La polarización como efecto de las primarias

El resultado de las PASO en Mendoza plasmó la identificación del electorado con Cobos y un rechazo a las posiciones y decisiones del peronismo local con respecto al proyecto nacional y popular. Relevantes por opuestos, resultaron los desempeños del ascendente Frente de Izquierda y de las expresiones de derecha, en crisis de votos y propuestas.

La polarización como efecto de las primarias

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Sociedad

Unidiversidad

Sebastián Moro

Publicado el 13 DE AGOSTO DE 2013

Lugares comunes, lecturas catastróficas acerca del escenario político para el oficialismo y desmesura en las proyecciones de la oposición son algunos de los rasgos principales de lo que mediáticamente se ha analizado tras las primeras elecciones primarias nacionales legislativas. Las tergiversaciones tienen el exclusivo interés de confundir más a las y los votantes para octubre, dado que de ninguna manera son cotejables las performances de estos comicios con las presidenciales del 2011, cuando el Frente para la Victoria superó el 55 por ciento de los votos. El “desconocimiento” abarca varios aspectos de la historia argentina reciente:
  • Desde 1983, las renovaciones parciales del Congreso, o elecciones de medio término, han sido siempre caras a los poderes ejecutivos sucesivamente gobernantes, a nivel país y hacia el interior de las provincias.
  • Los tercios a renovar tanto en Diputados como en Senadores son un aliciente considerable para la contienda electoral, pero son las minorías y no el oficialismo quienes más ponen en juego. Lo que sigue de aquí a octubre es el recambio legislativo de las legislativas de 2009 que, por un lado, arrojaron la implosión final de la “construcción transversal” del ex presidente Néstor Kirchner debido al desmembramiento de partidos y figuras políticas aliadas al proyecto nacional popular luego de la traición oficial del entonces vicepresidente de la Nación Julio Cobos, en torno a la resolución 125; y por el otro, el ascenso con mala estrella del llamado “Grupo A”, legisladores que únicamente actuaron como máquina de impedir.
  • De esta manera, el oficialismo estaría en condiciones de sostener los números para asegurar las mayorías en ambas Cámaras, y son fuerzas como el radicalismo o el partido de De Narváez las que deben evitar seriamente la sangría.
  • La necesidad de evaluar el cuadro de resultados finales distrito por distrito, dado que, por la dispar voluntad de las distintas agrupaciones políticas respecto de la definición de sus candidaturas en el cuarto oscuro, es complejo dividir fácilmente entre vencedores y vencidos.
  • La atención y reconsideración que a futuro deberán poner todas las fuerzas políticas del país, sean del signo ideológico y de la estructura partidaria que sean, sobre la positiva experiencia ciudadana de estas primarias. El objetivo cardinal de la reforma política es la real democratización interna y social de los partidos políticos. La nueva dinámica política les demandará a estos, cada dos y cuatro años, discusiones y construcciones de propuestas y candidaturas más cercanas a lo que un ciudadano o una ciudadana esperan de sus representantes y de la coherencia con la posición política a la que dicen adherir.
El desempeño general del FPV y la notoria polarización kirchnerismo-antikirchnerismo, leída someramente por analistas, responsables de campañas y referentes políticos, ha llevado por estas horas a la elevación acrítica de los vencedores del pasado domingo. Tal como sucedió durante los meses previos a las PASO, se revela mediáticamente la “construcción de imagen” de candidatos y candidatas pero no lo que ofrecerían desde el Congreso de la Nación a sus votantes. En Mendoza, esta situación se ve significativamente explotada por la contundencia de uno de los pocos rostros triunfantes, el del ex gobernador Julio Cleto Cobos, quien encabeza la lista del radicalismo y quien, además de vencer a su correligionario Fernando Armagnague, obtuvo casi 20 puntos de ventaja sobre la lista peronista, hasta trepar al 47 por ciento del electorado. Para brindar un informe amplio del escenario post primarias en Mendoza, Edición Uncuyo se remitió al despliegue informativo y de opinión de Radio Nacional Mendoza, en su transmisión especial del 11 de agosto y a su programación de los días siguientes, a través de los análisis de candidatos, candidatas y analistas.


Las malas compañías

Una vez confirmadas las tendencias de las PASO, el sociólogo Roberto Follari reconoció como “muy importante la ventaja obtenida por Cobos”, sostenida por “un hándicap especial debido a su constante presencia mediática”, por sus antecedentes como gobernador y vicepresidente, por el reconocimiento social como “el mendocino que estuvo en las grandes ligas”, a diferencia del intendente de Guaymallén, Alejandro Abraham, “de no mucha relevancia en la provincia”. “Cobos es una figura nacionalmente puesta”, dijo Follari para explicar el resurgimiento electoral de quien en un momento fue incluso expulsado de la UCR.

En diálogo con el sociólogo, el periodista Ernesto Espeche reflexionó: “Hay una dispersión de votos que eran del Frente, una no traducción, un desfasaje entre la aceptación social que en Mendoza hay tanto de la gestión de Cristina Fernández como de la de Francisco Pérez, alguien con una cercanía más explícita a las políticas presidenciales que el resto del Partido, y su efectivización en votos reales”. Espeche remarcó que, a diferencia de otros distritos, para las legislativas, la polarización en Mendoza será aún más intensa, lo cual significa que “pueden variar los puntos porcentuales pero no en sí el mapa político, el uno-dos”, o sea, radicalismo y peronismo podrían capitalizar cómodamente más del 70 por ciento de los sufragios. Esta situación comienza a plasmarse ante las posibles deserciones de los también radicales Roberto Iglesias, Mariana Juri y el eximbatible de Capital, Víctor Fayad. El magrísimo 5 por ciento obtenido se explica por “una doble polarización padecida por la lista del Partido Federal: por un lado, con el radicalismo tradicional y, por el otro, con sectores netamente antikirchneristas”. Una sostenida fuga de eventuales votos los meses siguientes sepultaría políticamente a estas figuras de relevancia en la política local.
 
Los socialistas, si bien no en una situación de estampida, también se encuentran desorientados tras los resultados del domingo. La alianza Frente Amplio Progresista-Coalición Cívica Ari, con sostenido crecimiento desde 2009, no pudo sostener buenos índices, achatándose en un 4 por ciento que les alcanzó para dirimir la interna entre Alberto Montbrun y Gustavo Gutiérrez a favor del primero, si bien el otrora militante demócrata tendrá su lugar en la lista.

En cuanto a la derecha vernácula, o sus expresiones más patentes, institucionalizadas y directas, no quedan dudas de que recibió su rechazo más contundente en décadas: a la triple interna por el control de las listas en la alianza Partido Demócrata-PRO, que no llegó al 7 por ciento, se le suman el poco arrastre que el discurso de mano dura le reportó a Daniel Cassia con su Compromiso Federal. Así, llevó a su piso histórico a los ya lejanos intentos de los hermanos Rodríguez Saá para conformarse como base electoral del peronismo de derecha en terruño mendocino. El 1 por ciento malogrado por el Movimiento Socialista de los Trabajadores, hizo de la izquierda nominal de apoyo a las patronales, la única fuerza que electoralmente no calificó para participar en octubre.

Tanto para el FAP-CC-Ari como para el PD-PRO, la frustración se explica porque la ciudadanía habría buscado votos útiles para castigar al gobierno nacional y al provincial. Así, muchos votos de la centroizquierda socialista y de la centroderecha demócrata se habrían volcado al “radical-centrismo” de Cobos. Para los demócratas, las primarias solo sirvieron para dirimir internas que mantienen en vilo la convivencia partidaria: por sobre los sectores de Eduardo Difonso, abierto a la discusión con el gobierno, y de Carlos Aguinaga, “ganso tradicional”, ganó el de Luis Rosales, modernizante al estilo de Macri vía Capriles. La propuesta global, cuyo eje giró en “la inseguridad”, muestra que alcanzó apenas para entusiasmar a los carcamanes de siempre.

Según Roberto Follari, hubo errores en la estrategia de campaña del FPV que explican los resultados más allá de “la oleada de votos a Cobos”, primer argumento que deslizó Abraham tras los resultados: “Jugar al localismo sin inscripción clara en el proyecto nacional no resultó, quedó como 'ni chicha ni limonada'. Despegarse de la figura clave de la Presidenta generó dudas a los electores. Hay déficits en no haber advertido desde el propio espacio kirchnerista a sectores de izquierda y progresistas disconformes con la representatividad propuesta y fallas en la estrategia de comunicación”. Se señalaron en la percepción del público, críticas al “aparato” del PJ y a quien se considera su verdadero mandamás, el vicegobernador Carlos Ciurca, como responsables de no haber jugado fuerte, de especular hasta dónde apostar por las grandes líneas directrices del proyecto del cual el peronismo es estructurante, sobre todo como base electoral. También fue discutido el rol de “La corriente”, movimiento en torno a las figuras de “los caciques” departamentales, que al menos desde los números no estuvieron firmes siquiera para solventar ese piso histórico del peronismo que difícilmente baja de los 25 puntos. Distritos fuertes como Guaymallén, Las Heras y Maipú, respectivamente bajo mando de Abraham, Rubén Miranda y los hermanos Bermejo, oscilaron porcentuales inferiores al 27 por ciento obtenido en el total provincial.
De la misma manera sucedió en la derrota de 2009, cuando dichos “aparatos” estuvieron aun por debajo de los 23 puntos alcanzados por el FPV y sus aliados. Entonces, como el domingo, solamente los hermanos Félix en San Rafael conservaron la hegemonía peronista en distritos grandes. El mismo Omar Félix, segundo candidato a diputado, lo manifestó al momento de emitir su voto: “Renovar mi bancada y asegurar las dos primeras para el FPV”.

Por su parte, Tatiana Mussato, candidata a tercer término y subsecretaria de cooperativismo, refirió tras la derrota: “Hay que hacer replanteos, disminuir la brecha profundizando, militando y trabajando como todos los días”. Esta no parece ser, sin embargo, la idea de Abraham, que en sus declaraciones dijo: “Se trata de una obvia expresión de la ciudadanía que manifiesta temas en danza en la campaña: inflación, inseguridad, impuesto a las ganancias, un reclamo latente de los dirigentes gremiales que está pegando, hay que saber leer el mensaje”. De idéntica manera reaccionó al ser consultado por el flojo desempeño electoral en las comunas importantes: “Las gestiones departamentales no han estado plebiscitándose, ha sido una ola que arrastró con todo”.

La brecha que debe superar el FPV hacia octubre es doble: desde luego reducir, o al menos no dejar estirar más la diferencia respecto al radicalismo para no caer en una derrota grave, y transparentar su distancia, o no, acerca del proyecto conducido por Cristina Fernández, con el fin de reconquistar también aquellas naves perdidas, en fuga principalmente hacia la izquierda. Es decir, optar por faltarle el respeto al discurso de derecha adoptado por los dos primeros candidatos, sedimentado en la idea de que el electorado mendocino es netamente conservador y abandonar “la plancha” con la que supuestamente vienen apoyando al proyecto; o insistir y reincidir con ideas que visceralmente son lo opuesto. Principalmente en la Legislatura provincial pero también en el plano ejecutivo, los antecedentes recientes y los dichos de Abraham indican mayores inconsecuencias: desde el FPV mendocino, entre otras cosas, se atenta contra el derecho al aborto no punible, se avasallan garantías contra los menores de edad y se promueven vergüenzas como la Ley Petri, se violan los derechos humanos en las cárceles y se le ha soltado nuevamente la mano a la Policía en su accionar represivo contra los jóvenes, realidades todas que tuvieron sus picos de gravedad en la gobernación de, justamente, el hoy vencedor Cobos. El mismo desmanejo que desde el gobernador se hizo para poner a los dos candidatos varones, por “orgánicos”, por encima de Tatiana Musatto o de Romina Ronda, flagrante demérito de la Ley de Cupo, fue la puntada final que explica el descrédito respecto del “aparato”. La propuesta de Abraham de bajar la edad de imputabilidad de los menores a los 14 años en una nota sobre el cierre de campaña es la constatación de las malas compañías elegidas, de las malas elecciones.

Abiertas, Obligatorias

Además de un fuerte componente de voto “antisistema” pero con militancia y voluntad de cambio, “el crecimiento auspicioso de esta gran elección de la izquierda demuestra que el kirchnerismo ha dejado un lugar a la izquierda evidentemente importante, y que el candidato no es considerado digerible para esos sectores”, señaló Follari al explicar el 8 por ciento obtenido por la lista encabezada por Nicolás Del Caño. El candidato reconoció que recoge voluntades contenidas en esencia por el kirchnerismo,  tras la representatividad de “los trabajadores, el pueblo, la mujer. Hubo enorme simpatía por nuestra propuesta, de parte de los jóvenes, por la lucha de los maestros, de los trabajadores de la salud, de las bodegas. Planteamos lo que hacemos cotidianamente en la práctica”.

Atento a lo efímero de otras históricas elecciones de agrupaciones de izquierda, sobre todo a nivel nacional, Del Caño sostuvo: “Nuestra práctica es la lucha, que implica también hacer un trayecto político para forjar un gran movimiento de la clase trabajadora y poner un pie más allá de las elecciones”. Según la simulación del sistema de la Ley D´Hondt, que permite calcular la cantidad de representantes que las fuerzas políticas colocarían según los guarismos en octubre, el Frente de Izquierda debería duplicar los votos conseguidos hasta alcanzar el 15 por ciento que, en un muy probable escenario del 70 por ciento entre votos radicales y peronistas, posibilitaría a Del Caño llegar al Congreso, junto a los otros cuatro candidatos y candidatas electas. Algo para nada imposible dada la coyuntura actual, que genera reconfiguraciones estratégicas y cambios de lecturas a futuro, donde los debates y la participación interna sean verdaderamente abiertas a la sociedad.