Fantasías monstruosas de ayer y hoy presentan… El silencio

El proyecto del realizador y artista visual mendocino Andrés Llugany fue uno de los 24 ganadores del Primer Concurso de Telefilmes para la Televisión Digital Abierta, realizado por el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales.

Fantasías monstruosas de ayer y hoy presentan… El silencio

El realizador Andrés Llugany

Cultura

Unidiversidad

Emma Saccavino

Publicado el 17 DE MAYO DE 2013

Múltiples habilidades ha desplegado Andrés Llugany desde este rincón del planeta. Entre ellas, hay una particularmente admirable, que se percibe en su cotidianidad: da la sensación de que el realizador se fabricara, a menudo, un universo a prueba de mediocridad y chatura mental a su medida. Y allí parece habitar.
 

Mantener una charla con este prodigioso artista visual, músico y escritor es una invitación a abandonar la uniformidad reinante para sumergirse en ese imaginario, en el que hay lugar para otros infinitos mundos, habitados por fabulosas criaturas que claman por emerger a la superficie. El silencio, proyecto con el que Andrés acaba de ganar el Concurso Nacional de Telefilmes para la Televisión Digital Abierta organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), es uno de ellos.

El telefilme fue seleccionado junto con otros 24, uno por cada provincia, de entre 215 producciones y, como los demás, será emitido para todo el país. “Dentro del plan de fomento de contenidos hay varios concursos. Este es el primero que se hace de telefilmes”, es decir “películas pensadas para televisión que deben durar 48 minutos. Lo que le da la característica es la duración y el formato”, explica el joven mendocino con su grave registro vocal, otro de los componentes que lo tornan un ser pleno de misteriosa magia.

Para El silencio, como para sus proyectos anteriores, Andrés se apoya en un equipo que ha transitado su “ruta” cinematográfica: Selva Tulián y Bruno Valente en dirección de arte, Fernando González en cámara y fotografía, Franco Pellegrino en producción y Manuel Alonso en sonido directo y posproducción de sonido. Para él quedaron nada menos que los roles de director, guionista y montajista.

 La génesis de El silencio es, fiel a su autor, curiosamente divertida: “Tenía un guión de 15 minutos que era como un chiste largo acerca de un torneo de ajedrez”. Esta no es una competencia cualquiera, pues sus contendientes son nada menos que monstruos. “Los personajes iniciales eran un tipo que entrenaba a un monstruo, el Futre, para participar en una competencia de ajedrez. Al adaptar la narración a las características exigidas por el concurso usé la historia como telón de fondo, le agregué una familia y busqué un conflicto que se da en el seno de esa familia mientras él entrena a al monstruo”.

¿Cuál es la médula conceptual del conflicto?

Tiene que ver con la incomunicación entre los seres y cómo cada uno trata de llevar al otro a su propio universo, cuando en realidad el tema está en acercarse al universo del otro o buscar un universo común a los dos; de otro modo, no hay solución real posible”.

Si seguimos de cerca la considerable filmografía de Llugany, compuesta casi exclusivamente por cortometrajes ­–entre los que encontramos títulos como No respiren sobre mi retrato, La mascota efímera, Alicia se muere otra vez, Los flautistas de Jarmelín o Escenas de la convivencia entre el Montulante y el Opipipi, con el que fue premiado en 2012 en el MENDOC– descubriremos un modo de contar, técnico y estético. Y El silencio, primer largometraje de Llugany –“al menos el primero que terminaría”, dice–, no es la excepción.

“Es una historia muy visual y sencilla. Y está armada con elementos que he manejado siempre: no tiene diálogos, transcurre entre extremos de claridad y oscuridad. Pero no hay narración en acción, que es otro de los recursos sobre los que suelo trabajar”.








¿Qué tipos de monstruos veremos en el telefilme?

Son monstruos tradicionales del mundo: el Yeti, el vampiro, la momia, el Chupacabras y claro, el monstruo “original”, el Futre. Cada uno tiene una característica que lo distingue: hay tristes, mas melancólicos, más de terror.

En tus creaciones se respiran atmósferas oníricas, fabulosas, exóticas, universales, ¿cuáles fueron tus búsquedas en este sentido?

De algún modo todo forma parte del mismo universo, por muy realista que sea; la fantasía está siempre presente de alguna forma. Lo que sí creo es que esta película explorará distintos climas, atmósferas que tienen que ver con Mendoza, como la siesta o el silencio de la montaña, por ejemplo…

Y por aquí puede venir, estimo, la elección del título…

Claro. Es que el concurso, que tiene una impronta federal, exige como requisito que represente a tu zona, y por eso funcionó para mí como un factor condicionante. Creo que el silencio es algo muy característico de una persona de la montaña, y que existen relaciones basadas en gestos, en movimientos, en conocerse de otra forma, más allá de la palabra. Las palabras, en muchos casos, son incluso un estorbo.

Por lo que contás, imagino que El silencio se construirá en clave desopilante…

Me parece que puede ser cómico, yo no quise pero los que leen el guión se ríen mucho. Creo que lo que da gracia son algunas inclusiones absurdas o bizarras, todo lo que rompe el realismo. Son, tal vez, pequeñas incomodidades las que llevan a una sonrisa. Lo que sé es que es mucho más divertido filmar a un monstruo que a un tipo sentado en una silla (risas).

Tu obra suele asumir ciertos rasgos dark. ¿Habrá algo de eso?

Mmm… esta vez, no mucho, pues la historia transcurre al aire libre y durante las siestas, así que creo que va a haber solcito.

¿Y las locaciones?

Vamos a rodar en algunos rincones de la montaña, en el club la Cieneguita de Las Heras y hay una escena importante en un estadio, que es donde transcurre la competición de ajedrez.

Dispuesto está, potenciales espectadores, este excéntrico e ingenioso tablero. A la expectativa quedamos.

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