Gobierno de los CEO

Por Fernando González.

Gobierno de los CEO

Nacional

Especial Marcha atrás

Unidiversidad

Fernando González

Publicado el 17 DE FEBRERO DE 2017

"Yo no creo que sea el fin del mundo perder una elección. Porque no creo eso de que, si el oficialismo no gana las elecciones intermedias, se pone en juego la gobernabilidad”. La frase la dijo María Eugenia Vidal hace una semana. Pero los errores sucesivos del gobierno de Mauricio Macri, que hicieron eclosión con las patinadas ancestrales en los casos del Correo y el del disparatado redondeo negativo de las jubilaciones, demostraron que aquella profecía de la Gobernadora estaba equivocada. Aún en el estado catatónico en el que se encuentra el peronismo derrotado y sin líder a la vista, parece estar recuperando la capacidad de reconstruir su vocación de poder gracias a la habilidad del macrismo para autoflagelarse y diseñar su propio infierno.

Ni siquiera la mezcla explosiva de recesión e inflación que caracterizó al 2016 le hicieron tanto daño a la imagen del Presidente como la serie de desaciertos registrados en este febrero fatídico. La racha negativa comenzó con el error no forzado del feriado del 24 de marzo, en el que Macri repitió su ahora clásico “me equivoco y lo corrijo” para el Día de la Memoria. Un par de días después pasó a la posteridad el director de la Aduana, Juan José Gómez Centurión, quien enterró en 15 minutos de TV su breve fama de funcionario incorruptible al afirmar sin pestañeos que la última dictadura militar no había planificado la saga de secuestros, muertes y desapariciones que conformaron el subsuelo del terrorismo de Estado. Y, aunque hubo algunos otros episodios menores, la falta de timing político para manejar la brasa ardiente de la deuda de Correo Argentino y la falla imperdonable con el cálculo aritmético de las jubilaciones cerraron un mes de regalo que el peronismo jamás hubiera imaginado.

El Gobierno de los CEO, como se lo caracterizó socarronamente desde el comienzo de la gestión de Macri, parece más bien un gobierno de pasantes. Un concepto que deslizó el diputado del PJ, Diego Bossio, y que provocó sonrisas en una reunión parlamentaria, pero que ahora está tomándose mucho más en serio en las tertulias del poder.

El deterioro de la gestión macrista afecta al propio Presidente, quien ayer debió enfrentar personalmente la tormenta y anunciar en conferencia de prensa su enésima marcha atrás con los casos del Correo y de las jubilaciones. Pero, sobre todo, pone bajo presión al tridente que conforman el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y sus dos lugartenientes, los ex-CEO Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Es que todas las instancias políticas y económicas de la gestión macrista pasan por ellos y la sensación de barco a la deriva de las horas recientes es mucho más responsabilidad del trío empoderado que del ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, o del director de la Anses, Emilio Basavilbaso. Dos de los funcionarios que cometieron los graves errores o que, eventualmente, aceptaron cometerlos en nombre de la autoridad superior.
 

El hombre común, ¿o errante?

Macri necesitó utilizar el peso de la imagen presidencial para equilibrar el daño que no pudieron reparar las respuestas públicas de sus ministros. “Si quieren alguien infalible, busquen a otro”, desafió el Presidente, acudiendo a la metáfora del hombre común que le diseñó su consultor de cabecera, Jaime Durán Barba, y que tanto rédito le dio en la campaña presidencial. Pero la campaña no es la gestión. Y el abuso de la herramienta electoral del Presidente que comete errores y los reconoce ha envalentonado a un peronismo que goza de fosas nasales especiales para detectar el olor de la debilidad en sus contrincantes. Sobre todo cuando está fuera del poder y presiente la cercanía de nuevas oportunidades que le alimenten la fantasía de poder recuperarlo pronto. Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa padecieron esa intensidad.

 

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especial marcha atras,