En primera persona

Un testimonio.

En primera persona

Víctor Festa, coordinador de Remar Mendoza y recuperado de una adicción. Foto: Mendoza Post.

Sociedad

Especial adicciones y delito

Unidiversidad

Unidiversidad / Mariano Rivas

Publicado el 24 DE MAYO DE 2018

“Yo fui desde los 16 a los 30 años adicto, 14 años. Consumí todo tipo de drogas, pero era adicto a la cocaína. Hace 12 años que estoy recuperado”. Víctor Festa, con una adicción que pudo dejar en el pasado, hoy es coordinador de la sede mendocina de Rehabilitación de Marginados (Remar), la red cristiana de centros de contención para personas con adicciones.

Festa relata: “No salí a robar pero, por ejemplo, ponía cheques truchos, estafas, o me ponía a vender droga para mantener mi vicio”.

El coordinador de la ONG cuenta que también tiene experiencia como voluntario en las prisiones de Boulogne Sur Mer, Almafuerte y San Felipe. En este sentido, apunta que, en relación con aquellos presos ligados a los delitos de robo a mano armada y homicidio, “de diez, ocho tienen problemas de consumo problemático”.

Por otro lado, aporta un dato: “La cocaína de no máxima pureza está en un promedio de $ 150, $ 200 el gramo, y un adicto necesita 3 gramos por día. Necesitás $ 600 en promedio, con otras cosas que podés mezclar, como alcohol, para poder mantener tu vicio. Y si no trabajás, ¿qué hacés? Salís a robar”.

Un análisis que el entrevistado hace de la posible relación entre la drogadicción y el delito, que califica como “innegable”, es que al principio la persona tiene una situación laboral para poder mantener su consumo, pero luego eso cambia. “Obviamente que después genera problemas laborales, los echan, pero hay que seguir manteniendo esas adicciones”. Por otro lado, “los que nunca generaron una cultura de trabajo, porque desde muy jóvenes se empezaron a drogar y no se capacitaron ni trabajaron, al primer síndrome de abstinencia y al no poder conseguir la droga salen a robar”, concluye.

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