Historia, historiografía y enseñanza en la escuela

La autora es docente de las facultades de Educación Elemental y Especial y de Filosofía y Letras de la UNCUYO.

Sociedad

#12 - Bitácora de la Independencia

Edición U

Silvia Sosa de Esteves

Publicado el 03 DE JULIO DE 2016

Promover una relectura del pasado, en particular en relación con la especial significación que adquiere el año del Bicentenario de la Independencia, nos obliga a desentrañar los significados y sentidos otorgados por los protagonistas de ese contexto.

Releer ese pasado en clave de proceso histórico y sus cambios en el actual registro de historiadores de las últimas décadas como Halperin Donghi, Natalio Botana, Ezequiel Gallo, Hilda Sabato o Jorge Myers es una invitación a revisar las versiones que se reproducen en la escuela.

El 9 de julio de 1816 es un acontecimiento que se inserta en un proceso más amplio, que se inició en el Río de la Plata a comienzos del siglo XIX, con la invasión de Napoleón en España, y que tuvo un profundo impacto en las decisiones de las ciudades de la América española. El 9 de Julio de 1816 implicaba la asunción de la independencia de los pueblos representados por esas ciudades del ex-Virreinato en la ciudad de San Miguel de Tucumán que, en sesión ordinaria del Congreso de la Provincias Unidas, imponían la emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España, dice el acta de independencia.

Serán las guerras de la Independencia las que se llevarán a cabo para romper con el orden colonial español. Al mismo tiempo, es lícito plantear las vicisitudes de una élite política que en tiempos coloniales adopta otras características por el movimiento independentista del siglo XIX. Entender esa ruptura es crucial para el cambio que supuso la opción revolucionaria.

Por otra parte, es necesario vincular el desenlace que representó la conformación de juntas, en particular la de Buenos Aires, que dio claros indicios de que se acercaba otra época, de las cuales los propios protagonistas no sabían ni podían descifrar en ese momento. La creación de la bandera por parte de Belgrano, aún sin contar con el apoyo del gobierno representado por el Triunvirato, como la preparación del Ejército de los Andes por parte de San Martín en Mendoza, son aspectos definitorios de la nueva orientación de la sociedad de ese momento.

En ese pasado puede entretejerse las transformaciones sociales y políticas que el proceso revolucionario provocó conmoviendo la vida privada y pública de las élites políticas de entonces, introduciendo nuevas prácticas de sociabilidad entre diferentes sectores sociales que permiten ver los cambios entre los contextos, el colonial y el revolucionario. No sólo fueron las grandes estructuras las que comenzaron a cambiar, sino las ideas, los intereses, las expectativas de los grupos sociales de entonces.

La década revolucionaria que se iniciaba suponía, entonces, el desafío de:

  • liberar estas tierras de españoles;
  • formar un nuevo orden político en el espacio del antiguo Virreinato, con nuevas prácticas, usos y costumbres.

De esta manera, la ligazón de todas las efemérides es inevitable: 25 de mayo, 9 de julio, 20 de junio, 17 de agosto y la actual conmemoración a Martín Miguel de Güemes.

Sin embargo, la tradición historiográfica que adquirió solidez en la escuela, sea por impulso de quienes gobernaron como por la pretensión política de formar ciudadanos, fue la producción historiográfica de Bartolomé Mitre.

Sus principales obras históricas, Historia de Belgrano y de la independencia Argentina y la Historia de San Martín y la emancipación Americana, inventaron otra tradición vinculada con la toma de conciencia de la nacionalidad argentina que, al igual que su territorio y su destino de grandeza, habían comenzado con la colonia y a fines del siglo XIX había dado forma a la Argentina moderna.

Esta versión, según Chiaramonte, significó la construcción de un mito, “el mito de los orígenes”. Así se cristalizó en la escuela una versión heroica, excepcional y casi extraña a los pueblos de entonces. La recuperación de las nuevas versiones de la historia, que reconstruyen desde otro lugar la vida del pasado con los sufrimientos, las pasiones, los conflictos y desencuentros de hombres y mujeres de carne y hueso, dieron otra orientación totalmente diferente a lo que se enseña en aulas y discursos políticos. El imperativo de la hora es reconstruir la experiencia social de esa época en toda su magnitud. En esta orientación se pretende hoy formar a los futuros docentes.