El lenguaje une culturas

La lengua une y relaciona comunidades; la inmigración es un ejemplo.

El lenguaje une culturas

Inmigración en Argentina

Facultad de Filosofía y Letras

El valor de la palabra

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Vanesa Seno, becaria de Prensa de la Facultad de Filosofía y Letras

Publicado el 13 DE OCTUBRE DE 2015

Las lenguas reflejan las experiencias y formas de ver el mundo de los hablantes. La cultura y el lenguaje están íntimamente interpenetrados. Cada pueblo forma su propio modo de ser y estar en la vida. Crea un modelo cultural que se construye a partir de las relaciones que los hombres de una comunidad establecen entre sí, con la naturaleza, las relaciones que una comunidad mantiene con otras comunidades y las relaciones que la comunidad establece con lo que ella vive y califica como sagrado. 

El léxico representa un destilado de la experiencia humana compartida. Dado que el hombre es visto como un ser individual, familiar y social, usa palabras para reflejar el lugar de origen, el sentido de identidad y el sentido de pertenencia a una comunidad. La lengua que da un sello de identidad y de pertenencia a un lugar se pone en juego, por ejemplo, en un proceso migratorio. El migrante –que emigra de su país de origen para ser inmigrante en otro– necesita comunicarse para poder relacionarse y allí se produce una vinculación entre lenguas o dialectos.

La migración puede tener múltiples causas personales y sociales, por lo que es vista como un proceso social, como una experiencia de vida. El contacto con otro idioma, con otra cultura, provoca que se reconozcan las particularidades de la cultura propia y del propio lenguaje, como así también deja marcas en la lengua, en el vocabulario y es contado y reflejado en la literatura.
 

Las letras y el reflejo del inmigrante

La cultura, el idioma, las costumbres que conforman la identidad de un pueblo suelen ser unas de las principales barreras que encuentra un inmigrante al llegar a otro lugar. Según de dónde provenga será cómo actúe: si se cierra a su grupo de pertenencia o asimila la nueva cultura a la que se enfrenta. Un ejemplo de inmigrante que se abre a la nueva cultura y la asimila es el italiano. En cambio, el inmigrante alemán se circunscribe a su entorno, a su lengua y grupo de pertenencia.

El principal lugar donde se plasma esta relación del inmigrante con una cultura es en las letras: en el lenguaje y en la literatura. Las letras logran reflejar lo que viven, sienten y experimentan las personas que deben vivir en un lugar al que no sienten como propio.

Cuando el individuo llega al nuevo país, debe enfrentarse con un contexto desconocido y diferente desde el punto de vista étnico y cultural, que a la vez le permite nuevas posibilidades de elección. Este proceso suele venir acompañado de discriminación debido a que es visto como un extraño. El extranjero es aquel que no viste nuestra ropa, ni habla nuestra lengua, ni piensa como pensamos. Es literalmente “otro”, alguien que está “fuera” de nuestro mundo. El extranjero se constituye desde la ausencia, la negación, la impotencia o la imposibilidad.

Sin embargo, los inmigrantes que viven en Mendoza, en su mayoría, no se han sentido discriminados. Así lo muestra una investigación realizada por un grupo de investigadores coordinados por la docente de la Facultad de Filosofía y Letras e investigadora de CONICET Liliana Cubo de Severino. Desde el equipo de investigación, pidieron colaboración a los alumnos de Psicolingüística y Sociolingüística: cada grupo debía elegir una comunidad y realizarle una entrevista.

Cuenta la investigadora: “Buscamos qué comunidades viven en Mendoza que hablen lenguas que no sean el español. Una de las preguntas que realizábamos era si se sentían discriminados. También, cómo habían hecho para aprender la lengua de nuestro país, si sentían que se burlaban de ellos por tener una manera diferente de hablar. Y, para sorpresa nuestra, nos llamó la atención que todos dijeron que no se sentían discriminados, porque en general no suele ser ese el resultado y siempre sienten la discriminación. Pero nos dijeron que no, que siempre los habían ayudado. Hicimos esa experiencia para enseñar a los alumnos que es muy importante respetar al que habla diferente, no importa si es otra lengua u otro dialecto”.

A pesar de esto, en muchas ocasiones la discriminación es muy notoria. La docente agrega: “Es muy importante no discriminar, no hacer diferencias. Qué hacemos frente al que no habla como nosotros y como docentes, cómo hacer para enseñar la lengua estándar sin despreciar el habla del otro. Lo importante es recordar que la lengua estándar sirve para ampliar su radio de comunicación, ampliar horizontes. Pero nadie habla mejor, solo son distintas normas”.

Por Vanesa Seno, becaria de Prensa de la Facultad de Filosofía y Letras

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