“Nos dicen héroes, pero no somos valorados ni cuidados”

La enfermera Norma Jurado dijo que el discurso oficial no se condice con lo que pasa puertas adentro de los hospitales. El día a día con sus pacientes en el Notti y la vocación como el gran sostén.

"Nos dicen héroes, pero no somos valorados ni cuidados"

Norma Jurado trabaja desde hace diez años en el Hospital Pediátrico Humberto Notti. Foto: gentileza Norma Jurado

Sociedad

Primera línea de batalla

Unidiversidad

Verónica Gordillo

Publicado el 30 DE OCTUBRE DE 2020

“Duele un montón” dice la enfermera Norma Jurado (47). Y no se refiere a un dolor corporal, sino a la comprobación de que el discurso oficial que eleva al personal de la salud a la categoría de  héroes y valientes no tiene ningún correlato puertas adentro del servicio donde atienden a niñas, niños y adolescentes que contrajeron COVID-19. No se quedó con el dolor. Con un puñadito de colegas reclamó que no los abandonen, simplemente, porque tienen que seguir con su tarea y, aunque costó, lograron que los atiendan e hisopen en el mismo hospital donde trabajan, o lo que es lo mismo, que los cuiden.

La profesional, que se desempeña desde hace diez años en el Hospital Pediátrico Humberto Notti, describe a Unidiversidad sus sentimientos. “Nos dicen que somos los héroes, los valientes, que estamos en la primera línea y, sin embargo, el Gobierno no nos apoya, no estamos valorados ni cuidados, y eso duele muchísimo. La verdad, sigo adelante por vocación, porque soy una profesional y porque la población nos necesita,  siempre nos apoya y eso lo agradezco mucho”.

Norma cuenta otros dolores: que en su sector existan colegas que cobran menos por hacer la misma tarea que ella, solo porque unos son empleados de planta y otros no. Dice que eso también duele y que por eso participa de las marchas de profesionales de la salud que encabeza el gremio Ampros.

La mujer, que vive con su hija, cuenta que, pese a estas dificultades, seguirá haciendo su tarea y explica las razones. “Llevo en el alma la vocación, siempre quise estudiar enfermería y me costó un montón, no fue fácil. Comencé a estudiar a los 34 años, me recibí a los tres años y de ahí no paré más, y no voy a parar”.

"Nuestra peor pesadilla es que comience a morir gente por no tener atención"

La kinesióloga Lorena Páez (45) enumera sus miedos, los mismos que comparte con colegas de las unidades de terapia intensiva donde trabaja desde hace 15 años, hoy desbordadas a causa de la pandemia de COVID-19. Miedo de contagiarse, de contagiar a su familia, de que les pase algo a sus padres que viven en San Rafael y no poder ayudarlos.

 

Discriminación y nueva forma de trabajo

Norma relata que, puertas adentro del hospital, enfrentaron dos momentos muy difíciles: uno en marzo, al inicio de la pandemia, cuando ingresaron los primeros pacientes a su sector destinado solo a COVID 19; y el segundo, en septiembre, cuando se produjo un brote de contagio entre el personal y, de 27 enfermeras y enfermeros, solo pudieron seguir trabajando 6, por lo que debieron asignar refuerzos de otras áreas.

La licenciada en Enfermería detalla las dificultades que pasaron en el primer momento. Explica que se unieron el desconocimiento sobre la enfermedad, una nueva forma de trabajo muy distinta a la habitual, con uso de barbijos y mascarillas con las que después de media hora no podían respirar. A este se sumó, cuenta, la imposibilidad de contacto corporal con los pacientes, el miedo de los chicos y chicas y de sus familias, y, lo que consideró peor, la discriminación que sintieron por parte de profesionales de otros servicios, que ni los saludaban por temor al contagio.

La enfermera dice que de a poco se fueron habituando a la nueva situación, a los necesarios cuidados, a tratar de atender y ayudar lo mejor posible a cada paciente y al familiar con el que estaba, porque en muchos casos, su voz y su cara es lo único que escuchan y ven en los días de aislamiento.

"¿Te cuento una historia de esos días, para que entiendas?", propone Norma, y cuenta. “Una mamá estaba desesperada, no tenía teléfono, no sabía cómo comunicarse con su familia; yo le dije: 'Esto no se hace', pero marqué el número que me dio, metí mi teléfono en una bolsa de polietileno y se lo di; no me importaba que gastara el crédito porque me puse en su lugar. No sabés cómo lloraba, me agradecía, le dije que no hacía falta, que nosotros pasábamos por lo mismo, y ese fue el momento en el que sentí muchas ganas de seguir adelante”.

El pedido de una enfermera: "Les ruego que tomen conciencia"

La enfermera Valeria García no pidió sino que rogó a los y las mendocinas que tomen conciencia de la gravedad de la situación y que salgan lo menos posible. Recalcó que el sistema de salud está al borde del colapso por la cantidad de infectados de COVID-19.

 

Brote de contagio entre el personal

Norma cuenta cómo fue el segundo momento difícil, cuando se produjo un brote de contagio entre el personal, no solo de su sector, sino de otras áreas. Dice que no los atendieron ni los hisoparon en el hospital, sino que los derivaban. Por ejemplo, a los que tenían OSEP los enviaban al hospital El Carmen, que estaba colapsado, y a los contratados, a otros efectores, por lo que algunos esperaron horas para ser atendidos.

“Yo llegué a llorar de bronca, de rabia, porque vi como mis compañeros no fueron atendidos como corresponde. Enfermería sufrió muchísimo, hubo muchísimos caídos de los que la población no se entera y el gobierno ni siquiera fue a dar la cara al hospital y decir 'Acá estamos, acá respondemos', nada de nada. Yo tuve una compañera que estuvo internada un mes y medio y realmente la pasó muy mal, aislada totalmente de su familia, con neumonía, y quedó con secuelas, todavía no puede volver a trabajar”.

La profesional dice que ese fue otro momento clave. Comenzaron a reclamar a través de las redes sociales porque fue la única forma de que escucharan su pedido: que atendieran e hisoparan al personal en mismo hospital con el objetivo de trabajar con tranquilidad. Con orgullo, resalta que gracias a esa lucha la institución respondió, una respuesta que no solo incluyó al sector de Enfermería, sino a otras áreas y profesionales del hospital.

Intensivista, la especialidad que visibilizó la pandemia

Federico Galiotti (31) es intensivista, una palabra que hasta hace unos meses gran parte de la población no sabía que existía y mucho menos qué significaba. Ahora, esa especialidad es esencial.

 

La receta contra el miedo

¿Cuál es la receta de Norma contra el miedo, contra el estrés? Ella dice que es una mezcla entre el amor a su vocación, a la vida, y su fe, porque ,aunque subraya que no profesa ninguna religión, cree en Dios y repite que hasta ahora nunca le falló.

“Yo he sufrido desde muy niña, aprendí a valorar la vida. Nunca fue fácil, nunca se me regaló nada, pero rescato que he tenido mucha gente que me ayudó en distintos sentidos, con dinero y psicológicamente, me han dado ese empujón para poder llegar a lo que soy, que a veces no lo encontré en mi propia familia, sino afuera. Yo siempre dije que cuando uno realmente quiere, se puede lograr.  Eso me fortalece un montón para afrontar situaciones difíciles”, expresa.

La enfermera comenta que desde que escuchó las primeras noticias sobre la pandemia en España e Italia comenzó a prepararse para enfrentar la situación tanto física como mentalmente, porque sabía que llegaría y que acarrearía sufrimiento en este lado del mundo. “Es agotador, porque es una incertidumbre todo el tiempo y el miedo también de uno mismo de contagiarse, pero, como siempre dije, es nuestra profesión, es de vocación y estamos aquí luchando para darle una buena atención a los niños, y vamos a seguir. Soy una agradecida a Dios, que siempre me acompañó, y a la gente. Valoro mucho eso, porque he visto más apoyo de nuestra población que de nuestro gobierno y eso me hace feliz”.

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