El azote del amo

Por: Jorge Fernández Rojas, director de Unidiversidad

El azote del amo

Ilustración: Pablo Pavezka

Sociedad

#15 - Esclavos

Edición U

Jorge Fernández Rojas, director de Unidiversidad

Publicado el 23 DE OCTUBRE DE 2016

“Y aunque hubiera sido prostituta como me decían algunos, como me decía la señora Rivero o el policía federal Lescano, que me dijo que mi hija estaba como prostituta en Salta y no quería volver, solamente para alejarme de La Rioja; aunque hubiera sido prostituta no tenían derecho a tenerla encerrada contra su voluntad”.


Susana Trimarco sobre la desaparición de su hija Marita Verón, secuestrada por una red de trata.

 

 
 

Vivir en alerta permanente parece un signo de estos tiempos en los que todos estamos bajo amenaza constante. Las organizaciones esclavistas tienen como cometido el sometimiento de las personas para sacar provecho, contra su voluntad, de sus condiciones físicas y teniendo como destino cierto la muerte violenta.

De este tópico tan preocupante y oculto se trata este trabajo periodístico que conforma el número de octubre de Edición U. “Esclavos” trae consigo la idea de actualizar un panorama cada vez más opaco, como una mancha que se extiende silenciosamente entre los pliegues de la población.

A la sombra del poder económico se usa a las personas como moneda de cambio para alimentar negocios aparentemente lícitos, con mano de obra esclava, o directamente acrecentar el comercio sexual con los cuerpos femeninos. Se mutilan así vidas humanas.

Es lo que le pasó a Marita Verón, desaparecida el 3 de abril de 2002, que aún no ha logrado zafar de ese yugo de una organización delictiva que acciona en La Rioja. Hasta hubo testigos que la describieron en situación de cautiverio, herida de una puñalada en la espalda y con un hijo de su apropiador. De ahí la cita de Susana Timarco, la madre de la mujer perdida, quien se convirtió en un emblema de la lucha por los derechos de las mujeres víctimas de la violencia machista.

Girando la mirada y ampliando el espectro de estas prácticas antihumanas, en Mendoza se puso en evidencia la trata de personas en el ámbito laboral de un modo descarnado cuando dos periodistas terminaron siendo víctimas de la violencia a la que son sometidas las personas esclavizadas en espacios rurales.

Julián Chabert y Raúl Zalazar, cronista y camarógrafo de Canal 7, respectivamente, fueron a una finca de Los Corralitos, en Guaymallén, por una denuncia de explotación laboral. Fue el 29 de diciembre de 2011. El dueño de la finca, Horacio Isgró, los sorprendió, los amenazó con un arma de fuego y los encerró. Luego los desnudó y fueron golpeados con un hierro por su hijo Antonio. Los periodistas, en sus testimonios, coincidieron en que creyeron que terminarían asesinados.

El calvario duró, como se describe en el expediente judicial, unos instantes, porque la Policía llegó a tiempo gracias a una oportuna llamada de Zalazar al 911. En ese cuadro de situación, los trabajadores de prensa lastimosamente sintieron en persona cómo son maltratados los trabajadores rurales esclavizados. La desnudez a la que fueron sometidos no es más que una práctica de inmovilizar a una persona para que no se escape de su cautiverio. Aquella experiencia tuvo visibilidad y se transformó en una radiografía implícita del padecimiento de esta calamidad muda y sorda.

Ambos aspectos de estas esclavitudes son abordados en este desarrollo de Edición U y descubren una realidad cruda y durísima para varones, mujeres, niños, niñas y hasta ancianos, víctimas amordazadas por el imperio de un negocio clandestino y ramificado entre calles o surcos.