La disputa por visibilizar los gustos populares

Con el fin de rescatar -desde una mirada estética y patrimonial- los lugares de culto del oasis y secano norte de Mendoza, un equipo de investigación de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo, viene realizando un relevamiento de los espacios públicos que, a causa de su posición subalterna y popular, han sido invisibilizados por el gusto dominante.

La disputa por visibilizar los gustos populares

Sociedad

Unidiversidad

Milagros Molina

Publicado el 14 DE ENERO DE 2014

El proyecto se llama “Valoración estética de la arquitectura religiosa y funeraria popular y de las fiestas patronales del oasis norte de Mendoza” y está subsidiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado (SeCTyP) de la UNCUYO.

 “Lo primero que hay que entender es que nosotros no trabajamos sobre objetos sino sobre valores que son cosas muy diferentes”, afirma la directora de la investigación, Sonia Vicente.

“Cuando se trabaja sobre el objeto se analiza desde un punto de vista histórico: quién fue el autor, en qué cultura se creó, en qué época, con qué intencionalidad; responder estas preguntas no es el objetivo fundamental de nuestro trabajo. Sobre todo nos interesa qué valor tiene ese objeto –sea antiguo o sea contemporáneo- para nosotros hoy. Porque los valores, en el campo de lo artístico y de lo estético, han cambiado muchísimo en los últimos cien años” sentencia la docente-investigadora.

 ¿En qué sentido han cambiado los valores desde el punto de vista artístico?

 Antes habían cosas que eran consideradas como artísticas y otras, simples objetos de uso, “no artísticas”, de mal gusto e incluso exactamente lo opuesto al arte. Hoy, no existe esa división tan clara. Es una especie de “todo vale” pero no es que se amplió la categoría de lo artístico y que ahora entren todas las producciones, son condiciones más complejas.

Lo que nos interesa estudiar es cómo los objetos o prácticas estéticas de los sectores populares o subalternos, están cobrando valor. Es decir, esas prácticas y esos productos de las clases populares que nunca fueron objeto ni de la Historia del Arte, ni de la Filosofía del Arte, ni de ninguna disciplina académica, entran ahora en este campo.

Entonces, estamos haciendo un rescate de cosas que antes no eran consideradas valiosas desde el punto de vista estético, para transformarlas en objetos de estudio y de análisis.

Específicamente ¿Qué fenómenos, prácticas, objetos populares estudian?

Empezamos estudiando algunas artesanías, pero no todas, sino fundamentalmente toda la producción de cerámica y cestería de los Huarpes. Estos objetos son valiosos históricamente, pero no desde el punto de vista estético. Podemos encontrarlos en un museo de antropología pero en uno de arte, no.

Por eso, tratamos de mirar desde otro lugar estas producciones y de incorporarlas al campo académico para restituirles valor. Para ello tuvimos que pensar y trabajar con otras categorías que no son las tradicionales eurocéntricas.

En la segunda etapa comenzamos a trabajar con prácticas y objetos del mundo contemporáneo. Abordamos entonces los lugares de culto.

Por un lado las capillas de pequeños centros poblados. Estos templos son de estilo colonial – rural y podemos encontrarlos en distintos departamentos de nuestra provincia. Es llamativo que si bien siguen el modelo europeo de lo artístico - cumplen con el modelo que heredamos: tienen una nave más larga que ancha, un atrio y un altar- lo que más nos llamó la atención que hay dentro de ellas una resistencia del gusto popular a que la capilla sea tal como lo dictamina este modelo (llenas de flores de colores, de plástico, con objetos propios de este gusto).

Por otro lado, los sitios de devoción popular. Aquí estudiamos a los que por falta de nombre, se los denomina santuarios populares -en que las gentes expresan devoción hacia sus santos favoritos ubicados generalmente en las orillas urbanas o en las zonas rurales, a la vera de algún camino- y los cementerios.

 Estos puntos tienen como característica principal no ser espacios oficiales para el culto, sino ámbitos construidos por la devoción popular, que no están registrados ni catalogados por la iglesia, ni por el estado, ni por la academia.

 Finalmente estudiamos las fiestas populares. Nuestro interés se centró especialmente en las patronales, es decir en las celebraciones que la comunidad organiza para rendir culto a alguna advocación de la Virgen o al santo patrono de la localidad, que por lo general lleva su nombre. Son fiestas religiosas, que atañen a la devoción  popular, pero también son gentiles (de las gentes y para las gentes) en las que se celebra la vida, se come y se bebe, se galantea, se hace alarde de destrezas, se compra, se vende, se ríe, se canta y se baila.

 ¿Qué capillas han estudiado?

  

Las que han sido objeto de análisis son puntualmente algunas de Lavalle (San José, Lagunas del Rosario, Asunción, El Cavadito, y San Miguel de Los Sauces) como así también la de San Roque en Maipú, elegida para evidenciar algunos contrastes con las del secano.      

 En lo que respecta a los cementerios, la investigación se ha centrado en algunos casos, ubicados en los departamentos de Lavalle, San Martín y Rivadavia. Acá hemos diferenciados entre los  antiguos -de tradición cristiana- que permanecen junto a las capillas o cercanos a ellas y los “modernos”, más recientes, posteriores a la ley de cementerios sancionada en 1828. También según el tamaño y la ubicación, diferenciamos los rurales, los de pequeños poblados y los de urbes más importantes.

 Creemos que si bien están construidos para los muertos, los cementerios son ámbitos reveladores de los pensamientos, sentimientos, creencias y prácticas de los vivos. Estos espacios “sagrados” destinados al silencio y al recogimiento de los visitantes, también cuentan acerca de las diferencias económicas, sociales, culturales de quienes están allí enterrados, de quiénes los construyen y los visitan y por cierto, al igual que los lugares de culto y las fiestas,  nos hablan también de sus preferencias estéticas.

 Finalmente, las fiestas patronales para nosotros revisten una importancia para la vida comunal debido a que los festejos no se desarrollan en la esfera privada y familiar (como la navidad o la semana santa) sino que se despliegan en el ámbito social, público. Participan de ellas casi todos los habitantes de la comunidad y en muchos casos, como sucede con  algunas de las que se celebran en el secano de Lavalle, cada vez atraen a más visitantes foráneos.

 

¿Qué fiestas han estudiado hasta ahora?

 Todas las de la zona, pero debemos destacar que la más concurrida es la de Lagunas del Rosario. A esta le sigue la de Asunción y luego las de El Cavadito y de San José. La duración de los festejos es generalmente de dos días. En Lagunas, Asunción, San Miguel y El Cavadito, las celebraciones son en los meses de setiembre y octubre.

 ¿Qué elementos de resistencia leen en estas prácticas?

 Hay que recordar que a nosotros lo que nos interesa estudiar, es el gusto popular. Lo subalterno en el gusto –que no necesariamente tiene que ver con una pertenencia de clase- son esos criterios que no se han sometido a los mandatos del arte europeo. A la gente que comparte este gusto popular prefiere los colores brillantes, fuertes, saturados (como rojo, fucsia, verde). Les gusta el brillo y, sobre todo, priorizan el uso de los objetos. Por ejemplo, en el caso de las flores de plástico. En el gusto europeo se prioriza lo natural, pero en el caso que nosotros estudiamos prima el criterio de la eficiencia, entonces lo que importa es que la flor dure, por eso se utiliza el plástico. Otro criterio que aparece en este gusto es el amontonamiento. No alcanza con poner uno o dos jarrones con flores, hay que llenar los espacios.

 Estos criterios que nosotros hemos identificado dentro del gusto popular, pertenecían también al mundo indígena y aún los podemos encontrar en las culturas de Bolivia y dentro de muchas otras que no son cercanas. Por el contrario, el gusto eurocéntrico tiene que ver con lo bello, lo límpido, lo minimalista, el vacío, los colores terrosos, blanco, negro. Lo que se conoce en el sentido común como el “buen gusto” pero que nosotros lo ponemos entre comillas porque lo que nosotros queremos mostrar es que el buen gusto es un gusto más, entre otros gustos. Intentamos no jerarquizar los gustos, sino ponerlos a todos en un mismo plano y desde esta perspectiva estudiar el gusto popular.

 

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