El sol en nuestra cocina

De las energías “sucias” a las “limpias”.

El sol en nuestra cocina

Alumnos armando un horno solar (foto: ingeniera Verónica Hidalgo).

Facultad de Ciencias Agrarias

Ambiente y desarrollo

Suplementos

Vera Lucía Almuna Carrizo, becaria de Prensa de la Facultad de Ciencias Agrarias

Publicado el 28 DE DICIEMBRE DE 2015

La educación ambiental en la etapa de escolarización del secundario es la última oportunidad que tiene el sistema educativo obligatorio para intervenir en la creación de conciencia y valores ambientales en los alumnos y por su intermedio, en las familias y comunidad. Por esta razón, un equipo de profesionales y alumnos de la Facultad de Ciencias Agrarias, a través de un proyecto Mauricio López, ha intervenido en la educación de alumnos de la escuela secundaria en la aplicación de conceptos y herramientas para el uso de energía solar para cocinar. Se trata de un significativo aporte a la calidad de vida de las familias de los alumnos y un buen ejemplo a ser imitado por la comunidad rural de Ugarteche, que es donde se afincan los estudiantes de la escuela.

Desde las aulas hacia la comunidad, los alumnos son los promotores del cambio del uso de energías “sucias” a “limpias”. Para ello resulta necesario que el alumno construya su cultura y su comportamiento ambiental, incorporando los saberes que le permitan comprender la estrecha vinculación entre las actividades cotidianas de las personas y el cambio climático, e identificar qué prácticas favorecen el desarrollo sustentable de la humanidad.

Dado que en el sistema educativo universitario existe una deficiencia en las actividades de extensión en temas ambientales, es relevante que docentes, no docentes, profesionales y alumnos se amalgamen y se prueben en el territorio a través de un proceso de transferencia al medio, por lo que trabajar con los alumnos, para entrenarlos como extensionistas de prácticas de cuidado ambiental en sus comunidades, aporta valor agregado a la formación profesional.
 

La situación actual del lugar y de la población

Este proyecto se desarrollará conjuntamente con docentes de la Esc. N° 4-038 Arturo Jauretche, perteneciente a la localidad de Ugarteche, Luján de Cuyo.

Los hogares presentes en las zonas rurales tienen condiciones muy desfavorables respecto de la calefacción y la cocción de alimentos, debido a situaciones de pobreza e insuficiente infraestructura. Desde hace ya bastante tiempo ha sido probado que una adecuada nutrición e higiene alimentaria, fundamentalmente en los primeros años de vida, impacta favorablemente y en forma directa en el futuro desarrollo de las personas, y que la falta de éstos se constituye en un grave problema para el desarrollo de las familias periurbanas.

La gran mayoría de los grupos familiares, cuyos hijos asisten a la escuela secundaria, no tiene acceso al gas natural y se ve obligada a utilizar el gas envasado. No menos cierto es que muchas veces esto escapa al poder de compra y, en consecuencia, se utilizan leña o carbón, que son nocivos por los gases liberados. El consumo de estos combustibles presenta condiciones desfavorables desde el punto de vista de la salud respiratoria, agravado muchas veces por las deficientes condiciones de ventilación, que aumentan las probabilidades de accidentes. Finalmente, se favorece la sobreexplotación de los recursos forestales renovables autóctonos para la obtención de leña.

El uso de gas natural o envasado, leña o carbón para la cocción de alimentos, produce emisión de gases, entre ellos el dióxido de carbono (CO2), principal causante del calentamiento global. El uso de energías no renovables “sucias” (gas natural o envasado) implica destinar recursos energéticos para su extracción, transformación y transporte a cada uno de los hogares, lo que genera una significativa huella de carbono, hecho que es válido en aquellos hogares que cocinan con hornos o cocinas eléctricas, dado que ésta se produce en usinas generadoras de electricidad alimentadas con gas o fuel oil. La obtención de leña impacta sobre la estabilidad de la flora nativa al superar su tala la tasa de recuperación de la biomasa, además de provocar efectos nocivos en la salud de las personas que respiran los gases emanados de su combustión. Por estas razones, el uso de estas energías debe ser replanteado en forma urgente.

La toma de conciencia sobre el impacto que las actividades del hombre ejercen sobre el ambiente es de relevancia, de tal modo que el uso de energías alternativas se convierte en una posibilidad de emplear otros recursos para seguir satisfaciendo las necesidades de las presentes y futuras generaciones.

La formación técnico-agraria de los alumnos permite complementar los conocimientos mediante la incorporación de conceptos y herramientas ambientales que les permitan tener una visión más integral del vínculo sociedad-ambiente.

El equipo de docencia, investigación y extensión posee capacidad de diagnóstico de los problemas ambientales con énfasis en emisión de gases efecto invernadero y la utilización de recursos naturales renovables (leña), técnicas constructivas de artefactos que aprovechan la energía solar (hornos solares); sumado a esto, el aporte del conocimiento sobre calidad alimentaria en la cocción saludable de alimentos. A través del aprendizaje colaborativo se trata de cambiar el paradigma del consumo de recursos naturales con baja tasa de renovación por el paradigma de desarrollo sostenible a través de la educación, mediante el uso de las energías “limpias” como la energía solar.

El proceso de enseñanza-aprendizaje entre la comunidad, los alumnos y el equipo extensionista permite el desarrollo de una dinámica centrada en la resolución de problemas cotidianos, en el planteo y evaluación de hipótesis que se puedan verificar en la realidad, en la experimentación y en la contrastación de los resultados obtenidos en los experimentos frente a las hipótesis planteadas, mediante un proceso constructivista. Es por esto que se busca que el alumno tenga la genuina actividad mental que involucre hacerse preguntas, indagar y compartir las ideas propias.

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