Festival Fauna Primavera: muy rico todo

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Festival Fauna Primavera: muy rico todo

Cultura

Unidiversidad

Cande Herrero, Mauri Torres, DJ Uter

Publicado el 16 DE NOVIEMBRE DE 2018

Fauna Primavera Red Bull Music Stage

El escenario a destacar del Fauna Primavera fue el Red Bull Music Stage, que a pesar de tener un tamaño bastante menor y estar un tanto retirado de los dos escenarios principales, compensó con sonido poderoso y una propuesta musical alternativa y novedosa a aquellos que se acercaron a descubrir de qué se trataba. Cabe destacar que en su mayoría fueron artistas latinoamericanos, pero cada uno con una identidad particular.

La jornada arrancó con el electro-pop bailable de Iarahei, seguido de las rimas del príncipe del trap chileno Gianluca, incorporado al line up a último momento, en lo que fue una fuerte y arriesgada apuesta de la productora cuando la visita del chicano californiano Cuco se viera truncada por el accidente automovilístico que sufrió con su banda en plena gira. Luego, Gus Dapperton, el jovencísimo héroe nerd que la noche anterior había tocado en la mítica disco Blondie junto con Nathy Peluso y el dj peruano Arístidez, presentó su combinación de dream pop y new wave moderno y freak.

Mientras los brasileños Selvagem inyectaban funk en el pasto del terreno y ponían a bailar a los curiosos que se refugiaban del sol radiante entre los árboles que rodeaban al escenario Red Bull, otros se iban acercando ansiosos por los ritmos urbanos y versos explosivos que Felipe Berríos, más conocido como Bronko Yotte, desplegó sobre las tablas. Bronko Yotte estuvo acompañado de una compacta banda de bajo, guitarra, el DJ Pérez en las bandejas y la voz de la corista Macarena Campos, que por momentos adquiría tanto o más protagonismo que la del propio Bronko.

R&B, hip hop clásico, algo de soul, trap y el inevitable toque “latino” nos demostraron en tan sólo 45 minutos por qué es uno de los máximos referentes de la escena de hip-hop chilena. Una escena cargada de historia y tradición, pero que se encuentra en constante evolución.

La fiesta y el “sandungueo” continuarían con el explosivo set de Nathy Peluso, quien abrió el show invitándonos a probar “un poquito de manteca caliente”. La argentina radicada en España, pero autodeclararada “ciudadana de la Patria Grande”, se encargó de profesar su amor por el continente entre tema y tema. Es que el cóctel de dancehall, hip hop, reggaetón, salsa, bossa nova y hasta bolero (“Dos Gardenias”) no suena a pastiche inconexo, sino a pura identidad latinoamericana. Su presencia es tan magnética que sólo unos pocos se atrevieron a escapar para no perderse el comienzo de "At The Drive In". El cierre furioso fue con “Esmeralda” y “Corashe”, dos de los hits de esta mujer fuerte, bailarina desenfrenada y artista polifacética, cuyas líricas, además, están cargadas de contenido.

Fueron una vez más las féminas las encargadas de sacudir el avispero. En este caso, la apuesta de la producción a los números locales rindió sus frutos, ya que Fran Straube (exbaterista de los chilenos Miss Garrison) deslumbró con su nuevo proyecto de pop electrónico experimental Rubio. Estrenando su larga duración debut, Pez, y acompañada por batería, sintes y un violín, en una puesta sencilla pero efectiva, Fran montó capas y capas de paisajes oscuros y ominosos, usando su voz casi como un instrumento más.

Cuando el reloj marcaba las 22.00 y la odisea de conseguir alimentos se tornaba en una misión casi imposible (uno de los puntos más criticados del evento fue la pésima organización del espacio gastronómico, donde no sólo las filas eran eternas, sino que al llegar al mostrador, los usuarios se encontraban con la no tan grata sorpresa de que las opciones a elegir eran pocas o prácticamente ninguna), la música de los Dengue Dengue Dengue fue un combustible necesario para resistir nutriéndose de una dosis de folklore digital. El plus fue la participación del dúo Afroperuvian Drums, que le aportó el toque orgánico con bongoes, tumbadoras, cencerro y cajón a los beats galopantes y mántricos del dúo oriundo de Lima. Una pista de baile al aire libre con visuales cinematográficas de impronta ancestral. Una bomba.

El cierre del Red Bull Music Stage estuvo a cargo de una leyenda de los años 80: Egyptian Lover. Al mando de su ya icónica máquina de ritmos Rolant TR-808 (hoy un emblema del trap), el productor nativo de Los Ángeles disparó casi dos horas de electro, breakbeat y Miami-bass para que la fiesta no se detuviera.

 

Fauna Primavera Vans Stage

Uno de los escenarios principales del festival Fauna Primavera (Vans Stage) abrió una bellísima tarde en Santiago de Chile con la presentación de Barbagallop. Canciones estilosas en un estiloso francés definieron gran parte de la pulsión emotiva que se superaría en cada show del festival. Julien Barbagallo es el baterista de Tame Impala, tiene tres discos editados y, como muchos artistas de esta line up, recorre Sudamérica tocando sus canciones.

Luego subió Connan Mockasin. El inconfundible rubiecito desarrolló sus canciones con una anécdota muy simpática: un problema técnico dejó fuera de juego un teclado y sus bases. Lo reemplazaron con un sonidista que, según el rumor, se estaba aprendiendo las canciones en el bajo. Luego nos enteramos de que en realidad era Andrew VanWyngarden, líder de MGMT (Connan Mockasin había colaborado en el último disco de MGMT).

Sin dudas, una de las sorpresas de la tarde fue Built to Spill. El proyecto liderado por Doug Martsch, presentando su formato trío, repasó sus casi tres décadas de carrera llevándonos al indie de los 90 con mucha sinceridad. Pudimos disfrutar un show honesto, redondo, armónico y atrapante que no nos dejó mirar hacia otro lado en ningún momento. Observamos atónitos la forma en la que nos transportaban desde picos muy enérgicos hasta las melodías más suaves en una misma canción, mientras escuchábamos una voz adolescente-skater salir de un relajado y pelado Doug Martsch que convirtió su guitarra en juguete de goma. Lo único que quedó por hacer fue aplaudir respetuosamente cada vez que un silencio nos dejaba mirarnos las caras y buscar respuestas al paseo indie en el que nos encontrábamos.

El clímax rockero llegó por supuesto de la mano de At The Drive In. La banda conformada por los fundadores de la gigantesca The Mars Volta, Cedric Bixler-Zavala (voz) y Omar Rodríguez-López (guitarra y voces) encendió el pogo furioso del Broadway y cortó los bailecitos indies. Los artistas tocaron principalmente temas de su disco Relationship of Command, anterior a su separación (2001), algunos de In-ter-a-lia (disco de su “segundo regreso”, de 2017) y dos de su primera época.

ATDI logró cumplir las expectativas de un público muy exigente, mitad indie, mitad buscando romper todo y disfrutar uno de los vivos más potentes de la escena punk/hardcore mundial. Cedric Bixter hizo dudar de su edad, saltando, pogueando, cantando acostado en el piso y sobre los parlantes, pateando micrófonos y agitando con su característico acento mexicano durante todo el show. 

Es necesario destacar por sobre todo al violero Omar Rodríguez-López. A fuerza de distorsión y buen gusto, desplegó solos extensos, permanentes y enérgicos que se separaban de las canciones para tomar vida propia y así robar la atención de los presentes, quienes se alternaban entre poguear y mirar a Rodríguez con la boca abierta.

El cierre del escenario Vans Stage con MGMT tuvo la dosis de lisergia esperada. En el show intercalaban canciones que ya tienen una década ("Kids", "Time to Pretend", "Electric Feel") con una concentrada revisión de Little Dark Age, el último disco de los infantes convertidos en revisionistas de su propia obra.

Además, hubo momentos específicos sólo aptos para público sensible, como la  interpretación de "Siberian Breaks", del disco Congratulations (2010), que nos regaló 15 minutos de progresismo futurista. Las visuales, de una hipnosis casi epiléptica, acompañaron paisajes psicodélicos y surrealistas de uno de los shows más imponentes del festival.

 

Fauna Primavera Ballantines Stage

El escenario principal hizo su apertura de la mano de los locales Playa Gótica. La banda nos recibió con su hermoso estilo indie-pop de mucha playa y un toque de gótico. En poco tiempo, el cuarteto ha sumado muchos adeptos que los acompañaron en el gran desafío de abrir el festival temprano y con un sol abrasador.

Luego del arranque, el escenario nos marcó las reglas del juego fuertemente en una tendencia que se repetiría a lo largo del festival: mujeres poderosas, fuertes y sensuales dando cátedra sobre cómo bancar firmemente un escenario y emocionar íntima y personalmente a cada uno de los presentes. Las californianas Warpaint, por segunda vez de visita en Chile, nos recibieron en este viaje mientras repasaban temas de sus tres discos y su EP de 2008. Con mucho tacto y picardía, fueron construyendo la relación con el público, sacudiéndolo con bases rítmicas firmes y poderosas mientras nos acariciaban con hermosas capas de voces a cargo de Emily Kokal, Theresa Wayman y coros de Jenny Lee Lindberg.

Si hay una monarquía en la escena chilena, es de Javiera Mena, que ocupa un noble lugar. Respetada por el público local y visitante, Mena fue sólida y emocional con sus canciones. Enfundada en un llamativo traje de vinilo rojo, se plantó fascinante en el escenario. Canciones frescas y profundas de su nuevo disco Espejos se mezclaron con melodías clásicas.

Es real la vigencia conceptual de las canciones de “Otra Era”, en la que estábamos acostumbrados a ver coreografías en el escenario. En este caso, la banda de músicos y coristas acompañaban sobrios y eficaces el magnetismo maduro de Javiera Mena. En un emotivo momento, tocó un cover de Mecano “dedicado a nosotras” (“Mujer Contra Mujer”), una balada sorpresiva y coherente con una tarde que adquiría la justa gama de colores para moverse por el predio en busca de más sonidos.

Ya con la noche sobre nuestras cabezas, hizo su aparición Death Cab For Cutie para traernos algunos hits indies con fuerte impronta emo, y énfasis en sus discos más nuevos. Directo desde Washington, llegaron por primera vez a Chile y tuvieron algunas dificultades para conectar con el público, que los encontró “desganados” (al contrario de sus mentores Built To Spill). Una propuesta perfeccionista, suave y aséptica con un sonido super prolijo, no apto para atrapar a personas que se aburren fácilmente, ni hablar del hambre de cena que le hacía competencia.

A esta altura, encontramos más emoción en las propuestas de Rubio y Dengue Dengue Dengue (ver RedBullMusic Stage).

Hasta que por fin llegamos al imponente cierre, Lorde, la artista neozelandesa de 22 años, conquistó todos nuestros sentidos. El show abrió con un tema de Running Up the Hill de Kate Bush (su “hada madrina”) apenas terminó MGMT en lo que se volvió un continuado al estilo matiné que mantuvo la emoción a flor de piel cuando sonaron los primeros acordes de “Sober”. Siguieron “Homemade Dynamite”, “Tennis Court” y el cover de “Magnets” (Disclosure). Para entonces, ya nos tenía a todos enamorados.

Es que estos temones se combinaron con una puesta increíble: Lorde se paseaba de una punta a la otra con un vestido pomposo de tul transparente que la convertía en fantasma aterrador, quinceañera y reina de la fiesta a la vez, seguida por seis bailarines que la acompañaban bailando y haciéndola volar por los aires sin que perdiera ni un segundo el pulso de su voz imponente. Las visuales perfectamente coordinadas con sus canciones parecían sacadas de una película de Sofía Cóppola.

Volvamos a Lorde. La autora del pegadizo “Royals” nos cacheteó con sus canciones hasta que entendimos a fondo qué es lo que nos atrapa de ella. Nos encontramos con una mujer muy poderosa y sensual, agresiva y amable, fiestera y solitaria, llena de esa sabiduría adolescente que tan bien nos enseña (o nos hace recordar) con sus letras. Magnética y sincera por sobre todas las cosas, Lorde se comió el escenario cantando las letras que las chicas queremos cantar y escuchar mientras conquistamos los espacios que no pueden prescindir de nosotras si pretenden innovarse.

Lorde se mostró muy emocionada y conectada con su público chileno. Charlaron en español y en inglés, bailaron, se escucharon y se mimaron de principio a fin con la efímera y hermosa promesa de ser incondicionales entre sí en los momentos difíciles. Para la despedida, el cierre iluminado de verde con “Green Light”, sin dudas un himno millennial, redondeó un show perfecto mientras mirábamos una lluvia de papelitos volar en el medio de las montañas santiaguinas.

 

Fauna Disco Stage

Aquellos con energía suficiente para seguir la fiesta que LOorde comenzó corrieron al escenario “Disco” dedicado a la música electrónica, para seguir bailando con el alemán Paul Kalkbrenner y la rusa Nina Kraviz. Este espacio, una gran discoteca con escaleras, bolas de espejos y un imponente escenario, sólo se colmó al finalizar los escenarios principales. La distancia que lo separaba del resto de los shows complicó el antojo para muchos de acceder a una probadita del finísimo set del peruano Aristidez (que había compartido line up con Nathy Peluso y Gus Dapperton en la mÍtica Blondie, de Santiago la noche anterior).

El templo Disco también presentó el techno de los locales Der Nautilus, Raw C y Fernanda Arrau, o los beats del único exponente argentino de la velada: Gattoni. Quizás, además de lo gigante del espacio o lo alejado de los otros escenarios, este fue el punto que más en contra le jugó a la Disco: mientras en los otros tres stages el eclecticismo musical primó, en la pista de baile sólo sonó techno.

Así, el Fauna Primavera logró posicionarse como uno de los festivales más audaces y atractivos de nuestra región. Ya estamos expectantes al próximo line up.