“Paz, pan y trabajo”: a 35 años de la marcha que marcó al movimiento obrero

El 30 de marzo de 1982 el movimiento obrero argentino protagonizó la mayor movilización durante la dictadura que sufrió el país entre los años 1976-1983. Convocados por la CGT Brasil, que estaba al mando de Saúl Ubaldini, marcharon cerca de 50 mil personas en Plaza de Mayo. En Mendoza, la represión de la protesta dejó una víctima fatal.

"Paz, pan y trabajo": a 35 años de la marcha que marcó al movimiento obrero

Anuncio del diario Los Andes sobre la movilización en la que luego moriría Benedicto Ortiz. (Gentileza archivo de la BPGSM publicada por MDZ).

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Publicado el 30 DE MARZO DE 2017

En un contexto en el que las expresiones de protesta en la calle está en tela de juicio, y en el que diferentes sectores intentan reivindicarlos como herramientas populares imprescindibles, se conmemora el aniversario número 35 de un hito fundamental en el movimiento obrero argentino. El 30 de marzo de 1982 miles de personas tomaron las calles hacia el final de la dictadura militar que padeció el país entre 1976 y 1983. La convocatoria fue de la CGT Brasil, central obrera con una posición más combativa frente a la dictadura en comparación a la de la CGT Azopardo. Al frente de la primera estuvo el cervecero Saúl Ubaldini como secretario general, figura que luego marcaría los destinos de la política gremial en los años 80.

La consigna que llevó como bandera la movilización fue “Paz, pan y trabajo”, en claro repudio a las medidas antidemocráticas y en perjuicio de los trabajadores tomadas por el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” desde 1976. Entre las decisiones impuestas por los militares para frenar la actividad gremial, estuvieron la ley 21.261, del 24 de marzo de 1976, que suspendió el derecho de huelga; la Ley 21.356, de julio de 1976, que prohibió la actividad gremial; la Ley 21.263, del 24 de marzo de 1976, que eliminó el fuero sindical; y la Ley 21.400, del 9 de septiembre de1976, denominada de “Seguridad industrial”, que prohibió cualquier medida concertada de acción directa, trabajo a desgano, baja de la producción, entre otras.

La marcha fue salvajemente reprimida por las fuerzas militares, con el pretexto de que la CGT no había solicitado la autorización necesaria y que los actos podían ser utilizados para producir alteraciones en la seguridad y el orden público. La Plaza de Mayo fue cercada, se cortó el puente Pueyrredón con carros de asalto y con un cordón policial. Durante seis horas el centro porteño fue escenario del enfrentamiento entre los trabajadores y la policía. La movilización también se extendió a Mendoza, Rosario, Neuquén y Mar del Plata. Miles de protestantes fueron detenidos en todo el país, hubo centenares de heridos y un muerto en Mendoza.

La dictadura tambaleó a causa de esta manifestación popular y resolvió llevar a cabo el planeado desembarco en Malvinas para el 2 de abril, acción que habían pensado para mediados de mayo de ese año.

 

En Mendoza

En Mendoza, la CGT Brasil, encabezada por Mario Zafora, decidió marchar el 30 de marzo en consonancia con lo que ocurriría a nivel nacional. La movilización de varios miles de trabajadores se encaminó por las calles céntricas hacia Casa de Gobierno para entregar un petitorio al gobernador de facto, el demócrata Bonifacio Cejuela.

Pero al llegar a las inmediaciones del parque cívico, los manifestantes fueron recibidos por una salvaje represión. Allí cayeron varios heridos, y uno de ellos, José Benedicto Ortiz, empleado de la fábrica Minetti, recibió graves heridas que le causaron la muerte el 3 de abril. El parte médico indicó que la causa de la muerte fue por “problemas pulmonares”, reflejando la colaboración con los represores.

Por su parte, los medios locales, se abocaron a difundir la llegada del desembarco en Malvinas, sin darle importancia a las consecuencias de la represión de los días anteriores.

El ministro de Seguridad, Alberto Aguinaga, declaró en aquel entonces que “la manifestación estaba prohibida y los hechos ocurridos han sido un acto de desobediencia. Se ha querido vulnerar el principio de autoridad”.



 

sociedad, 30 de marzo de 1982, benedicto ortiz,