El erotismo desde el humor como filosofía

La Feria del Libro abre un espacio para la poesía erótica creada por mujeres. Mariana Zeballos, una de las participantes, nos anticipa su contenido.

El erotismo desde el humor como filosofía

Sociedad

Unidiversidad

Elizabeth Auster

Publicado el 16 DE OCTUBRE DE 2013

La Feria del Libro y las diferentes mesas que se organizaron en ella permiten abordar los temas de diversidad y género desde otras miradas. Por ejemplo, la relación de las mujeres con la poesía. Mariana Zeballos es una escritora, comunicadora y gestora cultural mendocina que participará el próximo jueves de un encuentro de poesía erótica.

¿Qué significa para vos ser una mujer feminista y escritora?
Es mi forma de resistencia. Escribir es mi forma de comunicar y estoy atravesada por una ética feminista desde una perspectiva foucaultiana, esa sería mi forma de abordar la vida cotidiana, desde las micropolíticas. Lo plasmo en la escritura, no porque lo quiera o lo intente, sino porque me sale así. Estamos atravesadxs por la sociedad patriarcal, como decimos a menudo, pero a la vez estoy atravesada por toda esa perspectiva filosófica de los pensadores de la resistencia: Foucault, Deleuze, es mi ética. Es un desafío que trae muchas alegrías y un gran compromiso y una gran solidaridad con todas las mujeres.

Estamos hablando de la sororidad.
Exactamente, que hay que practicarla. Será la piedra fundante de una nueva visión, una nueva cultura, una práctica que nos posibilite una liberación real como mujeres. Hablamos de igualdad todo el tiempo, ha habido cambios importantísimos, sobre todo a nivel de leyes, pero en la vida cotidiana, desde la perspectiva de las micropolíticas, hasta se ha profundizado el machismo como enfermedad social, no solo en los hombres sino también en las mujeres machistas. Las mujeres machistas aspiran a tener los mismos privilegios que los hombres y el camino más fácil para ellas no es la resistencia como liberación, sino acoplarse al privilegio del varón. Otras preferimos la sororidad, cuidarnos mucho y resistir.

Este machismo de las mujeres se vio claro hace poco cuando Chiche Duhalde se refirió negativamente al papel, no solo de Cristina Fernández de Kirchner sino al de las mujeres en general en la política.
Me pasa algo con el machismo. Además de decadente, lo veo como una muestra muy clara de atraso. Cuando leí lo que decía, pensé: “Estamos en la Edad Media”, porque le faltaba hablar en los términos de la Edad Media: loca, puta o bruja, los tres estigmas con los que venimos cargando las mujeres. Pero no es solo Chiche Duhalde. En la época de la Inquisición estaban esos tres estigmas, hoy el mecanismo es más sutil pero está inserto, atraviesa nuestras prácticas de formas más sutiles. La cultura occidental no mutila un clítoris, como sucede en otras culturas, pero tenemos un bombardeo mediático permanente, y nosotras mismas, a veces por miedo, no marcamos la diferencia. Eso es porque también sabemos que marcar la diferencia es una responsabilidad muy grande y a veces implica enfrentarnos al dolor. El dolor de enfrentar a una sociedad donde no estamos incluidas, en primer término, desde el lenguaje, siempre somos las otras.

Si pensamos en retrocesos, viene a la cabeza una pelea reciente en la que todavía no podemos cantar victoria, que tuvo que ver con el protocolo de aborto no punible y terminó en un debate sobre el comienzo de la vida, salido del eje de lo que se tenía que hacer, que era reglamentar lo que ya estaba legislado.
Claro, pero fijate que cuando se habla del derecho a la vida, nos basamos en dogmas en los que el derecho a la vida de las mujeres es lo último en lo que se piensa. ¿Cómo vamos a pensar una ley, una postura política, una práctica social, desde un dogma, desde una postura extremista, desde una visión que no nos incluya a todos y todas? Es imposible. Lamentablemente, todavía eso tiene mucha fuerza en nuestra sociedad. A veces pensamos que no, porque estamos en el día a día de la resistencia, creando, en entornos que no piensan así, pero el conjunto de la sociedad no se ha atrevido a pensar las cosas de otra manera. Hay que pensarse y repensarse permanentemente. En esto nadie es perfecto. Creo que falta mucho para que se dé esto. Hay voluntad política por un lado, pero por otro, hay una presión de los grupos de siempre, que ya los conocemos. Anoche estaba leyendo algo de Esther Díaz, una filósofa que siempre fue perseguida por los que denominaba “los positivistas de la academia”. Dice que ellos no se hacen llamar positivistas porque es como una mala palabra, pero lo son. Una mujer como Esther Díaz, a la que se le negaron cargos académicos y todo lo que sufrió… en este caso pasa lo mismo. Están los positivistas para quienes la vida de las mujeres es lo último. Ellos defienden el dogma, no la vida de las mujeres. Pero las mujeres les vamos a demostrar que hemos resucitado de las hogueras y aquí estamos.

En tren de resucitar y sortear obstáculos, ¿qué obstáculos encontrás para trascender, como mujer, dentro del ámbito de la poesía frente a tus colegas varones?
Digo que mi arma natural es el humor. Es más bien un escudo para protegerme, para no salirme de mi eje. Hay mucho atraso. Te encontrás con intelectuales brillantes que han leído todo, con una producción enorme, pero el machismo está en ellos muy arraigado, tienen el estereotipo de la mujer como madre, mujer de otra generación. Generalmente se asocia al machismo con las clases bajas, con personas que no han tenido acceso a la educación, pero no. Los conozco, no es así. Tampoco voy a decir que es una decisión conciente del hombre, que se levanta diciendo: “Hoy voy a ser más machista que nunca”. Es algo que nos atraviesa y hay que resistir. Como te digo, el humor me ha ayudado mucho, sobre todo a enfocarlo desde una filosofía. Yo siempre argumento todo lo que digo, por eso a veces los varones se quedan callados. A los hombres les molesta el protagonismo de la mujer dentro de la cultura, sobre todo cuando la mujer no busca ese protagonismo. Cuando lo busca, generalmente hay un interés, un ida y vuelta. Al hombre le molesta que la mujer brille. Siente que se le escapan ciertos lugares de poder y tiende a defenderlos, a marcar un territorio. No es fácil. En el arte, la cultura y la literatura hemos sido siempre invisibilizadas, al igual que en la filosofía, pero tarde o temprano nos terminan reconociendo. Quiero destacar que últimamente me he encontrado con hombres del ámbito de la cultura en Mendoza con una visión hasta más feminista que la de algunas mujeres, con la humildad de decir: “Nos hemos equivocado”. Con el mismo énfasis con el que critico el machismo como enfermedad social, quiero destacar que hay un pequeño cambio. Son esos lugares de agenciamiento de los que hablaba Deleuze, esos intersticios por donde vamos a generar el cambio.

Mencionabas la perspectiva filosófica que le das a tu poesía. ¿Podés ahondar en esto?
Ha sido sin querer. Me pasó con la literatura erótica que le tuve que dar un marco de referencia filosófico. Empiezo a escribirla de una forma surrealista. Estábamos armando ciclos y me dijeron: “Zeballos, escribite algo”. Cuando me siento frente a la hoja en blanco, me digo: “Literatura erótica”, pero me pasaba que todo lo que veía a nivel local tenía que ver con las telenovelas, el beso, la saliva, y todo eso me parecía espantoso. Pensé que prefería algo que me expusiera de otra manera. Empecé con el humor pero siempre con un mensaje social. Mis primeros textos de literatura erótica abordaban el tema de la sexualidad femenina, la invisibilización del clítoris dentro de las micropolíticas del placer, y el tema de los conceptos sociales como la minita, la putita, la señora, etcétera. Lo abordé por ahí porque le tenía que dar un marco de referencia.

Desarmando también, desde tu mirada sobre la sexualidad, el rol de mujer pasiva que se nos da cuando se nos objetiviza sexualmente.
Exactamente, que todavía está en el imaginario masculino en el que, también lo decía Esther Díaz, la mujer intelectualmente avanzada no es bien vista desde lo erótico. Algunos hombres dirán: “No, a mí me encantan las mujeres inteligentes”, pero no del todo. La mujer muy intelectual aleja, de alguna manera. Mis amigas me han dicho: “Mariana, dejá de hablar del feminismo, que no te va a dar bola nadie”.

“Con esa actitud nunca vas a conseguir novio”.
Exactamente, la frase típica. Pero me pasa que hay hombres inteligentes, que son los que me gustan, que se preguntan y repreguntan permanentemente por su rol en la sociedad. Así que con los que me gustan, no tengo problemas. A los otros no les caeré muy bien.

Allá ellos.
No, yo los quiero a todos, sé que también van a cambiar.  Las feministas los estamos esperando.

¿Cómo se dio la participación en la Feria del Libro?
Una tarde me llamó Alejandro Orellana, fundador del grupo literario Alas. No lo conocía personalmente sino a través de las redes sociales y de todo lo que ha hecho a nivel cultural. Estaba muy interesado en el tema de los ensayos, había leído algunos poemas míos en relación con el orgasmo y le habían gustado. Él convocó a las otras chicas. Quiero destacar que es una experiencia muy enriquecedora, porque las cuatro somos absolutamente distintas en lo ideológico, en lo filosófico, algunas ni se preguntan por lo filosófico pero sí tienen una perspectiva religiosa. Nos hemos unido a través del humor y de la creatividad, viendo el erotismo desde el uso de los lenguajes. Eso muestra todo de lo que somos capaces las mujeres, porque somos tan distintas y aun así lo llevamos adelante. Es un ámbito de pluralismo y estoy agradecida con que Alejandro me haya tenido en cuenta. También está Pablo Dotti generando este espacio.

¿Quiénes integran esta mesa?
Estamos Ángeles Señorita Di Pietro, que ha escrito en revistas digitales de Mendoza, seguramente la han leído. Es muy interesante porque aborda la prosaica de una forma humorística muy interesante que no descuida lo erótico. Está Marta Gómez, que es docente y en quien encontramos todo lo contrario: la poesía, la lírica, hace una prosa poética muy delicada y leerla es un despertar de los sentidos. También está Mara, que tiene una escritura muy elegante aunque se anima a tocar los temas más jugados. También la han leído en algunos medios. Yo, por mi parte, voy a lo filosófico y le pongo mucho humor punzante.

Nos vamos a reír con esta mesa.
Se van a divertir, claro, porque el erotismo está abordado como una parodia. No queremos la novela rosa en la que el tipo te toca la piel y se te levanta la pestaña. Queremos pasar un rato agradable y hablar de sexo. El evento se llama “Chupala”. Queremos hablar de sexo sin ofender a nadie pero con todas las palabras. También hay un mensaje subliminal.

¿Hacemos la invitación formal?
Los invito a todos el jueves 17 de octubre a las 21.00 en el Espacio Cultural Julio Le Parc, a pasar un momento extraordinario, con mucho humor.