La batalla discursiva por la igualdad

Si bien se reconoce que las mujeres han conquistado muchos espacios en los últimos años, aún queda terreno por ganar. La importancia de lo simbólico y el uso de las redes.

La batalla discursiva por la igualdad

A veces el acoso queda en ofensivos comentarios virtuales, pero en otros casos llega a convertirse en un verdaderos casos de cazas de brujas. Foto: El quinto poder.

Identidad y Género

Unidiversidad

Unidiversidad / Constanza Terranova

Publicado el 15 DE FEBRERO DE 2016

El feminismo entendido desde afuera es, entre tantas cosas, manifestar la voz de cualquier mujer sin tener que certificar su capacidad de hablar. El movimiento que conocimos en los 60 no existe más tal como lo recordamos: no se trata sólo de empoderarse y usar una minifalda. Hoy la situación, como el mundo,  es más compleja. Quizás, también se trate de ambiciones de tener y manejar un lenguaje que no excluya, escoger ser madres o no, cobrar lo mismo que un hombre por el mismo trabajo, tener la misma oportunidad de acceder a un trabajo que un varón con la misma capacitación. El mayor desafío, tal vez, tenga que ver con entender la sexualidad no como una función biológica para la perpetuación de la especie, sino como parte de la vida social. En fin, definir si pertenecemos –tanto mujeres como varones– al anticuado y machista siglo XX o al superador y abierto siglo XXI.

Ser madres por elección, y no por compromiso con la especie y la sociedad, ha sido una de las principales banderas que las mujeres han levantado desde las últimas décadas del siglo pasado. Las reuniones familiares y las disputas verbales de abuelas y tías giraban en torno de este asunto.

Los prejuicios que conllevaba no ser madre, tanto por elección o porque el cuerpo no lo permitía –hace unos 50 años– ponían en duda la capacidad de la mujer, su “esencia” y razón de ser en este mundo. Medio siglo después, las mujeres que eligen no tener hijos, abortar o incluso las que no pueden concebir, sufren exactamente de los mismos prejuicios y preguntas sobre sus elecciones. ¿Una mujer está realmente completa si no tiene hijos? Las feministas han luchado incansablemente para romper con esa concepción de la “mujer madre” o con la falsa idea de la "completud".

La diferencia de concepción que tienen las mujeres de distintas edades sobre el sexo habla de cómo se ha intentado romper el tabú que por momentos parecía eterno. Sin embargo, la falta de conocimiento sobre el sexo, los métodos de anticoncepción, las enfermedades de transmisión sexual, construyen bastiones de ignorancia alrededor de la sexualidad. Mitos y leyendas alrededor del “¿qué pasa si...?”. Sin duda esto es así, y sobre todo en los países del Tercer Mundo, por el interés que existe en perpetuar la dominación masculina sobre el área de la sexualidad.

No se trata de "libertinaje", se trata de información. Esa que primero negó la Iglesia y luego negó el mercado, para tener mujeres temerosas, que luego serían esposas y madres sumisas a los prejuicios y designios sociales.
 

¿Alcanza con un “todxs”?

El español es una lengua romance que proviene del latín. En éste no existían sufijos (letras que se agregan a una raíz para formar una palabra) que marcaran el género. En el español no sucede lo mismo: cuando un lenguaje es aceptado (o introducido a la fuerza, como es el caso de América Latina) existen cambios lingüísticos que se convierten en sub-normas. Esto podría interpretarse como algo propio o inherente al lenguaje, pero sería ingenuo pensar de este modo en pleno siglo XXI, pues “no hay sociedad sin lengua y no hay lengua sin sociedad”.

Hace unas décadas, diferentes organizaciones internacionales como la UNESCO y la RAE admitieron ciertos cambios lingüísticos en palabras o expresiones con el fin de adherir al políticamente correcto “lenguaje no sexista”. Esta forma de expresarse, sin excluir a nadie por su género, podría ser interpretada como algo positivo, siempre y cuando ese “todxs” realmente describiera a una totalidad.

El problema con este tipo de adaptaciones radica en que, en el afán de la inclusión, se olvida que en la oralidad este tipo de modificaciones no son “cómodas” para la pronunciación. Además de las rotundas negaciones a las nuevas manifestaciones inclusivas del lenguaje, aludiendo a que estas letras (X) o símbolos (* o @) no tienen lugar en el español. Incluso los diccionarios de los procesadores de texto marcan error ante este tipo de palabras inclusivas.

Entonces, ¿alcanza con un “todxs”?  Es sin duda un avance en cuanto a inclusión, pero no bastará hasta que ese “todxs”  no sea solo una manifestación escrita, oral, académica y lingüística de la igualdad de los géneros. Se necesitan acciones y hechos en la sociedad, que alcance su verdadero potencial de inclusión.


¿Y quién sos vos?

Las mujeres, tanto feministas como no feministas, han encontrado una herramienta poderosa en las redes sociales para expresar y dar visibilidad a todos los problemas a los que se enfrenta diariamente una mujer. Pero a la vez que ganaron visibilidad, ganaron detractores y agresores.

Muchas con una cuenta en Facebook o Twitter han sido víctimas de acoso cibernético o cyber bullying por parte de gente que opina diferente a ellas. Estas describen el inicio del acoso de formas similares: primero, un usuario las insulta por medio de un comentario, a veces sólo las acusa de inútiles y después cuestiona su capacidad de emitir un juicio sobre cualquier tema por el hecho de ser mujeres.

A veces el acoso queda en ofensivos comentarios virtuales, pero en otros casos llegan a convertirse en verdaderos casos de cazas de brujas. Una muestra más de la creencia aceptada de que las mujeres deben tener un título para que su opinión consiga tener algo de credibilidad, y aun así son puestas en duda.

Se puede entender que este tipo de agresión se articula perfectamente con la no tan vieja frase “¡Shh! ¡Las señoritas no opinan!”, o “Compórtese como una dama”. Bien sabido es que la opinión de la mujer fue subestimada por años, y este acoso no es más que la moderna perpetuación de este modo de censura. Las redes sociales permiten dar rienda suelta, sin inhibiciones, a cualquier prejuicio contra quien intente ir en contra de las convenciones útiles a los fines de una sociedad estructurada en torno a una mujer débil que estaba por detrás del hombre. Pero hay una sorpresa: esa mujer dejó de existir hace ya mucho tiempo, y las redes sociales también la evidencian cuando en 140 caracteres responde un agravio o expresa una idea que la libera.

feminismo, acoso, brecha, discriminación,