Historias atravesadas por el arte en la Plaza Independencia

Los artesanos están ahí, todos los ven, pero casi nadie sabe mucho de ellos.

Historias atravesadas por el arte en la Plaza Independencia

Foto: Ariella Pientro ( Fotógrafa Unidiversidad)

Sociedad

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Unidiversidad / Ernesto Gutiérrez

Publicado el 30 DE AGOSTO DE 2019

Lugar de tránsito de miles de mendocinos, visita obligada para los turistas, espacio de recreación y descanso para otros tantos; la Plaza Independencia, con sus mundos y sus protagonistas, es un emblema de nuestra provincia y zona de trabajo de artesanos, vendedores y músicos.

Haciendo foco en los artesanos, conocemos que su trabajo se extiende en el tiempo desde hace décadas, si se toma en cuenta a aquellos en que deambularon por la plazoleta Pellegrini (también conocida como plazoleta Além), por la calle San Martín (fuera del horario de comercio y casi clandestinos) y por la Plaza España; hasta que llegaron a su sitio actual.

En este punto estratégico, ganado hace más de 36 años, está Elizabeth y su familia, que vende golosinas, manzanas acarameladas, pochoclo y gaseosas, entre otras cosas. Robotín es el símbolo del negocio, que se convirtió, con el paso del tiempo, en una figura distintiva este paseo de Ciudad y es requerido para diferentes eventos de beneficencia en diferentes puntos de la provincia. “Lo piden de todos lados”, cuenta Elizabeth, dueña del robotito que viste los colores de Racing Club y que fue, en muchas ocasiones, atracción en las tribunas durante los partidos de verano que jugaba la Academia en el Malvinas Argentinas.

(Elizabeth y su familia, que vende golosinas, manzanas acarameladas, pororó y gaseosas. Robotín es el símbolo del negocio. Foto. Ariella Pientro)

Carlos Viera (63), otro de los "históricos" de la Plaza, contó que comenzó a trabajar como artesano durante la dictadura militar, recordó los momentos que se vivían en esos tiempos: “Poníamos los productos en la calle San Martín, a la altura de la Galería Caracol. Pero teníamos que hacerlo después de las 21 (para no tener problemas con los comerciantes) y estar preparados para que nos corriera la policía. Con la vuelta de la sdemocracia, surgió un espacio en la Plaza España. Pero en 1986 remodelaron ese espacio y nos pasaron a la Independencia. En 1993 cerraron la Plaza por la remodelación y tuvimos que irnos también”.

Otra que recuerda aquellos años es Marta Cuervo (56). “Durante la remodelación nos llevaron a la vereda sur de calle Sarmiento, entre Chile y 25 de Mayo, y nos instalamos ahí por un año y medio. Y cuando reinauguraron la Plaza, en 1995, no estaba previsto que nos dejaran instalar de nuevo. Tuvimos que remarla y pelearla mucho, juntamos como 9.000 firmas y nos dimos cuenta que teníamos el apoyo de la sociedad”, siguió la mujer.

(Marta Cuervo (56), artesana. Trabaja el tallado de madera y piedras. Foto: Ariella Pientro)

Oriunda de Colombia, Marta llegó en 1982 durante la dictadura argentina en busca de una mejor vida. “Llegue durane la dictadura de Galtieri, conozco mucho de la historia, por eso digo que soy colontina. Ese tiempo no fue bueno para nosotros los artesanos, el correr de un lado para el otro, no diría perseguidos, pero éramos mal mirados”.

Siempre remándola

La Plaza de las Artes es el nombre que también se le atribuye a la tradicional feria de la Plaza Independencia. En el pulmón verde de la ciudad hay 150 puestos de lonas y metal, todos construidos con un criterio uniforme. Y de ellos, 120 son de artesanos fijos. 

“A veces es muy difícil poder vender. Por momentos se hace difícil trabajar e ir de un lado al otro buscando, y a ello se suma que tampoco le escapamos a la realidad económica. Sin embargo, tenemos nuestro espacio que costó mucho conseguir. Quizás con un poco más de apoyo municipal podría volver el auge”, resumió Ramiro (41), quien hace cuchillos, pulseras y cinturones de cuero. Ramiro trabaja hace 15 años en su puesto, pero antes estuvo en la plaza España.

“Es difícil ser artesano. Es difícil no tener cobertura médica, tener mi edad y pensar que no voy a tener jubilación, pensar en llegar a viejo sin ningún tipo de amparo o de ayuda. Pasando en limpio, todo es difícil”, destacó a su turno Estrella Pedrosa (58), quien es escultora, ceramista y además trabaja en resina.

Estrella llegó a Mendoza en 1992 desde La Plata, Buenos Aires, para trabajar como artesana y estuvo entre las redactoras, junto a Viera, de la ordenanza que los autorizó en 1995 a instalarse de forma definitiva. “Esa ordenanza nos permitió no desaparecer. Porque antes era un decreto, y dependía del intendente de turno”, rememoró.

Ser artesano hoy

El primer problema que aflige a la artesanía es de índole comercial. Los artesanos no disponen actualmente de oportunidades para difundir y lanzar su producción al mercado.

(Familia de feriantes. Ramiro (41) quien hace cuchillos, pulseras y cinturones de cuero. Foto: Ariella Pientro)

“Queremos incentivar la feria con actividades culturales; unificando con músicos y otros artistas. Para que la Plaza tenga una actividad constante artística y se genere un público constante, pero nos sentimos abandonados por parte del gobierno”, acotó a su turno Hebe Villarreal (40), realizadora de juguetes de madera y tejidos.

“Hemos tenido épocas muy buenas, y épocas muy malas. Pero hemos sido marginados por el sistema siempre. Se nos excluye del camino del vino, no estamos en los itinerarios de las revistas de turismo. Siempre he sentido que no se me ha protegido desde el Estado”, acotó por su parte Estrella.

Por otra parte, hay que hablar de problemas financieros. El alza de las materias primas, la sustitución del barro y el metal por materiales más baratos, como el plástico y los sintéticos, el desconocimiento del emplazamiento de los talleres, etcétera, todos éstos son factores que inciden en el alza de precios de los productos artesanales, la disminución de las ventas y la crisis de los talleres

“Están muy flojas la ventas. Son tiempos difíciles, básicamente porque somos autogestivos y no hacemos productos que sean una necesidad básica. Estamos entre las últimas opciones de compras de la comunidad. El mendocino viene y te compra, pero muy poco.  Imagínate que vos le decís el precio y lo piensa, no entiende que las materias primas también aumentaron. Con el tipo de cambio, el extranjero sí te compra y mucho, admira las artesanías de nuestro país”, reflexionó por último Ramiro.

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