Mujeres que buscan y mujeres que imparten justicia

Al conmemorar su día, operadoras de Justicia aseguraron que hoy las mujeres exigían el cumplimiento de sus derechos. Las deudas del Poder Judicial.

Mujeres que buscan y mujeres que imparten justicia

Foto: Gentileza Dirección de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia

Sociedad

Unidiversidad

Verónica Gordillo

Publicado el 18 DE MARZO DE 2015

Como nunca antes, las mujeres reclaman a la Justicia que reconozca sus derechos, que las proteja de los violentos; no se rinden, conocen las leyes y exigen su cumplimiento. Y como nunca antes, las que imparten Justicia –en algunas ocasiones– también son mujeres, que ganaron terreno en el Poder Judicial de Mendoza, aunque en el máximo tribunal la primacía de los varones es absoluta y algunos fueros –como el Penal– aún son lugares vedados para ellas. Esta fue la visión que compartieron un grupo de abogadas, juezas, camaristas y trabajadoras del Poder Judicial de Mendoza, que se reunieron en el Salón de Actos para conmemorar su día y reflexionaron sobre los avances y los desafíos que enfrentaban dentro y fuera del ámbito judicial.

Al encuentro, organizado por la Dirección de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia y por la Dirección de la Mujer, asistieron el ministro de la Suprema Corte, Jorge Nanclares; la exministra, Aída Kemelmajer de Carlucci; la titular de la Dirección de la Mujer, Stella Spezia; la jueza Penal de Menores, Claudia Vallejos; la jueza de Paz, Elsa Madrazo; la jueza de Familia, María Delicia Ruggeri; la fiscal de Cámara, Susana García; la secretaria general del gremio de Judiciales, Patricia Riofrío, y la oficial de Justicia, Raquel Navarro.
 

Exigir derechos

Si hubo un avance en el que coincidieron las mujeres integrantes del Poder Judicial fue el cambio que se produjo en la actitud de las féminas que acuden a solicitar el respeto de sus derechos. Dijeron que hace unos años desconocían las leyes que las amparaban, se rendían ante el primer escollo y hasta solicitaban como “un favor” que las protegieran de un marido violento. Hoy –aseguraron– son conscientes de sus derechos y exigen su cumplimiento, para ellas o para sus hijos e hijas.

Esa fue la visión que compartió Elsa Madrazo, jueza de Paz de La Consulta. Contó que cuando inició su labor en la zona, las mujeres se acercaban a pedirle que les diera “un sustito al marido”, pero ahora solicitaban medidas de protección, conocían sus derechos y reclamaban que se hicieran cumplir.

Para la jueza, los y las operadoras del sistema tienen una gran influencia en la resolución o no de los conflictos, especialmente cuando se trata de violencia de género. Hay dos opciones: mirar para otro y dictar las medidas sin hacer ningún seguimiento, o hacerse cargo del problema e intentar descubrir las mejores alternativas para proteger a quienes acuden a la Justicia. La magistrada dijo que el gran desafío era tener una perspectiva de género –lo cual implica un gran esfuerzo– para garantizar la igualdad de derechos a partir de las diferencias.

Una visión parecida compartió la jueza de Familia Delicia Ruggeri. Comentó que las mujeres que acudían al fuero no se rendían en sus reclamos, y aclaró que esto no significaba sostener el conflicto jurídico, sino defender sus derechos pese a cualquier obstáculo.

Ruggeri también habló de los desafíos de las mujeres que impartían Justicia. Explicó que, si bien el fuero de Familia fue históricamente ocupado por mujeres, no les interesaba abandonar ese espacio, sino redefinirlo e incorporar varones que tuvieran perspectiva de género.

Con 28 años de trabajo, la fiscal de Cámara Susana García contó que el proceso de incorporación de las mujeres al Poder Judicial no fue fácil. Dijo que en los primeros años los varones “las cuidaban” para que no tuvieran contacto con un acusado de un delito, o con los policías, y que después siguieron “cuidándolas” para que no ingresaran a fueron donde entendían que no podían desenvolverse como ellos, como el caso del Penal.

“Fue una lucha” fueron las palabras de la fiscal, que admitió que cuando se inició el sistema para concursar los cargos en 1994 las cosas empezaron a mejorar, pero no tanto. Una muestra de esto fue el caso de una abogada que ganó un lugar como subrogante de cámara, pero como estaba embarazada y una vez que dio a luz debió cuidar dos meses a la pequeña porque permaneció internada, los magistrados pensaron en pedirle que renunciara. Las amenazas de García, asegurando que el tema saldría a la luz, hicieron que la mujer conservara el puesto que se ganó y hoy es camarista.

La fiscal describió a ese caso como típico de violencia de género y aseguró que respondió a una estructura machista y a un manejo interno entre varones. Recalcó que, pese a los avances, hoy existía una orfandad tremenda en el máximo tribunal mendocino, conformado sólo por varones desde que se jubiló la única exministra de la Corte local, Aída Kemelmajer de Carlucci.

García recalcó su preocupación por el incremento de la violencia de género y dijo que, hasta el momento, la única respuesta que se daba frente a esto era la pena, lo que no resolvía el problema. “Creo que la respuesta del Estado no puede ser sólo la pena, que es una respuesta parcial, insuficiente. Si no hay espacios de contención, esa respuesta es un parche, se necesita una respuesta más amplia”.

Frente a esta realidad, la titular de la Dirección de la Mujer dependiente del Poder Judicial, Stella Spezia, explicó que la mayoría de los casos que atendían estaban relacionados con la violencia intrafamiliar, por lo que intentaban dar respuestas rápidas y realizar un verdadero trabajo mancomunado entre los municipios, las organizaciones de la sociedad civil y los organismos del Ejecutivo que trabajaban en la problemática.


Contra los preconceptos

La exministra de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, Aída Kemelmajer de Carlucci, hizo gala de sus dotes de docencia. Su intervención comenzó con un video en el que el cantante italiano, Luciano Pavarotti, interpretaba un aria de la ópera Rigoletto, precisamente “La mujer es voluble" (La donna è mobile). Cuando concluyó, la especialista en derecho de Familia tradujo las palabras del cantante ("La mujer es cambiante, siempre es desdichado quien en ella confía") y se preguntó si se debería prohibir el aria por discriminatoria.

Ella misma respondió que sería ridículo prohibirla y que mostraría un total desconocimiento de la obra de Verdi, que en realidad quería significar que le atribuíamos al otro los defectos propios. Dijo que esta aria era una muestra de los preconceptos con los que nos movíamos en nuestra vida cotidiana.

Ese fue el puntapié para hablar sobre perspectiva de género en la Justicia. Dijo que había muchas personas que no entendían la problemática, que no sabían interpretar –tal como sucede con el Rigoletto– y que este no era un inconveniente propio de los varones, sino que había muchas mujeres que no comprendían esta perspectiva.

Kemelmajer recordó las palabras de Carmen Argibay, jueza del máximo tribunal que falleció el año pasado y que lideró en su momento un cambio sustancial al crear las oficinas de la Mujer y contra la Violencia Doméstica. Esa mujer fundamental aseguró que el feminismo no significaba defender cualquier cosa que hicieran las mujeres, sino tener una perspectiva de género y comprender los problemas que las aquejaban. La exjueza del máximo tribunal local explicó que lo primero que hizo la Corte nacional frente a esta problemática fue reconocer que las relaciones entre varones y mujeres seguían siendo desiguales y que ellas tenían derechos humanos específicos.

Las abogadas, juezas, camaristas, fiscales y trabajadores del Poder Judicial coincidieron en que en los últimos años hubo muchos avances, tanto por parte de las mujeres que acudían a la Justicia como por parte de quienes la impartían. Sin embargo, aseguraron que faltaba mucho para que mujeres y varones comprendieran la importancia de impartir Justicia respectando la perspectiva de género.

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