Maltrato infantil

Fenómeno sin condición social, cultural y económica.

Maltrato infantil

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

El grito de Ugarteche

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Carla Iacovino, becaria de Prensa de la Facultad de CIencias Políticas y Sociales

Publicado el 02 DE NOVIEMBRE DE 2015

“Las heridas físicas, salvo que sean de gravedad, sanan en un corto período, pero las heridas emocionales y psicológicas perduran en el tiempo”.

 

La especialista Mary Lourdes Salazar, licenciada en Trabajo Social y magíster en Criminología, explica qué es el maltrato infantil y sus consecuencias. Aporta cifras a nivel mundial, detalla quiénes son las maltratadores y por qué suceden los maltratos.
 

¿Qué es el maltrato infantil?

Podemos decir que tiene rostro pero no condición social, cultural, ni económica. Es muy importante entender y comprender su significación en tanto es expresión de la violencia social: es un problema social y tiene muchas facetas.

Concretamente, el maltrato infantil es todo acto de comisión o de omisión por parte de un progenitor o tutor hacia un niño, niña o adolescente, que tienen consecuencias dañosas hacia su persona y su dignidad humana. Todo maltrato es visible en tanto que ese niño, niña o adolescente lo manifiesta en su corporalidad y en sus emociones; e invisible, porque esta situación intenta ser guardada, solemnemente, en el interior de su hogar, por quienes lesionan su dignidad.

El maltrato físico es expresión de fuerza dirigida contra un niño, niña o adolescente cuya ejecución es intencional y no accidental. El maltrato en términos de abuso o descuido también suele observarse en la misma familia. Esta forma de relacionarse de algunos padres con sus hijos tiene un sustento cultural, en el uso de la fuerza contra los niños, además ciertos hechos y conductas expresan su significado del contexto en el que ocurren.

Este tipo de abuso ha provocado investigaciones profesionales y debates públicos que nos han ayudado a comprender a las familias maltratadoras y lo que significa ayudarlas, para que puedan cuidar a sus niños, niñas y adolescentes, o por el contrario, cómo protegerlos a ellos en su integridad. Lo fundamental sigue siendo proteger al niño, niña o adolescente de todo daño, así como establecer y hacer cumplir normas rigurosas sobre el cuidado de ellos.
 

¿Hay cifras sobre el maltrato infantil?

La violencia crece y avanza deshumanizando nuestras relaciones, y pide a gritos acciones transformadoras que inviten a recuperar al sujeto de derecho. Esto lo develan los datos del 4º estudio de Maltrato Infantil que realizó Unicef en el año 2012 en torno al grado de violencia que padecen los menores, donde 6 de cada 10 niños en el mundo entre 2 y 14 años sufren maltrato físico a diario. Además, alrededor de 3 de cada 10 adultos del mundo creen que para criar o educar de manera adecuada a un niño es necesario apelar al castigo físico.

Por otra parte, los datos de índices de violencia intrafamiliar hacia los niños, niñas y adolescentes señalan que el 71 % recibe algún tipo de violencia de parte de su padre o madre, y que sólo el 29 % no es víctima de maltrato en su hogar. Asimismo, establece que el 25,9 % de los niños, niñas y adolescentes recibe violencia física grave; el 25,6 %, violencia física leve, y el 19,5 %, violencia psicológica.
 

¿Quiénes son los que maltratan? ¿Por qué sucede? 

Son muchos los que maltratan. Esto no queda sólo en el seno familiar sino que avanza a las instituciones en las que se relacionan los niños, niñas y adolescentes, como son las escuelas, los juzgados, las instituciones que dicen proteger y restituir derechos y los clubes, entre otras. Existen ejemplos sobrados en nuestra sociedad de esas prácticas que realizan adultos y que todavía necesitan transformarse, a la luz de las nuevas normativas nacionales e internacionales que protegen a los niños, niñas y adolescentes.

Específicamente, en el seno familiar, la presencia de padres o tutores que regresan a sus hogares sobrellevando la saturación de sus actividades o de sus insatisfacciones, produce tensiones que en el ámbito familiar se traducen en gritos o golpes ante la demanda infantil, acumulando violencia en los niños y las niñas. Pero dicha atmósfera no siempre es reconocida como maltrato en las familias. Como consecuencia, se instala en loos niños y niñas un estado de ánimo agresivo o de tristeza, que se expresa en sus experiencias cotidianas. La escuela es el ámbito donde se visibilizan muchas de estas marcas que deja el maltrato, donde docentes y compañeros/as los observan o lo padecen por cómo se relacionan con ellos, o bien con su entorno.

Los niños, niñas y adolescentes maltratados son más receptivos en sus otras relaciones extrahogar cuando adultos les expresan comportamientos de indiferencia y/o rechazo hacia ellos, sienten que sólo son “reconocidos” por sus conductas negativas, dicen no ser escuchados. También sus relatos expresan la afectación de su autonomía progresiva en cuanto que el ejercicio de sus derechos no es protegido u orientado por quienes los cuidan, lo que genera daño en su autoestima, en su persona.
 

¿Qué consecuencias tiene el maltrato en los niños y niñas, que luego serán adolescentes y adultos?

Hace tres años realicé junto a otros colegas una investigación para SeCTyP. En esa muestra tomada de adolescentes de la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil sobre la violencia, pudimos corroborar que todos los entrevistados habían sido víctimas de malos tratos en su infancia por parte de sus padres, tutores u otros adultos. Estos adolescentes sienten haber crecido en desventaja con respecto a otros de su misma edad. Pero en su mayoría refieren sentirse orgullosos, porque pueden soportar esos maltratos físicos. Sin duda que esto representa una distorsión en el sistema de valores que socialmente rehusamos.

La experiencia nos ha indicado que las heridas físicas, salvo que sean de gravedad, sanan en un corto período; pero las heridas emocionales y psicológicas perduran en el tiempo, no pueden ser afrontadas por todos y mucho menos resueltas.

La mayoría de los niños, niñas y adolescentes que vivieron relaciones abusivas no pueden vivir el presente, ya que reviven “broncas” permanentemente y su resentimiento no les permite relacionarse saludablemente en el presente, porque viven vinculados con el maltrato recibido en el pasado. En una de las entrevistas, un adolescente me decía que sólo los fuertes (los resilientes) podían salir y convertirse en personas “normales”, porque lograron afrontar las relaciones abusivas y resolverlas, para convertirse en personas competentes y emocionalmente estables, que disfrutan de su presente y se proyectan positivamente.

 

Por Carla Iacovino, becaria de Prensa de la Facultad de CIencias Políticas y Sociales