Pensar la comunicación: segunda parte

La paradoja cultural de comunicarse con celulares y computadoras. ¿La información en la sociedad de la sobreinformación? Sobre esta problemática Omar Gais, profesor e investigador de la UNCuyo, aporta su visión.

Pensar la comunicación: segunda parte

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Sociedad

Unidiversidad

Romina Barboza

Publicado el 15 DE NOVIEMBRE DE 2012

¿Cuál es el rol de la universidad en la promoción de la investigación y lo que hoy entendemos por comunicación? Seguramente este interrogante quedó saldado en la nota anterior de la misma autora (http://edicioncuyo.com/pensar-la-comunicacion).  Pero el mundo de la comunicación reta a otros desafíos.

Omar Gais, es comunicólogo, y docente universitario. El destacado profesional explica -entre otras cosa-  por qué si no hay herencia, no hay identidad.

¿Es lo mismo hablar de medios que de cultura mediática, ambiente técnico o ambiente mediático? ¿Cuáles son las diferencias?

Me parece que hay un corte muy claro entre la idea inmediatamente perceptible de que tenemos contacto eventual con cualquier dispositivo de comunicación o con aparatos técnicos en general, y la idea que no es de sentido común y que cuesta mucho aceptar, de que vivimos en un ambiente técnico o en un ambiente mediático, de que estamos inmersos en una esfera de aparatos y sus “contenidos”.

Pero decimos “cultura mediática”, “ambiente mediático”, para señalar que hemos arribado a un estado de la cultura diferente del anterior; en este, los instrumentos –que han crecido cuantitativamente de modo exponencial y se han sofisticado infinitamente- pierden la calidad de instrumentos porque han formado un ambiente. Eso es más difícil de aceptar, supongo que mucha gente lo rechazaría y me parece que ahí está el interés de Umberto Galimberti y otros autores. Él considera que la técnica obliga a repensar todas las categorías del humanismo; Silverstone dice que ya no tenemos contacto con fragmentos culturales que vemos en pantalla en tal y cual momento de manera controlada por un sujeto libre. Es decir, los autores marcan una diferencia muy grande sobre lo que es pensar cultura mediática.

Se ha formado un sistema de los vehículos y de los símbolos o los textos que circulan por ellos, se ha constituido un sistema dentro del cual estamos de manera tal que, aunque no estés ante la pantalla, no estás fuera, porque conversando con un amigo, con un teléfono inteligente o lo que fuere, tenés contacto con eso.

Esto no está presente en la mayoría de la gente e incluso de los analistas, y en caso de que sea así, debería ser motivo de preocupación porque esa cultura no la construyen los mejores hombres y mujeres, los más inteligentes y los más talentosos. No, mayoritariamente la construyen empresas, multinacionales o locales, con objetivos no de crecimiento cultural sino de entretenimiento para vender más, con lo cual mordemos lo que hablábamos hace rato, la lógica del esfuerzo y la lógica del placer. Y los que construyen cultura mediática clarísimamente se sitúan en uno de esos dos lados.

Hay resistencia a eso, a tal punto que algunos pensadores como Galimberti dicen que, aún cuando escriben en resistencia a esto, detectan que el hombre se ha convertido en funcionario de la técnica porque, como Marx lo dijo del dinero, la conversión de medio en fin, la técnica se ha convertido en un fin o, como dicen otros autores, en un ambiente en el cual la técnica se ha convertido en un fin.

De cualquier manera, deja de ser un instrumento en manos de un sujeto fuera y antes de ella que elije sus fines libremente y utiliza el instrumento para llevarlo adelante; ahora los fines, las elecciones, están dentro y el sujeto es funcionario.

Schmucler dice más o menos eso cuando sostiene que el sujeto es un nodo de cruces, de comunicaciones. Ideas que están presentes en la literatura desde Frankenstein para acá. El ser humano creador de la criatura cambia de condición cuando la criatura cobra tal sofisticación que se autonomiza y toma el control sobre el creador. Hay todavía restos, esto aún no se consuma, la prueba es que podemos criticarlo, escribir sobre esto, pero vamos en esa dirección.

¿Cómo entiende que dos millones de personas esperan el lanzamiento de un celular y que los diarios online más importantes del mundo posicionen esa noticia como una de las principales?

Es un ejemplo estupendo. Empiezo por atrás porque muestra la convergencia de los medios, el hecho de la aparición de una tecnología de comunicación sofisticada se convierte en referencia incluso en los medios viejos.

Por otro lado, y yendo al comienzo, un gadget super-simpático recoge antes de salir una cantidad de adherentes tan grande como la que has dicho. Yo diría, y a lo mejor es exagerado, que hay un fracaso de la educación escolar, de la idea de colectivo. ¡Exageremos!, de ideales, de sentido de la vida. Si en el ejemplo no registramos una proyección de la identidad del sujeto en la máquina ¿qué hay?

Ahora los contenidos, libros digitales (Amazon) y la música (Itunes), se “alquilan de por vida”, es decir, cuando muere el propietario el libro digital no se hereda ¿qué puede llegar a implicar para la cultura, para la memoria?

Otra prueba del individualismo ambiente capturado por el mercado. En el contexto de una lucha por el copyright y el software libre, por los bienes simbólicos digitales, tenés una argucia, una jugada comercial para crear la necesidad de que el heredero de ese bien tenga que hacer de nuevo la operación, ¿hay algo más que eso ahí? Si esto persiste y no se deteriora la copia digital, ¿qué vendo?

Además hay evidentemente una interrupción, un acto que impide o dificulta el proceso de transmisión. Si cultura, para autores como el filósofo Régis Debray, significa herencia, legado que tiene que transmitirse, que quiere perdurar en el tiempo, pareciera lo contrario a lo que estás señalando. Y por lo tanto si no hay herencia, no hay legado, no hay cultura, no hay identidad. Y en el esfumarse de la identidad, a lo mejor se juntan los libertarios de la educación de la película (ver segunda parte) con los capitalistas que no están preocupados por la identidad nacional, grupal o individual, o la van a usar para una venta. Es decir, marcas comerciales con publicidad explícita de referente identitario. Usar Nike no es tener unas zapatillas Nike: es entrar al mundo Nike, que no significa esfuerzo ni autonomía filosófica sino pertenecer a una élite que tiene buenos cuerpos, historias intensas, riesgo, adrenalina y movimiento.

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(1) http://edicioncuyo.com/entrevista-a-hector-schmucler-primera-parte-el-filosofo-de-la-comunicacion-en-la-cultura-de-la-sociedad-contemporanea

http://edicioncuyo.com/el-problema-de-la-tecnica-moderna-y-el-proyecto-humano

http://edicioncuyo.com/tecnologias-de-comunicacion-y-fabricacion-de-los-sujetos-del-presente-los-peligros-de-la-cultura-mediatica-

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