De Mendoza a Júpiter: Lucas Paganini, el científico mendocino que llegó a la NASA

Se involucra en misiones y programas espaciales. Sobre el reciente descubrimiento de agua en una de las 79 lunas de Júpiter, expresó: “Creemos que se han generado acueductos”.

De Mendoza a Júpiter: Lucas Paganini, el científico mendocino que llegó a la NASA

Foto: noticiasyprotagonistas.com

Ciencia y tecnología

Unidiversidad

Unidiversidad / Ángeles Balderrama

Publicado el 29 DE OCTUBRE DE 2020

¿Estamos solos? ¿Cómo se formó el sistema solar? ¿Cómo surgió la vida? Estas son algunas de las preguntas que desde los inicios de la humanidad muchos intentaron responder. En este camino se encuentra Lucas Paganini, científico mendocino que trabaja en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) y lideró un equipo que descubrió vapor de agua en Europa, una de las 79 lunas de Júpiter. “La tecnología da cuenta de que Europa es un mundo muy activo. Creemos que se han generado acueductos”.

Apasionado por los trasbordadores espaciales en la década de 1990, su sueño era ser piloto de aviación o astronauta, y aún no pierde la esperanza. Aunque afirma que desde niño siempre le llamó la atención la NASA, nunca pensó que iba a trabajar allí.

“Estudié Ingeniería en Electrónica y Telecomunicaciones en la Universidad de Mendoza, que era lo que más me acercaba al espacio a través de las antenas y ondas electromagnéticas. Después de terminar mi tesis, apliqué para una beca de posgrado en el Instituto Max Planck de Física, en Alemania”, explicó Paganini durante el Sexto Seminario de Comunicación de las Ciencias de la Secretaría de Investigación, Internacionales y Posgrado de la UNCUYO.

Sin embargo, destaca que más allá de ser buen alumno, lo importante es saber diferenciarse, mirar hacia los costados y mantener buenas relaciones con los profesores, que son quienes abren muchas puertas. “Nosotros no teníamos convenios con universidades de Europa, pero algunos profesores tenían contacto con ellas. De todas formas, saber inglés es esencial porque, si no sabemos comunicarnos con la gente, estamos estancados. Hay que salir de la zona de confort”.

Al continuar sus estudios en Alemania, construyó un instrumento de medición de componentes atmosféricos como parte de su tesis doctoral. Luego de obtener el prototipo, tuvo la suerte de instalarlo en el telescopio de radio en Arizona, Estados Unidos.

“Cuando instalé el instrumento en ese telescopio, y pasé de ver esas señales electrónicas del laboratorio a verlas en un cometa o en un planeta, es como que 'me explotó la mente', de cierta forma. Dije: ‘Guau, este instrumento en el que estaba trabajando ahora nos permite ver la señal de algo que está a millones de kilómetros’, relató Paganini.

A partir de ese momento, comprendió que quería saber más sobre la física que se encuentra detrás de las mediciones que realizaba en el instrumento. Por este motivo, decidió postularse para el “NASA Postdoctoral Program”, beca en la que fue seleccionado.

“Entré en 2010 al NASA Goddard Space Flight Center y me pasé un poco más de la ingeniería a la ciencia. Hacía los estudios de cometas, Europa –la luna de Júpiter– y exósferas o atmósferas planetarias. Hoy en día, trabajo en NASA Headquarters, en la división de ciencia, que trabaja con Astrofísica, Heliofísica, el planeta Tierra y otros planetas”, comentó Paganini.

 

Los estudios sobre Europa y sus rastros de agua

El agua en estado líquido es uno de los elementos esenciales para la existencia de la vida; por eso, los estudios se centraron en las zonas habitables. Sin embargo, Paganini destacó que, en las últimas décadas, descubrieron otras zonas en el Sistema Solar que pueden contener agua en ese estado, sin ser parte de la zona habitable.

“Las lunas de Júpiter, como Europa, o de Saturno, como Encélado, son lunas congeladas en las que, debajo de las capas de hielo, existen grandes cantidades de agua líquida. La interacción entre las lunas y sus respectivos planetas genera presiones internas, como fricciones, debido a las fuerzas gravitacionales. Por ello, el agua interna se encuentra en estado líquido”, explicó el científico.

Aunque aún no se sabe si existe vida en esos ambientes oceánicos, el objetivo a futuro es descubrirlo. “Al estudiar la misma Tierra, hemos encontrado que existen microorganismos en los lugares menos pensados. Sabemos que hay fuentes hidrotermales en el fondo del mar que se conectan con el núcleo del planeta, generan calor y distintas vidas microbianas en condiciones externas; o en la misma Antártida, donde se encontraron extremófilos”.

“Nosotros sabíamos que el telescopio Hubble detectó, una sola vez en 2012, hidrógeno y oxígeno en Europa. Pero no vemos directamente el agua, sino detectamos la señal del agua a través de la interacción con la luz. En 2016, vimos la señal del vapor de agua en una de diecisiete ocasiones, lo que confirma que no ocurre tan seguido. Creemos que, por las presiones que se ejercen, se quiebran las capas de hielo exteriores (que tienen entre cinco y veinte kilómetros de espesor) y se genera este vapor de agua. Una de las hipótesis es que existen acueductos. La tecnología da cuenta de que Europa es un mundo muy activo”, describió Paganini.

A pesar de que el descubrimiento es significativo, aún quedan muchos pasos para ver una misión tripulada a la luna de Júpiter, el paso más costoso y peligroso, ya que el planeta emite mucha radiación. “Se ha estado desarrollando un orbitador, Europa Clipper, que llegará en el año 2030. A la vez, estamos desarrollando el Europa Lander, que se apoyará sobre la superficie, pero por ahora está en la etapa conceptual”.

“Este tipo de desarrollos son los que reescriben los libros, de ahí su importancia. Lo más cercano que vamos a ver es lo relacionado a la Luna y a Marte. Para el 2024, la NASA quiere volver con astronautas a la Luna, una hazaña que nos va a permitir ver nuevamente lo que nuestros abuelos o padres vieron en la década de 1960. A Marte se quiere llegar en 2030 e impulsar el Lunar Gateway, una estación espacial en la superficie lunar que sirva para las próximas misiones a Marte”, concluyó Paganini.

Hallan un agujero negro supermasivo de hace 12 000 millones de años

Un grupo de astrónomos detectó un conjunto de galaxias con un agujero negro supermasivo en su centro, de tiempos antiguos del Universo, y aseguran que es un descubrimiento que permitirá saber más sobre la formación de estos enigmáticos eventos cósmicos, según un estudio publicado en la revista Astronomy & Astrophysics.

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