Massera, el terror que nunca se terminó de juzgar

El lunes murió Emilio Eduardo Massera, considerado el “cerebro” de la última dictadura cívico militar. Para el pesar de familiares de víctimas del genocidio y defensores de derechos humanos, la muerte lo encontró “inimputable” en cientos de crímenes de lesa humanidad que protagonizó durante ese período. Entre ellos, el caso Will-Ri, con especial significación en esta provincia, por tratarse del secuestro, la desaparición y el asesinato de cuatro empresarios mendocinos con la intención de apropiarse de sus bienes en Chacras de Coria.

Massera, el terror que nunca se terminó de juzgar

Sociedad

Unidiversidad

Publicado el 09 DE NOVIEMBRE DE 2010

De los tres principales campos de concentración montados secretamente por el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” entre 1976 y 1983, la ESMA fue controlada por la Armada, bajo la responsabilidad directa del ex teniente Massera. Mientras que los otros dos, Institutos Militares en Campo de Mayo y La Perla en Córdoba fueron conducidos por el Ejército.

Autor intelectual y material de innumerables violaciones a los derechos humanos que se cometieron adentro y afuera de los subsuelos de ese centro clandestino de detención, hoy recuperado como un espacio para el arte y la memoria,  Massera fue condenado a cadena perpetua y destituido por homicidio agravado, privación ilegítima de la libertad, tormentos y robos.

Sobrevivientes del centro de detención clandestino que Massera dirigía y documentos de la época lo señalan como el “instigador” y “artífice” de torturas a prisioneros, incluidas embarazadas; robos de bebés nacidos en cautiverio; extorsión a detenidos para apropiarse de sus bienes; y asesinatos, en los que también se contemplan los llamados “vuelos de la muerte”.

Sin embargo, distintas operaciones programadas para avalar la impunidad represora garantizaron que a este oscuro militar la muerte no lo encuentre en cárcel común, sino en una habitación del Hospital Naval de la ciudad de Buenos Aires.

Primero lo salvaron de perpetua los indultos que dictó a fines de 1990 el ex presidente Carlos Menem. Hasta ese momento, el “Teniente Cero”, como lo llamaban en la jerga dictatorial, cumplía la pena máxima que se le había impuesto al final del histórico juicio a las juntas militares en 1985.

Más tarde, la derogación y declaración de nulidad de las leyes del perdón y de los indultos presidenciales lograron que a principios de esta década retomen las decenas de causas. De esta manera, Massera nuevamente fue considerado por la Justicia como el responsable máximo de los horrores cometidos en esos años.

No obstante, el deterioro de su salud física y mental fueron los nuevos argumentos para que el dictador eludiera hasta el último de sus días la obligación de rendirle cuentas a la Justicia. Un “paro cardiorrespiratorio no traumático”, la excusa final.

 

Massera,  indeleble en el oscuro pasado provincial

Ejemplo paradigmático de la violencia y la impunidad que manejó en vida Emilio Massera, lo constituye el caso mendocino conocido como Will-Ri. Esta vez motivado no únicamente por razones ideológicas, sino también con propósitos de ambición material.

Es que el Jefe Naval del terrorismo de Estado encarnó además un proyecto orientado a apoderarse de los bienes de las personas a las que secuestraba.

Fue en 1977 cuando comandos militares dirigidos por el ex teniente detuvieron ilegalmente a cuatro empresarios de nuestra provincia. Los mismos compartían la propiedad  de una modesta bodega e integraban la sociedad Cerro Lago, dueña de terrenos de Chacras de Coria.

Se trata de Victorio Cerutti, Omar Masera Pincolini, Conrado Gómez y Horacio Palma, quienes permanecen desaparecidos en la actualidad. Los dos primeros fueron secuestrados en nuestra provincia, y los restantes en Buenos Aires.

Según señalan sus familiares, las detenciones se realizaron de manera simultánea en el mes de enero de aquel año, y compartieron un mismo destino: la ESMA. Esto último fue afirmado por sobrevivientes de ese centro que relataron que allí, los mendocinos fueron objeto de vejámenes y torturas extremas para que firmaran la entrega de sus propiedades; y aunque sus patrimonios fueron apropiados por los genocidas, ninguno de los cuatro fue liberado.

Will- Ri S.A. pasó a denominarse entonces la asociación ilícita que  conformó Massera y sus socios marinos para suceder a la de Cerro Lago. La misma estuvo integrada por los represores Francis Whamond, Jorge Radice y Alejandro Spinelli, bajo los alias de Federico Williams, Juan Héctor Ríos y Felipe Pagés, tal como explican distintos documentos judiciales.  

Distintos informes explican que vislumbrando el fin de la dictadura Massera decidió traspasar esas propiedades a un sociedad que presentara un perfil renovado y más seguro para él.

De este modo, a principios de los ‘80 se llevó a cabo el traspaso a la  sociedad Misa Chico, integrada por su hijo mayor Eduardo, su hermano Carlos y Pedro Añón, socio político del dictador.

La declaración médica y judicial sobre Masera como “inimputable” lo liberó de sentarse en el banquillo de los acusados por esta causa. No obstante, su hijo, el resto de los militares y algunos cómplices civiles partícipes de este hecho catalogado por la Justicia como “imprescriptible” por tratarse de un crimen contra la humanidad, están procesados en la Megacausa ESMA.

Penélope Moro

Error

An Error Was Encountered

Unable to load the requested file: modulos/videos/view.php