El arte de hacer ciencia

Ciencia y arte confluyen en la ilustración científica para crear imágenes de valor académico, social y estético.

El arte de hacer ciencia

Chingolo Zonotrichia capensis. Autor: Guido Prieto.

La ilustración científica es una disciplina de las Artes Plásticas que consiste en la representación gráfica del conocimiento científico. Por lo tanto, se podría pensar que la cualidad artística en este tipo de ilustración está subordinada a los propósitos de la investigación científica, dejando poco lugar a la subjetividad y las libertades artísticas. Sin embargo, hoy es una fuente más de inspiración artística y también es utilizada con un objetivo puramente estético en decoración, tatuajes, entre otros.

“La ilustración científica es un medio de comunicación que necesitamos los científicos además del escrito, ya que nos permite expresar muchísimas cosas que no podemos expresar por medio de palabras, o que sería muy difícil y engorroso hacerlo. Nos ayuda a complementar y en muchos casos a simplificar la información que queremos transmitir”, explica el doctor Sergio Roig Juñent, docente de la UNCUYO, investigador principal del CONICET.

Si bien él es entomólogo y su principal actividad es la investigación., su pasión por el dibujo lo hizo incursionar en la ilustración científica. “La ilustración es una parte importante de mi trabajo porque la necesito para la publicación de los trabajos y porque me gusta. Entonces en ese camino confluyen las dos cosas, el trabajo científico y la transmisión del conocimiento científico”, confiesa.

Existen innumerables tipos de ilustración científica que van desde reproducciones realistas hasta esquemas, y desde técnicas manuales relativamente sencillas hasta técnicas digitales modernas. A pesar de su variedad, todas deben cumplir con un requisito fundamental para ser consideradas "científicas": comunicar de manera precisa el conocimiento científico.

“Las ilustraciones no tienen por qué estar en un trabajo, pero a veces son necesarias. Si efectivamente son necesarias y sirven para el entendimiento del trabajo, entonces son buenas ilustraciones. Si por el contrario no tienen ese poder de comunicación, dejan de tener sentido dentro del trabajo”, explica el investigador.

Y agrega: "Sin embargo no es algo que esté exento de evolución con el tiempo. De hecho ha ido cambiando desde el siglo XVIII hasta acá, un poco guiado por el ritmo de la propia investigación científica y, en gran medida, influido por los medios de soporte en papel en los cuales se imprimen las ilustraciones, que cambian con el tiempo”.

 

La competencia con la fotografía

Con el acceso cada vez más sencillo a la fotografía y su perfeccionamiento, cabe preguntarse por qué la ilustración científica no ha sido reemplazada completamente por la fotografía. Roig considera que “la fotografía es usada también como parte de la ilustración científica. Hay situaciones en que se utiliza exclusivamente, como en la representación de paisajes. A su vez, muchas ilustraciones son, en este momento, fotos trabajadas por el ilustrador, quien les da la textura y la forma que considera necesaria. En esos casos, retocar o poder mejorar la foto sigue siendo imprescindible, porque ésta no muestra con fidelidad ciertos detalles. Finalmente, los esquemas, gráficos y otras representaciones no son suplantables por fotos y a veces un esquema es mucho mejor que una foto porque te muestra únicamente lo que tenés que ver”.

En resumen, dibujo y fotografía son dos recursos que se complementan y no se excluyen.

 

Entre el arte y la divulgación

Según Roig, el dibujo científico “es una rama de la ilustración y, si consideramos a la ilustración como una rama del arte, entonces la ilustración científica también es una rama del arte. Sin embargo tiene ciertas condiciones estrictas ya que su objeto final es, en muchos casos, la publicación en papel o formato digital y, por lo tanto, tiene que tener un determinado tamaño de caja con en el que va a ser publicado, tiene que cumplir con su función de comunicación y un montón de otras cosas que limitan ciertas libertades para poder generar algo artístico, que de todas formas se genera”.

El valor artístico de estas ilustraciones es reconocido por la gente en general fuera del ámbito científico. “La gente conoce el dibujo científico, pero no lo asocia con un tipo particular de ilustración. Hay muchos lugares donde tienen láminas del siglo XVIII o XIX sacadas de libros antiguos como decoración porque les reconocen una calidad artística, pero no saben que eso pertenece originalmente a un trabajo científico. Lo mismo con las guías de aves, de mamíferos, de insectos. Hay mucha gente que las compra y eso termina siendo, en cierta forma, transmisión de conocimiento científico”, reflexiona Roig.

Si bien la ilustración científica es un medio más de comunicación entre especialistas, puede utilizarse para divulgar el conocimiento académico. Sobre este punto, Melisa Gratz, estudiante de Biología de la FCEN, advierte: “Me gusta mucho la conservación de las especies, entonces tuve la idea de dibujar aves de Mendoza para que la gente pudiera conocerlas, distinguirlas, apreciarlas y cuidarlas. La idea era educar con los dibujos y ayudar a la conservación de esas especies. O sea, aplicar el dibujo a la biología, no tanto a nivel científico, sino a nivel de divulgación”.

La estudiante ha expuesto sus dibujos de aves en diferentes lugares siempre durante el mes de octubre, el mes mundial de las aves, en consonancia con las actividades de este tipo que se realizan en todo el planeta. Su experiencia en divulgación muestra otra faceta de la ilustración científica y de la relación entre ésta y el arte. “El objetivo para mí es llegar a la gente, y el arte permite eso. El término ‘científico’ me da a pensar que es para un grupo reducido, una élite. Yo prefiero pensar en que mis dibujos son ‘naturalistas’ más que ‘científicos’. Creo que el arte puede ir de la mano de lo científico para llegar a las personas y poder concientizar de una forma directa”, concluye.

 

Pioneros en Mendoza

Este año se llevó a cabo el segundo Curso de Introducción a la Ilustración Científica en las instalaciones del Centro Científico Tecnológico (CCT) Mendoza. Es una iniciativa pionera en Mendoza que intenta suplir las dificultades que se presentan a jóvenes investigadores o artistas a la hora de formarse y aprender las técnicas propias de esta disciplina.

Roig comenta cuál es el camino tradicional por el que se ingresa a la práctica del dibujo científico: “No estoy al tanto de si existe en el país una cátedra de ilustración científica. Generalmente, se dictan cursos en congresos o reuniones científicas a los que se acerca gente que tiene habilidad y que le gusta este tipo de dibujo. Los ilustradores científicos terminan formándose en conjunto con los investigadores porque es un trabajo que se va construyendo entre las dos partes, de forma personalizada. A veces los mismos investigadores somos los que dibujamos y le vamos enseñando las técnicas a los ilustradores”.

 

Por Guido Prieto, becario de Prensa de Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

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