Más que papeles

El convenio firmado entre la Asociación Ecuménica de Cuyo-Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y la UNCUYO, para la digitalización y publicación de archivos relacionados con la última dictadura cívico-militar en Mendoza, ya genera conocimientos sobre la memoria reciente. Impulsado por el Instituto de Derechos Humanos, el proyecto asiste a la labor histórica del MEDH sobre recuperación de la memoria social por verdad y justicia. Edición UNCUYO ofrece los testimonios que dan dimensión del trabajo de los organismos de derechos humanos y las fotografías digitalizadas de los papeles relativos a las desapariciones de los hermanos Bustamante, caso testigo de la impunidad con que actuaba el terrorismo estatal y la violencia institucional ejercida contra las y los familiares denunciantes.

Más que papeles

Fotografías de archivos digitalizados por el MEDH y la UNCUYO

Sociedad

Unidiversidad

Sebastián Moro

Publicado el 27 DE DICIEMBRE DE 2013


Un ejemplo del material digitalizado son las fichas por las cuales el MEDH conducía el reclamo de los y las familiares para ser autorizados y autorizadas a publicar en el diario local una solicitada a favor de las personas secuestradas, es decir, por su aparición con vida. Es el caso de la ficha cuya imagen da fondo al título de esta nota, correspondiente al detenido-desaparecido Luis Ernesto Bustamante, firmada por su padre, Julio Ernesto Bustamante, el 9 de julio de 1978. Allí se consignan sus datos personales y los lugares donde sus familiares denunciaron el secuestro: Policía de Mendoza, Policía Federal, y presentaciones de Habeas Corpus ante la Justicia Federal de Mendoza y de Mar del Plata.

La presentación del trabajo de digitalización del archivo del MEDH, sobre documentos de la última dictadura cívico-militar fue parte del auspicioso balance anual que se realizó el 16 de diciembre respecto al primer año de gestión del Instituto de Derechos Humanos de la UNCUYO. También se enmarca en la celebración de los 40 años de labor ininterrumpida de la Fundación Ecuménica de Cuyo creada en 1972, organización fundante y fundamental en la lucha por la defensa y profundización de los derechos humanos, y la protección de los sectores más vulnerables de la sociedad.

Stern, Aguero, Alcalde, Faiozzo y Della Santa durante la presentación en el CICUNC.

Belén Faiozzo, Mariela Alcalde y Virtudes Della Santa, todas integrantes del MEDH, participaron junto a Marcelo Stern, anfitrión por el Instituto de Derechos Humanos, y Pablo Agüero, del Centro de Documentación Histórica de la UNCUYO, de uno de los paneles que dieron cuenta del imbricamiento entre el saber social y el conocimiento histórico en movimiento, la necesidad de preservar y a la vez, de hacer asequible su producción material. Según Faiozzo, “el proyecto consta de tres etapas y acaba de terminar la primera, que duró seis meses, y abarcó documentación hasta fines de los años ’70. La segunda etapa está compuesta de archivos que rescatan el trabajo de contención y acompañamiento que el MEDH llevó adelante con los familiares y las víctimas entre los ´80 y los ‘90. La tercera etapa consistirá en catalogar, seleccionar y publicar el archivo”.


Caso testigo, los hermanos Bustamante: todos dicen no

Los hermanos Bustamante, Luis Ernesto y Raúl Ricardo, nacieron en Gutiérrez, Maipú, en 1949 y 1956, respectivamente. Hacia la medianoche del 24 de mayo de 1977 en Mar del Plata, Luis fue secuestrado en un operativo realizado por agentes de seguridad. En la misma ciudad, pero el 28 de mayo, Raúl corrió con la misma suerte a plena luz del día. Ambos continúan desaparecidos. Sus causas están desarrolladas entre las más de 200 carpetas a digitalizar entre el MEDH y la UNCUYO, y son consideradas “casos testigos” que permiten visualizar el trabajo sobre archivos fundamentales, que no solo ha conseguido durante tres décadas profundizar las investigaciones por los crímenes de lesa humanidad entonces cometidos, sino que también recupera historias de vida, de la lucha de supervivientes y de referentes sociales en pos de asistencia y de justicia a las víctimas.

Dijo Belén Faiozzo sobre la presentación, emocionada porque “estuvieron familiares de los hermanos”: “Seleccionamos las suyas entre las carpetas más completas. Tomándolas como ejemplo, contamos la documentación que se ha digitalizado en esta primera etapa: Habeas Corpus; denuncias a distintos organismos nacionales, provinciales e internacionales, de puño y letra de las madres de los detenidos-desaparecidos o sus familiares; respuestas de esas instituciones, como las Fuerzas Armadas o el Ministerio del Interior, diciendo que no se encontraban detenidos en ninguna dependencia. De otro caso mostramos un Habeas Corpus rechazado por el Juzgado de Mendoza, donde hasta se ordena el pago de las costas a los familiares. Hay fotografías de detenidos-desaparecidos de los cuales, en algunos casos, solo hay fotocopias o copias a color. En otras carpetas encontramos fotos originales que la familia confió al MEDH; autorizaciones que se pedían a los familiares para publicar el nombre de sus desaparecidos en las listas de los diarios; anotaciones, fichas de datos, guías para continuar los trámites de denuncias judiciales y descripciones de los casos”.

Faiozzo también valoró el concienzudo tesón del trabajo voluntario: “De puño y letra, o a máquina de escribir de las trabajadoras del MEDH, reconocemos entre ellas a Aliedda Verhoeven, Pocha Camín y Elba Morales. Vemos cómo las actas de nacimiento o de matrimonio están ordenadas según la constitución de la familia de la persona desaparecida, y cómo los formatos de denuncias llegaban armados a máquina desde los Organismos de Buenos Aires para ser completados manuscritos por quienes los recibían en las provincias”.


La carta de una madre

“Soy una madre que sufre, llora sin consuelo todos los días”, dice un fragmento de la carta escrita y firmada de puño y letra por Ángela Dolcemáscolo de Bustamante en nombre de sus hijos Luis y Raúl. La transcripción mecanografiada por el MEDH, en base a la carta, data del 15 de enero de 1979. En esos documentos, la madre denuncia los operativos ilegales que concluyeron con las desapariciones forzadas de sus hijos.

El secuestro de Luis fue sobre la medianoche del 24 de mayo, en presencia de su familia: “Lo llevaron detenido de su domicilio, calle 57, número 4946, Mar del Plata, Buenos Aires, no teniendo hasta la fecha noticias de su existencia”. A Raúl (“Patita”, como lo conocían sus compañeros de trabajo), lo secuestraron cuatro días después, a las 10 de la mañana, en las inmediaciones del Puerto de Mar del Plata, donde trabajaba como tornero en un taller de fundición: “Tampoco los padres tienen noticias sobre su paradero, sumando a la desgracia anterior este nuevo dolor”, señala en tercera persona Ángela, como le sucedió a miles de madres argentinas, víctimas del sistemático despojo de sus hijas e hijos.

En el comienzo de la carta la madre explica los motivos que llevaron a los hermanos a radicarse en Mar del Plata. Diego Facundo, el hijo mayor de Dora y Luis, tenía síndrome de Down y debía realizarse una intervención cardíaca, inaccesible desde Mendoza. Por ello la familia entera se trasladó a Mar del Plata, donde Luis aprendió el oficio de filetero, mientras hacían equilibrio para sostener la rehabilitación del niño y la economía familiar. Raúl, que era soltero, no tardó en seguir solidariamente a su hermano. Ambas desapariciones forzadas dejaron a los niños, a la mamá y al papá de los hermanos Bustamante en la mayor desprotección. El pulso original de Ángela revela la dimensión del desamparo: “Mi nuera, con mis pequeños nietos, volvió a Mendoza y está con sus padres. Pero yo con mi esposo, que es jubilado y cobra la jubilación mínima, por nuestros escasos recursos, ayudamos con algo a los nietos. Y al Dieguito le hace falta tratamiento fonoaudiológico que no está a nuestro alcance pagar”.


Habeas Corpus: No sabe/No contesta

Fue presentado el 2 de julio de 1978 por Julio Ernesto Bustamante, por el paradero de su hijo Luis. También incluye la firma de Ángela, su esposa. Una burocrática línea de tinta horizontal y la categoría de “Ignorado” indican la complicidad de funcionarios judiciales a la hora de dar curso a las investigaciones. Los ítems negados corresponden a la mínima información considerada para tramitar los Habeas Corpus: con respecto a si la persona secuestrada se encontraba o no a disposición del Poder Ejecutivo, y “la unidad penal o militar” donde la persona permanecía detenida.


Anhelo de navidad: visita de la CIDH

En diciembre de 1978, la visita a Argentina de la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos generó una avalancha de denuncias de parte de familiares de desaparecidos y desaparecidas, y de víctimas directas de la represión. Los Organismos de Derechos Humanos canalizaron los reclamos. Las imágenes de las largas filas de Madres y de Abuelas de Plaza de Mayo para poder presentar trámites en nombre de sus seres queridos son una muestra histórica de la inquina nacional. La denuncia que Ángela presentó por Luis y por Raúl describe puntualmente los círculos de impunidad a los que mujeres como ella fueron empujadas por cómplices y partícipes de la dictadura cívico-militar.

Dice Ángela: “Le he enviado cartas a la Agrupación 601 de Camet, Mar del Plata; al Primer Comando del Cuerpo de Ejército, de Palermo, Buenos Aires; a los Juzgados Federales de Mendoza y Mar del Plata; todos han contestado que no saben nada, diciendo que desconocen el paradero de mis hijos. Yo, señores de la OEA, soy una madre que sufre, llora todos los días por sus hijos, en la víspera de Navidad, humildemente pido si pueden contestarme ahora o darme una noticia sobre ellos”.



Una transcripción ecuménica

“La esposa con los hijos volvió a Mendoza, viviendo con sus padres, pero los progenitores de la víctima escasamente pueden colaborar con su manutención ya que dependen de una jubilación mínima, de modo que no es posible continuar con el tratamiento que el menor enfermito requiere”. Dicho diagnóstico fue recogido a través de la carta original de Ángela por las comprometidas militantes, sensibles a la situación social de la familia Bustamante.

Para 1979, la represión en la provincia y el país ya habían concretado la mayor parte del plan de exterminio. Las madres y los familiares concurrían de a cientos a denunciar, y solo era posible canalizarlas a través del incipiente trabajo de organizaciones como la Fundación Ecuménica. El trabajo de archivo de información, el relevamiento de testimonios y el rumbo para ahondar las investigaciones una vez recuperada la democracia, quedó abierto a partir de iniciativas como estas. La urgencia se enfocó entonces en la asistencia social de las personas cercanas a las y los detenidos desaparecidos. Las limitaciones materiales para criar a las niñas y niños despojados de sus padres, la voluntad a partir del horror por parte de las abuelas, y las persecuciones que no cejaban a quienes hacían las denuncias, dieron a las actividades de protección un necesario fondo de trabajo social.



El drama y el Informe Social

En la planilla del MEDH del 10 de noviembre de 1982 se consignan los datos y situación familiar de Dora Noemí Aguirre de Bustamante y de sus hijos, Diego y Luis Mauricio. Se da cuenta del vulnerable estado de salud de Diego; de que el grupo familiar vive en Coquimbito, Maipú, con los padres de Dora; y de los magros ingresos que obtiene como empleada en una fábrica de conservas. “La situación emocional y afectiva de esta joven mujer es de extrema ansiedad. Su dependencia con los padres impide que ella organice su vida y la de los dos pequeños”, se aprecia en el informe. Además recomienda: “Ayuda económica y, muy encubiertamente, ayuda técnica para sobrellevar su drama. Dora jamás evidencia su pena o abatimiento”. Por último, el MEDH considera un aumento en la ayuda, en las becas y en el “transporte escolar para el niño mayor”.


1984, revelación de “lo patrio”

El documento tiene fecha del 24 de enero de 1984 y en él consta la denuncia que, como testigo directa, Dora Aguirre de Bustamante hizo del secuestro de Luis, y los posteriores allanamientos contra su familia. También narra cómo fue “conminada por las fuerzas de seguridad a no realizar denuncia alguna” y la exposición que realizó ante la Comisión de la OEA en 1979. El párrafo que se cita a continuación demuestra el grado de hipocresía y desprecio por la vida de parte de los agentes del terrorismo estatal: “La misma noche del secuestro me dirigí a la comisaría de Peralta Ramos, bajo cuya jurisdicción estaba nuestro domicilio. Pero quien me atendió me dijo que no podían hacer nada esa noche, pues era vísperas del 25 de mayo. El día 25 fui a Investigaciones de la Policía Federal, al Comando Radioeléctrico, a la Base Naval y a la Agrupación 601 de Artillería del Ejército. En todos esos lugares me dijeron que no podía hacer nada pues era día patrio”.


Las receptoras

Al final de la presentación se exhibió un informe social hecho por Pocha Camín, la trabajadora social con mayor trayectoria en el MEDH, quien en los 80 y 90 realizó en grupo los seguimientos y contención de las familias a las que se ayudaba desde el organismo. Esas carpetas abarcan la segunda etapa de la digitalización sobre la cual se trabaja. En ellas se encuentran, entre otros, los recibos de ayuda económica otorgados a las familias para la escuela de niñas y niños; por costeo de enfermedades devenidas, o no, a partir de la desaparición de la persona próxima; o para efectuar viajes para asentar las denuncias en Buenos Aires.


Elba Morales y Belén Faiozzo en la presentación de la Asociación Ecuménica, en la sala Elina Alba.

El compromiso social, el trabajo colectivo y los abordajes críticos son rasgos principales que la Fundación y el Movimiento Ecuménico han convertido en sus baluartes en el transcurso de los años de lucha mancomunada. Desde la continuidad, que hace presentes esos baluartes con sus frutos, Faiozzo resaltó “el trabajo de las receptoras de todos esos papeles, quienes además los han resguardado durante tanto tiempo. Haciendo este trabajo, una no solo se imagina al familiar, a la madre, a la esposa o al compañero del o de la desaparecida, escribiendo esas cosas, en la soledad de su casa, sino que también llevándolas al MEDH. Y te imaginás a Elba y Pocha recibiendo esas denuncias, esos papeles, y pidiéndoles más información, orientándolos, acompañándolos, durante 36, 37 años, hasta que llegamos a hoy, cuando esos archivos son parte importantísima de las causas elevadas a juicio... y todo esto que ya sabemos”.

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