El llamado a descreer

Las crisis de las policías provinciales originadas tras el alzamiento de Córdoba, con evidentes fines desestabilizadores, contaron con el apoyo a la prédica violenta y destituyente de sectores e instituciones opuestos a las reivindicaciones populares y soberanas. Los medios de comunicación hegemónicos en la última década se consolidan como estructurantes y propaladores de intereses autoritarios y mezquinos: recaen en prácticas periodísticas como inventar realidades e incurrir en el golpismo, que obligan a un repudio social y un replanteo sobre la responsabilidad de quienes informan. MDZ Online es un caso de patente desestabilización. Opinan Mariana Baranchuk, investigadora en Políticas Públicas de Comunicación, y Ernesto Espeche, director de Radio Nacional Mendoza.

El llamado a descreer

Archivo

Sociedad

Unidiversidad

Sebastián Moro

Publicado el 19 DE DICIEMBRE DE 2013

La oportunidad de explotar políticamente, y por qué no de acicatear, el escenario de graves y extorsivos conflictos provocados por distintas policías provinciales, sumó huestes en grupos de medios privados de comunicación del país, de diversas estructuras y formatos. A las esperables manipulaciones de la información de generales mediáticos como Clarín, La Nación y Cadena 3, hay que añadir las sucursales que funcionan como edecanes provincianos de aquellos y las aspiraciones de otros grupos como MDZ, desde hace tiempo enfilado en la derecha vernácula.

Como es de público conocimiento, el sábado 7 de diciembre Ricardo Montacuto, su director periodístico, reconoció que cerca de las 14 horas de ese día el medio había difundido por error un saqueo inexistente en Maipú. El hecho es de una gravedad extrema: significa ni más ni menos que incitar a la violencia y al enfrentamiento social. El límite traspasado generó repudios, indignación y estados de alerta. Esto no impidió a MDZ continuar con su campaña desestabilizadora a lo largo de las actualizaciones diarias sobre el desarrollo de la crisis. Las herramientas aplicadas van desde sutiles “deslices” (como poner de tapa de nota la imagen correspondiente a hechos de otra provincia), hasta el “aprovechamiento” de la figura política con mayor arrastre reciente en la ciudadanía mendocina, fogoneando el alzamiento en su pico de tensión, el lunes 9 de diciembre. Casi en paralelo se ofrecía gentilmente a la población el mapa de los saqueos.

MDZ, un diario que indiscriminadamente estigmatiza a las mujeres, a las y los jóvenes, a las personas más vulneradas de la sociedad, e incluso fomenta el discurso contra “los derechos humanos”, representa un caso paradigmático de la conducción que determinados intereses de grupos de poder pueden, silenciosamente, hacer repercutir en una sociedad y sus instituciones. Ernesto Espeche, periodista y docente, explicó el contexto histórico del sistema de medios: 

“Los medios de comunicación han sido la punta de lanza de los procesos destituyentes y golpistas de las democracias populares de Latinoamérica durante los últimos 10 años. Son el núcleo articulador de todo intento desestabilizador. Por primera vez, algunas de estas corporaciones ya no detentan el poder político. La política empieza a mostrarse desde un lugar distinto, no exactamente condescendiente al poder económico, y empiezan las reacciones. El escenario se puede asemejar al Chile de Salvador Allende, donde los medios jugaron un papel claro en los saqueos y cacerolazos, en la idea de que faltaba comida, y gestaron escenarios propicios para los golpes de Estado que se sucedieron.
 
“Hoy tienen un rol de restablecimiento del orden en la región, a partir de la confrontación abrupta y la instalación de escenarios para que cierta dirigencia política pueda resurgir de la mano de una restauración conservadora. Ese es el objetivo y están articulados. Hay un llamado de atención porque el impacto de los medios es mucho más fuerte. Por eso, cuando este proyecto político se afirma en América Latina, ubica a los medios de comunicación concentrados como el actor político fundamental sobre el cual interpelar a la hora de tomar distancia, reconocerse desde un 'nosotros' y establecer un otro. Ese otro tiene la cara de los medios de comunicación corporativos, porque se expresa desde ahí y porque ese es el escenario desde donde se mueve, articula y organiza. Eso es lo novedoso, en otros momentos eran las fuerzas armadas y otros sectores de la sociedad organizada los que coordinaban los intentos hacia una restauración conservadora. Hoy son los medios".


La práctica no es ingenua

Mariana Baranchuk es periodista y docente en la UBA. También es una ferviente militante por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, con importantes trabajos teóricos presentados al respecto y como complemento de su experiencia como funcionaria de la Autoridad Federal de Aplicación. En ese marco analizó la responsabilidad de quienes comunican, en función del cambio de paradigma que contempla a la información como derecho humano y no como mercancía:

“Hay prácticas, construcciones de la noticia y mensajes absolutamente destituyentes. Nuestra labor es remarcarlo: dónde, cuándo, y de qué manera se convierten en atentados contra la democracia. A las prácticas como las de MDZ, del grupo Clarín y de otros medios, hay que denunciarlas y realizar condenas éticas. En los casos en que hubo implicancias mayores, podemos hablar de corresponsabilidad, pero siempre por fuera de lo que tiene que ver con el derecho a la libertad de expresión que, dadas las cuestiones que vemos a menudo, queda de manifiesto que está absolutamente garantizado. Estos hechos fueron azuzados desde los medios a través de comparaciones con las situaciones vividas en 1989 y 2001, avalando saqueos puntuales a través de la connivencia policial. En aquel entonces, la población que realizó saqueos fue reprimida por la policía. Ahora, la situación fue instigada por ella, son casos incomparables. Esto responde a una decisión política de desestabilizar por parte de estos medios, con los que venimos confrontando desde hace 10 años.

“Estamos en deuda con respecto a la ética y la responsabilidad de los comunicadores. Falta formación en términos de recursos humanos y para accionar en determinados casos. Hay un cúmulo de situaciones que requieren capacitación: como las catástrofes, donde los móviles terminan por impedir el auxilio de los bomberos; o las tomas de rehenes, que terminan por ser transmitidas y contraponiéndose en las negociaciones. Por otro lado están las cuestiones de derechos de los periodistas: por la lógica exclusivamente mercantilista de los medios, que es la lógica de la primicia, se sobreexige la necesidad de conservar la fuente de trabajo. Para eso hay políticas públicas y nuevas legislaciones, como la cláusula de conciencia. A través de la cláusula de conciencia, si no estás de acuerdo con la línea editorial, tenés derecho a no aceptar determinado trabajo y retirar tu firma de la nota sin que afecte tu continuidad laboral.

“El paradigma que la nueva ley abre es el piso para la democratización de las comunicaciones. Esto requiere cambios profundamente culturales en la ciudadanía, pero también en nuestras prácticas. Quienes trabajamos en medios públicos o comunitarios también tenemos una formación ligada al anterior paradigma, por el cual tener un dato y ser el primero en darlo parece una gran virtud, sin tener la responsabilidad de contextualizar qué significa poner al aire un determinado hecho en un momento determinado, sin evaluar si eso es útil a la sociedad, o el momento adecuado para utilizarlo. Hay que volver al análisis en profundidad y al chequeo de fuentes. Que eso atrase la noticia no me parece imprescindible. Es una lógica ligada al modelo anterior, y nosotros tenemos que privilegiar el derecho a la comunicación y tener claro lo que significa en términos de democracia".

Por su parte Espeche, como docente universitario especializado en intencionalidad editorial, abordó las responsabilidades de comunicadoras y comunicadores según los fundamentos básicos del trabajo periodístico: “Sea cual sea el medio en donde se desenvuelve un periodista, en cuanto a sus responsabilidades hay un límite que consiste en no inventar la información. Interpretar la realidad, filtrarla desde un punto de vista ideológico es entendible, e incluso saludable, si es explicitado. Lo que no puede hacerse es inventar, construir información sin su materia prima, que son las fuentes. Cuando se dice: ´Hay saqueos´, sin ningún tipo de fuentes ni de constatación previa, no se trata de un error técnico-periodístico. Aquí se transgreden los límites de la práctica periodística: de práctica ideológica y simbólica hacia la operación política directa, abierta y desmedida, sin ningún tipo de reconocimiento de rutina del trabajo periodístico.

“Las posiciones de los periodistas en los medios están más o menos transparentadas en la línea que el medio tiene. Entonces, se aceptan implícitamente, como aceptamos todos los argentinos vivir en un Estado de derecho y que quien gobierna es quien gana las elecciones, las reglas de juego del quehacer periodístico. Cuando de manera deliberada se arroja información que no corresponde con la fuente, se está haciendo otra cosa, no periodismo. Se puede validar que el periodismo sea un actor importante en la construcción de sentido e ideología, pero si violamos el fundamento mínimo sobre el cual se construyen las noticias, estamos disfrazándonos de periodistas. El problema no es que un periodista tome posición, sino que no acepte ese hecho. No se puede decir lo que a uno se le antoja en nombre de la libertad de prensa. No se puede decir una barbaridad que no se corresponde con la realidad y que no se puede constatar. ¡No se puede!".




Ser la mecha

Al momento de la entrevista, Baranchuk estaba en conocimiento de los antecedentes de MDZ y de la irresponsabilidad cometida el 7 de diciembre. Al enterarse de que, en su descargo, Ricardo Montacuto atribuyó el “error” a un fallo por parte de un empleado en el protocolo para actualizar notas, expresó: “Es una canallada tener la responsabilidad de una información y luego, frente a la realidad, culpabilizar a un trabajador del medio. Una cuestión son las líneas editoriales, otra la interpretación de los hechos y otra, falsificarlos sin fuentes. Así, la lógica del rumor se propaga a los medios y estos no sienten necesidad de chequear. Actúan además en calidad de instigadores, porque más que una situación de contagio, esto fue orquestado e instigado desde el primer alzamiento de la Policía de Córdoba: la repetición en cadena de saqueos, para que grupos de personas salieran a cometer ilícitos. Después empezaron a aparecer bienes en manos policiales, que nada tenían que ver con puebladas o situaciones como las anteriores. En todo momento, la mentira lisa y llana. Por eso es bueno que pierdan credibilidad entre las audiencias y ante la ciudadanía. No es novedoso cómo funcionan ciertos grupos empresarios. La prensa de Mendoza miente desde la época de la dictadura".

Espeche, en tanto, trazó un detallado relevamiento de las lógicas de trabajo de MDZ, su recorrido y derroteros, los posicionamientos editoriales y los roles y responsabilidades de sus partes, y el prestigio que el establishment local le otorga: “La noticia falsa fue un error que llama claramente a un comportamiento social y que tiene una implicancia feroz en la generación de una psicosis colectiva para causar una asociación con los peores momentos de nuestra historia reciente: estados de sitio, saqueos, zozobra y desgobiernos. No es un error, ellos quisieron publicar eso, necesitaban publicar eso y lo hicieron, pasándole por encima a cualquier manual básico del ejercicio del periodismo, se piense como se piense, se oriente la información desde donde se oriente. Acá no está en juego la ideología del medio, sino el ejercicio de la profesión. 

“Seis minutos en las redes sociales implican miles de reproducciones, que además se usan en nombre del medio, porque fue MDZ quien salió a anunciar saqueos desde las redes sociales. El medio es una institución que habla desde su página web, portal, o radio, y también desde donde aparece citado como tal. Y las redes sociales son el ámbito habitual de estas publicaciones. Si MDZ levantó el tuit a los seis minutos, el daño ya estaba hecho, es una situación sin vuelta atrás. Incluso el pedido de disculpas, una vez logrado el objetivo, suena a maquillaje. Claramente buscó generar caos social e incertidumbre. Políticamente, el medio se corresponde con esa necesidad de generar conflictos en un contexto como el actual e hizo lo que hizo violando las reglas básicas. Se puede estar en contra de un proyecto político, se puede argumentar largamente contra sus medidas, y es legítimo que así sea; lo que no se puede hacer es mentir deliberadamente. No hay ninguna excusa.

“Al interior de los medios de comunicación hay un sistema de negociación permanente. Se comparte una aceptación sobre un conjunto de normas básicas según los lineamientos del medio, si no, no funciona. En la negociación entran la definición de la agenda y los enfoques, el periodista discute con su editor, y el editor con el director. Nadie puede pensar de manera ingenua que trabajar en un medio sin tener cargos de responsabilidad lo exime de las responsabilidades sobre lo que ese medio publica. Porque, al trabajar, acepta ser parte de la institución y jugar el rol que le toca según la mirada del medio. El periodista sabe que está aceptando su incorporación a un sistema de definiciones con roles y jerarquías. No comparto esa mirada ingenua, los que piensan así creen que el medio no influye y que ellos publican lo que realmente quieren. Si eso sucede es porque lo que publican no excede en realidad al trazo grueso de la línea editorial.

“Es decir, hay cuatro o cinco líneas centrales sobre las cuales el medio funciona e interpreta la realidad. Ir en contra de eso, en cualquier medio, es imposible. Por lo tanto, la responsabilidad ante hechos así corresponde al periodista que pasó el dato, al editor que ordenó que se colgara la nota y al dueño del medio, que participa de la decisión. No hay miradas ingenuas, quien trabaja en MDZ sabe que ese dato, que haya o no saqueos, para MDZ es un dato político. Largarlo sin chequearlo también es una decisión política. Ese aire vanguardista, que en un principio el diario ostentaba, está fomentando el ´todo vale´, que no haya reglas que puedan ser prefijadas, y que cualquier intento de prefiguraciones en ese sentido sea contrario a la libertad de expresión.

“La efectividad de MDZ no reside en la rigurosidad en la construcción de la información, porque la hacen con datos sueltos. Está en el impacto que tiene en tanto actor político y social. Su clave es la manera que tiene de penetrar distintas capas de la sociedad a partir del uso de datos que son vendidos como si fueran productos. Salvo que la técnica tenga que ver con la venta, a MDZ no le importa ningún tipo de criterio técnico. Entonces, se asumen las técnicas propias de la publicidad, que no son las mismas que las del periodismo, y se hace de él algo meramente publicitario, en busca de efectismo y rebote. Y si hay rebote, hay más reconocimiento social. Esto le hace muy bien a MDZ, no le significa ningún daño, porque salir a pedir disculpas es un costo menor que paga. Mendoza habló un día entero sobre lo que publicó ese medio. Es lo que buscaban.

“La cuestión del efectismo, de la información chatarra a cualquier hora del día, lograron instalarla como un valor publicitario, porque además tienen la batería para hacerlo, son los dueños de la cartelería pública (mediante Publicidad Sarmiento, del grupo Terranova, con vínculos con el macrismo). Se instaló eso: ´Tenés que ir a MDZ para saber lo último´. Y propios y extraños, compartan o no la línea del medio, van. Mirar sin enfoque crítico, sin considerar que lo que hace determinado medio responde a una intencionalidad y a una búsqueda concreta, es mirar ingenuamente. El llamado a descreer de todo lo que se publica es algo que tenemos que hacer siempre, hacia cualquier medio.

“Otra cosa es avalar y reproducir el lugar que el medio ganó a fuerza de campaña publicitaria y de autorreferencialidad en el universo de lectores calificados, que son potencialmente amplificadores de su discurso. Es decir, hay una dirigencia política y social que lee ese medio y lo amplifica, pues tienen una potente capacidad para reproducir el mensaje. Lo importante no es solo cuánta gente lee el diario, sino cuánta gente con esa capacidad lo leyó para que sea trasladada rápidamente su mirada sobre un hecho, su construcción falaz. Construcción que se instaló como real. Flaco favor le hacemos al ejercicio democrático de nuestra profesión si, como actores sociales y políticos, validamos y reproducimos eso. La dirigencia política tiene la mayor responsabilidad. No puede ir detrás de los títulos de MDZ, de Clarín o de Radio Nacional. No puede ir un gobierno, y esto lo ha demostrado claramente el gobierno nacional, detrás de lo que publica un medio. No se pueden definir políticas de Estado en función de lo que vaya a proponer ese medio, o sobre lo que ese medio configura como terreno válido para construir políticas.

“El poder político y el poder económico siguen mirando y actuando en función de lo que reconocen como ´diarios de mayor influencia´. Si pretendemos que el mundo de lo político se aleje de las coordenadas de lo fijado como agenda mediática, hay un grave error, que consiste en seguir pensando políticas públicas en relación con medios de comunicación que hegemonizan el sistema mediático. Esto incita a mirar el diario con mayor distancia crítica, a correrse hacia la búsqueda de agendas propias y dejar de pensar: ´¿Cómo me va a tratar el medio, cómo voy a salir?´. Hay cierta dirigencia que todavía cree que depende de la bendición de un medio de comunicación para consagrase políticamente y sigue subordinándose a sus definiciones, y se posiciona de acuerdo a la tapa de un diario o de un título efectista en un diario digital. La historia reciente nos ha demostrado lo contrario: se puede ir contra las corporaciones mediáticas y al mismo tiempo tener respaldo social y popular, como lo ha conseguido este gobierno, con la mayoría de los medios privados en contra".


Arte y parte

Las digitadas operaciones mediáticas, tanto a nivel nacional como provincial, no han cejado desde que estalló el primer conflicto policial. El uso y abuso de titulares catástrofes, anuncios de desborde social, fotografías trágicas que no se condicen con la “noticia” puesta en exhibición, y la apelación continua a los fantasmas del pasado, son algunas de las estrategias montadas por los medios hegemónicos. Por supuesto, MDZ apenas ha atenuado la tónica. Dadas la centralidad y vitalidad de las que la libertad de expresión goza en Argentina, para buena salud de nuestra democracia presente y a futuro, Baranchuk y Espeche fueron consultados sobre qué es atribuible hacer para, al menos, atenuar los efectos de esas prácticas antidemocráticas. Dijo Mariana Baranchuk:

“Es una discusión compleja. Cualquier punto que se tome en relación con la libertad de expresión es en abstracto. Es decir: ¿cuánto pudieron influir los dichos de los medios en los ataques a las personas y la propiedad? Es difuso verificarlo. Entonces, que quede como antecedente alguna práctica relativa a la censura es absolutamente peligroso. Es peligroso poner en la mesa que mintieron y falsearon. Es mejor jugar con lo que se pueda contraofertar desde otros medios. Y, en los casos en que la mentira es evidente, ponerla claramente de manifiesto. Aun teniendo razón, si nosotros termináramos impulsando una legislación que prohíba determinadas prácticas estaríamos cediéndoles el terreno. Consideramos que esto es sedicioso, pero mañana pueden señalarlo acerca de nosotros. Esto tiene que ver más con lo educativo y formativo que con lo sancionatorio. Aunque nos duela y nos moleste, es preferible la duda a la sanción. Sí son exigibles la sanción moral, el trabajo sobre lo que debiera ser, una educación y un cambio cultural colectivo en función de cómo son las cosas que se cuentan. Así irá cayendo la credibilidad de esos medios, por el peso de su propia mentira".

En tanto que Espeche estimó: “Para cualquier medio de comunicación, una crítica a sus prácticas es considerada un ataque a la libertad de expresión. Inmediatamente aparece el ´Nos quieren censurar´. Nosotros tenemos que estar tan sujetos como el resto de las instituciones de una sociedad a cuestionamientos sobre nuestra tarea. Eso de ninguna manera es violatorio de la libertad de expresión.
 
“El problema es que el medio no acepta que es un actor más de la sociedad. Se presenta por fuera de los conflictos sociales. Su tarea parece ser transformar lo real en noticia, como si estuvieran reflejando la realidad, y no asumiendo explícitamente un punto de vista que de manera concreta sí hacen. Si dijeran: ´<somos un medio que está en contra de este gobierno', sería mucho más saludable. Pero siguen diciendo que hacen periodismo neutral e independiente, cuando son parte de este clima de desestabilización y caos social, de agitación a los saqueos. El gran privilegio de los medios de comunicación es que siempre pudieron abstraerse de su participación concreta en los conflictos y presentarse como actores que miran de soslayo o de arriba, y que esa mirada es objetiva e imparcial. 

“Es fundamental para los futuros profesionales entender que no es natural la idea de estar afuera del conflicto. Si alguien comienza a trabajar en un medio creyendo que está afuera del conflicto, y que lo mira de manera equidistante, estamos formando mal. Un profesional de la comunicación tiene que estar preparado para entender que las instituciones mediáticas cumplen funciones clave en la construcción simbólica y cultural de un país, en el relato y en el establecimiento del límite entre lo  justo y lo injusto. El periodista no puede no saber esto, no puede desconocer que forma parte de algo con posiciones tomadas y que es un actor político central de los conflictos de los que intenta dar cuenta. A diferencia de otras instituciones, los medios tienen el relato. En ese contártelo, el periodista utiliza determinadas técnicas para mostrarte que el conflicto está por un lado y el relato por otro".

mdz online, mariana baranchuck, ernesto espeche, desestabilización, democracia, medios hegemónicos,