, el rock le aparece como violento y descontrolado. A su vez, creo que este tipo en este tipo de hechos, lo positivo está en la toma de medidas de control. Está bien que el rock tiene como característica fundamental la libertad, la posibilidad de expresión sin límite, pero indudablemente esto ha producido estos excesos que habría que tratar de controlar. Aunque creo que más que una cuestión de control externa creo que debería ser una cuestión de autocontrol. Es decir de evitar llevar bengalas o cualquier elemento que pueda ser peligroso para el resto de los espectadores”.  En este sentido, Marcelo Padilla piensa que “las tragedias no se asimilan tan rápido como uno cree, aunque la consecuencia mayor ha sido un golpe durísimo a la posibilidad de actuar en vivo de la mayoría de las bandas de rock del país. No hay lugares casi, y los que existen evitan espectáculos que puedan irse de las manos. Hay que sumarle a todo esto el exceso del discurso prohibicionista. El discurso luego de cromañón es ‘que muera el rock con sus muertos’”.

A manera de solución Padilla dice que hay que apuntar a la fabricación de bengalas. “Ahí es donde habría que ejecutar los mecanismos institucionales de control para que se cierren los lugares donde se produce. Y la venta por supuesto al minorista. Pienso en Valparaíso. El espectáculo de fin de año allí es ver la pirotecnia organizada desde el gobierno, pero no la usa la gente como aquí”.


Rock, fútbol y bengalas: una (in)sana costumbre argentina. Cristian Gambetta, rockero y organizador de varios festivales de rock de la provincia, también pasó por NU Digital para pensar en las bengalas, el rock y el fútbol. “Esto no es nuevo, absolutamente, y aunque te parezca mentira no es patria potestad del rock. Esto comienza con el fútbol, si rebuscas un poco en algún archivo musical vas a ver qué Spinetta (Luis Alberto) hace muchísimos años escribió una canción que se llamaba “La bengala perdida”. Esa bengala perdida de la canción había matado a un hincha en la cancha de River durante un partido de fútbol. Esa es la primera muerte por bengala; después sucede lo que lamentablemente pasó en Cromagnon, después tenemos estas repercusiones por lo que ha pasado tristemente con la Renga y en el ínterin en el fútbol siempre hubo bengalas. Aunque hayan hecho la bengala perdida, el público del fútbol no tomó conciencia, el público del rock había tomado conciencia hasta hace un par de años. Luego, al parecer las cosas se enfriaron y ocurre lo de Cromagnón; esto pasa porque el público del rock se ha “futbolizado”, ya no van fans a ver un espectáculo de rock, van hinchas del rock o hinchas de la banda. Muchos le echan la culpa de esto a que últimamente los espectáculos masivos de rock se vienen dando en estadios de fútbol; a mí me parece que no es así. Puede haber influido que uno iba a ver a “Los Redonditos (de Ricota)” o a Soda Stéreo o alguna banda internacional –por así decirlo- en una cancha de fútbol y como estaban en una cancha de fútbol sentían ganas de gritar, y esto es mentira, eso no es así, el fútbol y el rock ahora van de la mano, pero en su momento –hace muchos años atrás- no había nada más opuesto. Generalmente el rockero iba al arco, porque no le gustaba el fútbol, o éramos el gordo que iba al arco, porque no nos gustaba el fútbol.

En cuanto a la utilización de la bengala en recitales, Gambetta recordaba su último recital donde los fuegos artificiales estuvieron a cargo de la misma producción del artista. “El último que vi en una cancha de fútbol fue Paul Mc Cartney en el mes de noviembre de 2010, no hubo absolutamente ni un problema, ni un problema de nada; es más, hubo fuegos artificiales y no una bengala…diez mil fuegos artificiales tirados por el mismo Mc Cartney, por la producción para amenizar un tema y con las medidas de seguridad que correspondían. Pero en ese momento los fuegos artificiales se convirtieron en parte del espectáculo ofrecido por el propio artista. El público muchas veces también ha querido tomar cierto protagonismo tratando de hacer esas cosas, como diciéndole al artista “mirá como te sigo”, “mirá como te quiero”, “mirá como prendo una bengala y la llevo en mi corazón y esta bengala es por vos”. Muchas veces hemos tenido la noticia de que las bengalas han trascendido en los eventos de rock justamente por parte del mismo grupo, eso es terrible. Y si tenés un poquito de memoria, si la gente tiene un poco de memoria, cuando pasó la tragedia de Cormagnón: el recital de Callejeros decía en la vía pública dentro de una serie de eventos –auspiciados por la ciudad autónoma de Bs As- como el Festival de la Bengala. A mí me parece una locura, total y absolutamente que se incite a eso. Y Fijate que cosa extraña…El “Indio” Solari acaba de suspender su próximo concierto que era en Junín, el dice que en solidaridad con lo que ha pasado con Ramírez y lo demás…yo tengo otra lectura del tema: El Indio sabe que se prenden bengalas en sus recitales, se prendían bengalas en recitales de Los Redondos; en toques de los Redondos hubo que lamentar vidas humanas, fue terrible, desmanes, quilombos, o sea que el “Indio” sabe con lo que está peleando, y tiene miedo que pase algo. El tipo va tener que ser consecuente con lo que dice, se va a tener que bajar y se va a armar un quilombo 10 veces peor a que uno se muera por una bengala. Fijate vos, Solari, uno de los ejemplos de la autogestión, de la música de la autogestión acá en Argentina; los otros dos grupos de rock que tuvieron problemas con bengalas, son grupos autogestionados y trabajan como familia: Callejeros y La Renga.”

En cuanto a los responsables de éstas tragedias, Cristian Gambetta dice “yo siempre digo que la responsabilidad tiene 4 patas: el que controla y deja pasar la bengala, el que incita a tirar bengalas, el que tiró la bengala (el público, por llevar bengalas) y el otro gran responsable es el que arma todo esto para que tengamos el tema después de las grandes bengalas –el estado que no regula-. Y hay un culpable, el que tira la bengala. En el caso de Cromagnón no se sabe y yo creo que no se sabrá nunca quien es el culpable. Quizás fue una de las 194 vidas, entonces nunca se va a saber quién es; o si no se murió en el incendio, hubo un sobreviviente de Cromagnón que se suicidó; o es un tipo que todavía anda por ahí y callado la boca. Ahora, que haya salido el culpable hoy en lo de La Renga, va a mover mucho el avispero de Cormagnón y de hecho lo está haciendo…porque el culpable de lo de Ramírez salió y dijo “yo fui”, salió a poner el pecho a las balas. Mientras seguía habiendo bengalas y muertes en el fútbol”.

Aquí Gambetta hizo una reflexión respecto al accionar social y del estado ante las muertes en partidos de fútbol y las muertes en recitales. “En el fútbol ha habido muchas más muertes y no por bengalas. Había épocas en que todos los fines de semanas se cobraba una vida humana en los eventos deportivos. Nadie suspendió el fútbol, ahora claro…quieren suspender el rock, siempre el rock and roll es el proscripto, siempre lo que tenga que ver un poquito con la cultura es lo malo, es lo que hay que cortar y es lo que hay que cortarle las gambas. Al fútbol no, cómo le vamos a cortar las gambas al fútbol si es el opio del pueblo, el “Fútbol para todos” es el opio del pueblo; no podemos dejarlos sin fútbol porque sino la gente se vuelve loca…y cortemos el rock and roll a los pibes.”



Ante tanta muerte, ante tanto atropello de la gente en lugares donde se supone uno va para divertirse, para encontrarse con los pares, apasionarse y pasarla bien es impensable que este tipo de hechos fatales ocurran. Cristian Gambetta dice “cuando miro las imágenes de las dos personas en la cancha de Vélez prendiendo las bengalas y tirando las bengalas…después de lo que había pasado con Ramírez, realmente digo no aprendemos más”.

Como organizador del Mendo-Rock, NU Digital le consultó acerca del modos operandi ante la pirotecnia. “El público del Mendo-Rock no llevaba bengalas. Todos los Mendo-Rock se hace una reunión previa con todos los músicos. Ninguno de los músicos me va a dejar mentir al respecto ‘muchachos, el tema de la pirotecnia les pedimos por favor que si ustedes ven que alguien tira pirotecnia advierten, y a la segunda se bajan del escenario directamente’. Este año yo pensé que habíamos aprendido, pero apareció esa cosa  que sacaba humo, pero el frotman de la banda que estaba tocando dijo “muchachos pórtense bien”…es una banda que ya había tocado varias veces en el festival y ya tenía eso concientizado. Pero vos fijate lo que son las coincidencias de la vida, este año que no dije “muchachos tengamos cuidado con la pirotecnia” aparece pirotecnia, fría…todo lo que quieran, pero pirotecnia al fin. Hay que tomar todas las medidas, un productor que va a hacer un show no tiene que pensar solamente en el bolsillo. Tiene  que pensar en un montón de aspectos: dónde va a ser el lugar, cómo va a ser; primero la elección del artista para el espectáculo, después todas las medidas que se tienen que tomar para el público, para la banda”.

Gambetta, pensando en el público y en recitales futuro dice “yo lo que creo que hay que hacer es que la gente tome conciencia, de alguna manera educar al público, así como hay que educar al público a que siga a los artistas mendocinos –que le cuesta bastante y de eso somos todos testigos-, hay que educarlos que a un recital uno va a divertirse, no a hacer daño. Una vez en un Mendo-Rock, en el 2008, uno de los conductores baja al público y empezó a reportear a la gente. Y le pregunta a uno “¿y ustedes a que vinieron?”, “a bardear a los Coholins”…¿no viniste al Mendo-Rock?¿Viniste a bardear a los Coholins? Basta de ir a pelear a un recital, basta de todo eso. Las medidas que se tienen que tomar acá es concientizar al espectador, tanto de fútbol como de rock. Pero lo que sucede, al menos en la provincia, es negarte la habilitación. Una vez escuché a un concejal diciendo por la televisión “Señores, en Capital no se dan más habilitaciones para espectáculos”. Pero ¿eso qué sería? cortar de raíz, así “a lo facho”, “a lo milico”, eso no tiene que ser así.”

Es hora de vernos a las caras cada vez que un artista nos reúna, o cada vez que la pasión vestida de fútbol nos vuelva a juntar. Que no vuelva a pasar, como dice el flaco Spinetta, otra bengala perdida. “La bengala perdida se le posó allí donde se dice "gol" /dejaron todo bajo el vendaval / y huyendo del lodo / no se supo más / bajo la lluvia / el chasis se pudrió / y allí también la criatura de Dios”.