Educadas en contexto

La oferta educativa de la UNCuyo se desarrolla durante la semana entera en las distintas instituciones penales de la provincia. El acceso al Régimen Abierto de Mujeres en la Alcaidía II de Godoy Cruz y en la Unidad III de El Borbollón permite vislumbrar las múltiples y críticas situaciones de las detenidas. Testimonios de docentes e internas dan cuenta de que la falta de perspectiva de género con respecto a sus realidades agrava aún más sus condiciones de vida y la de sus hijas e hijos. 

Educadas en contexto

Imagen ilustrativa

Identidad y Género

Unidiversidad

Sebastián Moro

Publicado el 07 DE AGOSTO DE 2013

El móvil para traslados del Servicio Penitenciario deja a Liliana Quinteros, de 46 años, todos los jueves, desde marzo, en el acceso a las aulas educativas en contexto de encierro del penal de Boulogne Sur Mer. “Baja” todos los jueves junto a media docena de sus compañeras del Régimen Abierto de Mujeres (RAM) y de la Unidad Penal III de “El Borbollón” en Las Heras, a cursar Trabajo Social, carrera universitaria a la que ingresó este año con el mejor promedio, tras decidirse por la oferta educativa que la UNCuyo propuso en 2012 a las internas de El Borbollón, donde ella fue alojada meses antes, tras una condena por reincidencia.

“Voy a recibirme para cuando salga de acá, me quedan cuatro años”, tiró, cómplice, Liliana a Edición UNCuyo, que acompañó el 5 de agosto al grupo de promotoras y promotores estudiantes que durante toda la semana llevan orientación y guía a las personas en situación de contexto de encierro de toda la provincia en el marco del Programa Educación en Contextos de Encierro que lleva adelante la Secretaría de Extensión Universitaria junto a la Secretaría Académica.

En la capilla de la Unidad III, Liliana, que acompañó a diez de sus compañeras a la actividad, contó que, así como baja los jueves, “subía” el año pasado, cuando completó la secundaria en el CENS de la cárcel porque “entré y no sabía ni deletrear”; que el desinterés durante la adolescencia la alejó de la escuela y la arrojó a la calle; que tiene nueve hijos (uno de ellos detenido, a pesar de haber sido advertido por ella) que mucho no le creen su “estar naciendo otra vez”; que no es muy seguro que estudiar la haya rescatado del delito pero que eso no importa, “ya fue”; y que no tiene ningún problema en decir su nombre, Liliana Quinteros, porque “no hay ninguna vergüenza en ser una estudiante universitaria en contexto de encierro”.

“La capilla es nuestro polirrubro”, asevera el asesor pedagógico del Penal, porque se despliegan, entre otras actividades, las de Liliana, quien según él pasa horas ahí, leyendo y estudiando sola. También estudia en grupo con sus compañeras de Boulogne Sur Mer y un par de varones con los cuales “hay respeto”. Ella reconoce que le gusta leer, que le hace bien y que el estudio no lo motiva casi la salida laboral sino “el desarrollo personal y la socialización. Vivimos mucha soledad acá dentro, el contacto y aprender me generan otros puntos de vista, encuentro elementos para saber de qué se trata todo, no me cuesta entender. Antes veía a Cristina en la tele y no entendía nada. Esto nos permite estar afuera, ver el mundo, la realidad y la liberad que están afuera. Me enojo con los chicos que tienen la posibilidad de estudiar y no lo valoran”.


Realidades de una reja

Según un artículo del Blog “De(s)generando el género”, “el encarcelamiento afecta negativamente tanto a varones como a mujeres, pero la falta de perspectiva de género en el diseño de las prisiones y de la propia ley de ejecución penal hace que si es una mujer la que se encuentra presa, el encarcelamiento tenga peores efectos en su cotidianeidad”. En dicho trabajo se aborda un informe de Naciones Unidas que puntualiza las problemáticas más frecuentes en las vidas de las mujeres encarceladas en Latinoamérica, entre otras los problemas edilicios, de personal no apropiado, la falta de contacto con la familia, la falta de programas educativos y de trabajo, la falta de cuidados de la salud apropiados, el impacto negativo que el encarcelamiento de las madres tiene sobre sus hijos y la alta proporción de historias de abuso mental, físico o sexual.

Muchas de estas críticas realidades fueron reflejadas por las docentes entrevistadas en el RAM, ubicado en dependencias del ex COSE, Alcaidía II de Godoy Cruz, punto de partida del recorrido de la delegación universitaria con la oferta educativa. Allí, mientras cinco internas en condición de ingresar el año entrante a una carrera terciaria eran asesoradas respecto de las trece opciones habilitadas por el Programa de Educación Universitaria en Contextos de Encierro (PEUCE), Claudia Lucena, directora del CENS, y Patricia Farina, asesora pedagógica, explicaron que “cuando una mujer, por su condición de género, es afectada por la pobreza y el encierro, está doblemente vulnerada”.

De acuerdo a Farina, toda esta realidad “está atravesada por cuestiones de género muy profundas. En los varones es más fuerte el deseo de escolarizarse, a las mujeres tenemos que acompañarlas no solo en la trayectoria escolar sino en el deseo de escolarizarse. El varón puede decidir estudiar, sabe que alguien cuida a sus hijos: la mujer tiene los hijos acá o afuera, se los cuidan las abuelas, pero siguen haciéndose cargo. Para ellas estudiar acá dentro es mejor, es posible, son realidades de vida muy complejas, matrices históricas profundas: ´Vos no naciste para la escuela´, ´Vos no servís´, ´Las mujeres nacen para casarse y tener hijos´; es decir, desconfían de su propio destino de escolarizadas”. Lucena complementa a su colega: “Cada mujer en cada unidad penitenciaria distinta tiene sus propias complejidades, estar encerradas les implica el abandono de las casa y de la pareja pero no de los hijos, quedan en una situación de extrema soledad; ellas, a diferencia de los hombres, no reciben visitas”.

Respecto del rol del Estado, a través de la ardua relación que las detenidas tienen entre el sistema penitenciario y el sistema educativo, la pedagoga señala: “Es muy contradictorio que las personas privadas de la libertad completen hoy su educación porque antes no pudieron hacerlo. Esto denota los procesos históricos y modelos de país que han forzado la exclusión y destituido derechos. Existe esa relación entre extrema pobreza y vulneración del derecho a la educación. Es bueno ver que en este momento hay una Ley de educación y una Universidad con decisiones políticas claras de entrar a las cárceles para, entre todos, poder formar estas trayectorias educativas. Hay un cambio que se da porque es el conocimiento el que transforma a la sociedad, las personas privadas de la libertad pueden acceder a la educación con los mismos derechos que una persona en la calle. La escolarización transforma a las personas porque les permite construir su pensamiento, que es lo que nos constituye como ciudadanos y ciudadanas. Mas allá de que está demostrado que la escolarización disminuye la reincidencia en el delito, es fundamental la restitución de derechos”.


Las docentes destacaron el empeño de Graciela Camargo y Laura Pros, cursantes universitarias bajo el régimen de salidas transitorias, avanzadas en las carreras de Trabajo Social y Profesorado de Letras de la UNCuyo, respectivamente. Explicaron también que la fase más crítica de las reiniciadas trayectorias educativas radica al momento de la prisión domiciliaria y de la libertad efectiva. En primer lugar, porque el régimen de traslados es deficitario y, en segundo término, porque quedan obligadas al cuidado de la casa o a la sacrificada búsqueda de trabajo, pues la reinserción laboral es un problema central para las familias. También relataron las docentes que “hay un corte generacional” entre las internas y sus expectativas de escolarización. Si bien “llegan cada vez mas chicas, al menos tienen la primaria hecha y ahí nomás quieren seguir estudiando, están más abiertas”.

Es por eso que, según Lucena, “hay un trabajo de acompañamiento permanente de las estudiantes en la última etapa de la condena. Se desarrolla un entendimiento gradual, se acreditan los aprendizajes reflejados en los tres niveles, EGB  I, EGB II y Polimodal. Tenemos mucha flexibilidad horaria para el CEBA y el CENS de la escuela, por eso los espacios compartidos, con el cuidado de los niños en el medio. La mayoría de las ingresadas se incorporan, les permite pensar, crecer, ayudar y completar sus historias truncas. Es una tarea ardua, con limitaciones, pero de compromiso, paciencia y mucho cariño y una confianza ajustada a la realidad en la que están. Es muy gratificante verlas crecer y que consigan trabajo”.

Para Farina, se trata de “una experiencia muy transformadora cuando trabajás desde adentro y podés efectivizar en un momento histórico la restitución de derechos. La militancia social y de derechos humanos implica una mirada amplia para la complejidad de la tarea. No es un rol técnico: las docentes se involucran y eso sirve para desnudar los prejuicios de la sociedad”. 

Del otro lado

En El Borbollón, son cinco las unidades habitacionales que albergan a 95 internas, sin hijos e hijas dado que esa instancia fue trasladada hace dos años al RAM. En el CEBA del Penal participan 20 internas, 18 en el CENS, 25 en el Centro de Capacitación para el Trabajo y 5 en total del PEUCE, en general con un recambio grande en cuanto a franja etaria. De allí que el caso de Liliana Quinteros sea referenciado por sus compañeras. A ellas les explica que “la facu nos provee de material y de todo el apoyo, no me puedo quejar, estamos muy contenidas, mi tutora es una chica universitaria divina”, y que está ansiosa porque tiene un examen inminente, a fines de agosto.

Bordados en el bolso blanco de Gabriela, una interna muy joven, vestida toda de naranja, relucen contra la opaca iluminación de la capilla los versos primeros de “La verdad es la única realidad”, de Paco Urondo. El bolso, el poema, hacen juego con la determinación adoptada por Gabriela sobre el final de la jornada de la oferta educativa. Y desafía de alguna manera al “salva tu alma” inscripto en la cruz de la capilla. Pasa que Gabriela eligió, tal vez decida, estudiar Derecho. Porque “puedo defenderme yo misma” según exclamó riendo.

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