No tienen prisa las palabras, de Carlos Skliar

La Editorial Candaya ha publicado No tienen prisa las palabras, libro del escritor argentino Carlos Skliar, con prólogo de David Roas. Una obra vibrante en su multiplicidad, cuyo tema central gira en torno a la experiencia de la alteridad, fruto de las vivencias del autor en Barcelona durante el 2012.

No tienen prisa las palabras, de Carlos Skliar

El libro de Skliar no fue gestado con pretensiones de publicación, de ahí también su impacto y credibilidad.

Cultura

Unidiversidad

Mariana Zeballos

Publicado el 11 DE JULIO DE 2012

El lector encontrará microrrelatos y señales de la realidad capturadas desde el ojo de un viajero en pleno movimiento. Percepciones que en un principio fueron mensajes de Skliar para sus allegados acerca de lo observado y vivido en las calles, y que luego emergieron como un material fundamental.

No tienen prisa las palabras nos invita a realizar una lectura atenta para penetrar en las vivencias de un hombre que escribe con el cuerpo porque siente y reclama una rebelión ante la comodidad del egoísmo del mundo. Tal como lo expresa David Roas en el prólogo: “Textos en los que subyace la necesidad del otro, la complicidad y la empatía. Pero que también apuntan, afilados, contra la indiferencia, el egocentrismo y la estupidez humana”. Skliar suelta sensaciones y reflexiona decididamente sobre el lenguaje, la escritura, y la “celeridad” del mundo actual: “Dolor de cabeza porque el mundo es como es. Y duele”.

Vital, transparente y sereno, el libro de Carlos Skliar no fue gestado con pretensiones de publicación, de ahí también su impacto y credibilidad. Por eso nos moviliza, nos hace parte de su viaje, y ahuyenta la rutina para transformarnos a cada vuelta de página.

 

El autor, Carlos Skliar

Carlos Skliar (Buenos Aires, 1960) es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Argentina, y del Área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Desde 2005, junto a Diego Skliar, conduce en Buenos Aires el programa de radio Preferiría no hacerlo. Es autor de los libros de poemas Primera Conjunción (1981), Hilos después (2009) y Voz apenas (2011) y del libro de aforismos y ensayos La intimidad y la alteridad (2006). Ha escrito diferentes ensayos educativos y filosóficos, entre los que destacan: ¿Y si el otro no estuviera ahí? (2001); Derrida & Educación (2005); Entre pedagogía y literatura (2007, con Jorge Larrosa); Experiencia y alteridad en educación (2009, con Jorge Larrosa); Conmover la educación (2009, con Magaldy Téllez); Lo dicho, lo escrito, lo ignorado (2011); Experiencias con la palabra (2012) y La escritura: de la pronunciación a la travesía (2012).

Algunos fragmentos de No tienen prisa las palabras

“Escribo porque no comprendo. Para repetir una y otra vez esa encrucijada de palabras con la que no logro descifrar el tiempo. Escribo para recordar sonidos que de otro modo se perderían en el lodo vertical de la memoria. Para invocar y provocar gestos de amor de los que no soy capaz si no escribiera. Escribo porque al despertarme quisiera agradecer los ojos abiertos. Para mirar de pie lo que está demasiado lejos. Para escuchar qué es lo que ha quedado en la punta de la lengua”. (Página 14)

“Escribo para renunciar al abandono y para tocar con las manos sigilosas la espalda tibia de alguien que aún no ha muerto. Escribo. Y aún no soy capaz de decir nada”. (Página 14).

“Erri de Luca no sabe que le leo. Y me da algo de tristeza que no sepa cuánto me ha valido la pena leer estas palabras suyas “Dejar dicho más que dejar escrito incita la memoria de los demás a custodiar. Lo sabía quien esparció al viento y a los hombres las raras palabras, quien pensó que en eso consistía el fecundar y que los oídos eran flores para las abejas”. Me digo que no importa que no lo sepa. Me digo que ahora yo sé algo que él no sabrá. Y vuelvo a entristecerme. Leer es una soledad que no se devuelve”. (Página 56)

“El mezquino orgullo de aquellos que han nacido en un sitio donde uno sólo está de paso”. (Página 67)

“La casa sola durante horas. La sensación de interrumpir algo importante al abrir la puerta”. (Página 81)

“El “no humillarás” debería ascender a la categoría de undécimo mandamiento”. (Página 88)

“De viajes y de lecturas, que es casi lo mismo. Viajar es sentir, sí; sentirlo todo excesivamente (Pessoa); viajar para no llegar posiblemente nunca (Magris); viajar con la amabilidad de quien atraviesa dos o tres veces un territorio que es pisado y también es huella (Handke); viajar como pasear: la caminata distraídamente atenta de poeta (Walser); viajar como una ruta trágica y obligada que no nos hemos trazado (Tsvietáieva); viajar sin atrapar al mundo en la telaraña de grados de longitud y latitud (Nooteboom); viajar en línea recta y tener al sol y a la luna de uno y otro lado (Herzog); viajar y no saber donde dejar exactamente las garras (Szymborska); viajar sin otra compañía que las propias sombras (Nietzsche); viajar para abandonar la ciudad y precipitarse hacia el puerto deseado (Ajmátova). En fin: viajar como mirar al cielo donde un sueño espera ser soñado (Maillard)”.(Página 119).

“No tienen prisa las palabras en decir. La urgencia tiene voz atragantada. La prisa alborota los sonidos y se acaba por decir todo lo contrario. La rapidez siempre es extranjera. El barullo es un jeroglífico que no descifraremos nunca. Escribir, entonces, mirándote a los ojos. Deseando tu dictado”. (Página 157)