Sida, nueva concepción de la enfermedad

El autor es profesor adjunto de la cátedra de Inmunología, FCM, UNCUYO, y director del Programa Provincial de Sida.

Sida, nueva concepción de la enfermedad

Facultad de Ciencias Médicas

50 años de la Inmunología

Suplementos

Dr. Víctor Hugo Bittar

Publicado el 29 DE SEPTIEMBRE DE 2015

El primer caso de Sida diagnosticado en el mundo fue en el año 1980. En 1981 se diagnosticó el primero en Argentina y en 1984, el primero en Mendoza. De un tiempo a esta parte no han parado de notificarse nuevos casos, habiendo en nuestra provincia 300 nuevos casos por año.

En el año 1983 se identificó y describió el virus HIV (virus causante de la infección) y se describieron las "poblaciones de riesgo": en esa época, homosexuales y usuarios de drogas endovenosas. Esa visión de la enfermedad cambió y pasó a hablarse de "conductas de riesgo". Hoy en día ese concepto también ha quedado atrás y existe el de "poblaciones vulnerables". La pregunta es: ¿cuáles son las poblaciones vulnerables? Somos todos, sin importar nuestra orientación sexual, siempre que tengamos prácticas sexuales sin cuidados.

Así como se produjo este cambio, hay varios conceptos sobre la infección por HIV que se han modificado desde los primeros días de la enfermedad (basta ver las películas Philadelphia y Dallas Buyers Club). La infección surgió muy relacionada con las vías de transmisión. Parecía que homosexuales y drogadictos endovenosos eran los únicos propensos a contagiarse. Con el transcurrir de los años, quedó demostrado que la principal vía de transmisión es sexual, encabezando el ranking la relación heterosexual, seguida por las relaciones homosexuales entre hombres. Le siguen más de lejos el uso de drogas endovenosas y, a modo anecdótico, existen unos pocos casos de transmisión entre parejas homosexuales de mujeres.

En nuestra provincia, los heterosexuales representan el 47 % del total de infectados y los homosexuales varones son el 44 %. Si bien son un grupo vulnerable, la infección HIV dejó de ser, o nunca fue, una enfermedad de “los gays". 

Otro factor que ha sufrido cambios ha sido la sobrevida. Existen casos emblemáticos, como la muerte de Freddy Mercury, que no se olvidan fácilmente, y todavía se piensa que la enfermedad conduce indefectiblemente a la muerte. Sin embargo, hoy en día la sobrevida, la calidad de vida y el tratamiento de los pacientes son muy distintos a los de hace 20 años.

Sabemos que es una enfermedad tratable, a diferencia de lo que se observaba en 1987, cuando surgió el AZT. En realidad, si bien los primeros medicamentos datan de esos años, el tratamiento cambió radicalmente entre los años 1995 y 1996, cuando surgieron las triples terapias. Desde ese momento, pasó de ser una enfermedad mortal a una infección crónica. Si es diagnosticado tempranamente y tratado según las normas establecidas, un paciente infectado por HIV puede vivir una vida normal e incluso tener hijos. 

Vale mencionar que las probabilidades de transmisión no son absolutas sino que varían de persona a persona y según la vía de transmisión. Existen tres vías de transmisión: las relaciones sexuales, el uso compartido de jeringas en usuarios de drogas endovenosas y de la madre al hijo durante el embarazo. Esta última es la que ha sufrido mayores modificaciones, porque si se hace un correcto diagnóstico y se trata durante el embarazo, parto y posparto, las probabilidades de transmisión del niño son menores al 2 %. Con respecto a los usuarios de drogas, como las formas de consumo han cambiado, es una vía que no suele ser tan frecuente.

En relación con la vía más común, las relaciones sexuales, las probabilidades de transmisión dependen de muchos factores. Por un lado, la vía sexual: son mayores para las relaciones por vía endorrectal, debido a que la mucosa del recto se lesiona fácilmente y, al entrar en contacto con el líquido seminal (que es el que tiene el virus, no los espermatozoides), se produce la transmisión. Le sigue en frecuencia el sexo por vía vaginal y finalmente el sexo oral (debe haber lesiones en la mucosa bucal del huésped). La mejor forma de prevenir la transmisión es mediante el uso de preservativo, el cual aún se usa en una proporción menor a la debida. Se recomienda que se coloque desde el comienzo del acto sexual hasta su fin. 

Otros condicionantes son el estado inmunológico del huésped (paciente no infectado), así como la carga viral que tiene el afectado (número de virus en sangre). Se ha visto que si la carga viral es elevada –pacientes sin tratamiento, generalmente–las posibilidades de transmisión son altas, mientras que si la carga es baja o indetectable, las probabilidades de transmisión son muy inferiores, aun sin el uso de preservativo. Otra de las cuestiones que es menester mencionar es la concepción errónea en torno a los presuntos beneficios del coitus interruptus. Este último no evita la transmisión, ya que el virus no se aloja en los espermatozoides sino en el líquido seminal, que es un fluido que se libera durante todo el acto sexual para lubricar los genitales. 

Existen aspectos a remarcar en relación con las probabilidades de transmisión. Por un lado, el estado de las mucosas genitales, orales y rectoanales incide en las probabilidades de transmisión: si están dañadas, las posibilidades aumentan. En segundo término, los pacientes circuncidados tienen mucho menor riesgo de transmisión, debido a que su mucosa genital se epiteliza y el virus no atraviesa la piel.

Haciendo mención al tratamiento en Argentina –triple terapia antirretroviral–, una persona que está infectada tiene una cobertura del 100 % sin importar cuál sea su situación. Existen leyes que obligan al gobierno, a las obras sociales y prepagas a cubrir los costos de este. En relación con la detección precoz, el testeo y el análisis del HIV/Sida, se promueve en cualquier persona que consulte en el sistema de salud, ya sea público o privado, para poder captar precozmente a los enfermos y evitar que estos acudan a la consulta con enfermedades marcadoras, situación grave y harto frecuente en el pasado.

Las líneas de investigación científica para luchar contra la enfermedad, a nivel mundial, son varias. Por un lado, la inmunología apunta a obtener una vacuna de la que hoy estamos lejos. Por otro, se buscan tratamientos más simples y efectivos, con menos efectos secundarios, para que no sean una carga para el paciente. Se han logrado tratamientos con un solo comprimido diario, y se están testeando otros en donde el afectado recibiría una inyección mensual. Con relación a la cura, se apunta a modificar –mediante una técnica llamada inmunogenética– los receptores para el virus de los linfocitos de los pacientes afectados, para luego reinsertarlos en su organismo y que estos reemplacen a los linfocitos enfermos.

Para terminar, es importante mencionar un avance no científico que ha tenido lugar recientemente en nuestro país y que permite continuar alejando a las víctimas de esta enfermedad de la lamentable discriminación de la que fueron objeto en el pasado. Se trata de una resolución del Ministerio de Salud de la Nación por la que ya no se interrogará a los donantes sobre sus prácticas sexuales, ni se restringirá la posibilidad de donar en función de una orientación sexual, sino que se procurará que todos los ciudadanos donen.

Es indispensable que la lucha contra la discriminación y la estigmatización de los afectados por la infección continúe para lograr que en un futuro cercano todas las personas de nuestra comunidad puedan acceder a un diagnóstico temprano y oportuno, que conducirá a un acceso a los tratamientos actuales que, además de lograr beneficios individuales para la persona infectada, permitirán disminuir drásticamente la transmisión de la infección. Esto redundará en una disminución de las tasas de transmisión de la infección con un claro beneficio para la salud pública.