Por la obra pública

Julio Coronado, escritor y docente, publica “Poemas totales”, recopilación de casi una década de su poesía personal y política, tan adicta como adictiva. La presentación será el viernes 6 de septiembre en el Centro Cultural y Político de Radio Nacional. Entrevista exclusiva con el autor.

Por la obra pública

Cultura

Unidiversidad

Sebastián Moro

Publicado el 04 DE SEPTIEMBRE DE 2013

Debería estar muerto, ser preso del olvido y el recuerdo / Pero no, acá estoy, como el chivito
que engordan para navidad: tiernito, flaquito y con el cuello más cerca del cuchillo que de tu boca.                                                  ("Las cosas buenas", Poemas totales, Julio Coronado)


Primera definición que da de sí Julio Coronado, ni bien abre la puerta de su casa, cargado de bolsas con residuos: “El poeta que saca la basura”. A la manera de los poetas satíricos latinos,  que él devora, conversar con el Julio suele ser un exasperante placer. La excusa es la publicación e inminente presentación de Poemas totales, su esperadísimo primer libro. Gran noticia para sus “fans” clandestinos y clandestinas, que atraviesan más de una generación y como a “las cosas buenas”, lo adoran y lo detestan. Básicamente porque lo que el Julio expresa en su poesía, sea sobre las vueltas de la historia argentina o sobre angustias y ansiedades suburbanas, es lo que mucho de sus lectores, sobre todo, no se animan a decir: sólo somos jóvenes/ con más amor que odio/ y más sueño que pesadillas, aclara en "Si no fuimos a Malvinas".

Buena parte del discurso del Julio trabaja sobre la culpa: política, con el raje del 55 o la contraofensiva del 78; amatoria, por las chicas cada vez más lejanas y que jamás nos darán bola, y por las reales, como sus hijas; generacional, creciditos tras Videla, deshauciados por el menemismo, recuperados con el kirchnerismo. Despojado de culpa, el escritor expone las tensiones. Y como buen peronista que es, generoso en la riqueza y en la miseria, también reparte: “¿Se gastan como si nada cien pesos en virulo y no me van a comprar el libro?”, cuestionó respecto a sus lectores.

“El Lolo se murió el primero de mayo. Lloré más que las chicas, un bajón”, dijo bajo el sol del patio de su casa de barrio en Las Heras. Era un perrito negro, acatarrado y compañero. Quizás no los ladridos del Lolo pero sí los de otros perros de la zona quedaron registrados durante el tiempo que duró la entrevista. El diálogo fue sobre el libro editado y versó sobre sus temas: peronismo, amor, droga, el Rojo, los amigos, los libros, soñar con Horacio. Y estuvo salpicado de salidas en búsqueda de lillos, de pausas para comer manzanas.

Refirió que el arte del libro estuvo a cargo de su amigo Martín Victoria y que la edición de 120 ejemplares es de Carbónico Ediciones, de su amigo y escritor Claudio Rosales. Son 55 poemas recopilados y trabajados entre 2005 y 2012, con alguna incorporación de este año. Entre los “clásicos” quedaron afuera “Acá estamos” y “Soy”; entre los recientes, “Perú” y “Lado B”. Otros ya fueron publicados en Desertikón, antología de poetas locales. El viernes próximo a las 21:00 será la presentación de Poemas totales en el auditorio de Radio Nacional Mendoza (Emilio Civit 460), también transmitida al aire. Lo acompañará Juano Groisman con su bajo, e irá solamente munido de sus poemas, acaso también con su original bandera montonera, que lo ha acompañado en otras veladas gloriosas.


Ella en mi cabeza

En 2004, el Julio escribió en la casa donde hoy vive una oración “sobre un pibe gay” que tuvo guardada un año en un cuaderno: “Lo que me molesta es no poder contarte las cosas que hablo con mi psiquiatra”. Esa frase, su insistencia, “es la base de mi escritura. Desde ahí no paré. Da vueltas por poemas, cuentos y en una novela que está mal escrita. Seguramente ya me la ha robado un programa de televisión o una película. Los poemas empecé a escribirlos a fines de un verano. El primero de mi vida fue "Beatriz Sarlo". Después escribí los de Facundo Quiroga, el avión negro y León Gieco, todos de política, peronistas. Después vinieron los de chicas. Cuando decidí hacer el libro le pasé un archivo que tengo de hace 50 años al Claudio. En ese archivo sumaba y corregía poemas. La carpeta se llamaba ´Poemas totales´, como otras se llamaban ´Películas porno´ o ´Partidos de Maradona´. Solamente cambié el título y algunos poemas. Están ordenados como los fui escribiendo, pero relacionados sin divisiones”.

Sobre sus fuentes para escribir, Coronado reflexionó: “Tengo un solo poema que me sé de memoria, que he promovido durante ocho años y nadie acepta. Soy el inventor de ese hit. Y como soy resentido por naturaleza, a esta altura me gustaría un reconocimiento de Fidel Castro. También recuerdo un poema larguísimo de Bukowski y uno de Nicanor Parra. Entre los tres, trato de respirar hondo y le mando lo que tengo. Todos los poemas los he hecho igual, escucho y retengo la frase. Capaz que pasan diez poesías hasta que sale esa frase. La voy esperando, pongo una palabra, pasan dos meses y pongo otra, trac trac, hasta que quede. O la escribo de un saque en un minuto. Pero siempre las pienso varios meses”.

“Por más que estudie o mal estudie lo que es la literatura, por más que haya tipos que sean buenos escritores y digan lo que es, todavía yo no lo sé. Hay cosas que se me vienen a la cabeza y la única forma de sacarlas es publicando. La literatura se metió en la cabeza de Borges y él nos la devolvió. No sé si la poesía está en mi cabeza, por eso quiero que la gente lea el libro sin pretensiones. Igual, lo que haga, publique independientemente como ahora, o me contrate Random House, o sea un miserable o un poeta sufrido, o un genio como Verlaine, no importa. Lo único que importa es que llega un momento que alguien que vos no conocés te va a leer y va a decir la verdad. Y si va y le dice a un amigo: ´Mirá qué bueno este poema´, ya está, sos literatura. Llega un punto en que no lo podemos negar más, queremos que alguien nos lea”.

“Sandro es un verdadero artista, cambió la manera de cantar. Hay una huevada que Messi hace así (Coronado imita pésimo una finta con un balón invisible) y Sandro hace esto (Coronado esfuerza un quiebre de caderas indigno del Gitano). Federico Moura y el cantante de Babasónicos han incorporado eso, un soporte. La literatura es un soporte. Poesía, cuento, novela, son soportes. Yo cuento historias, a veces uso imágenes, otras no. Quizás tengan poesía, pero viene de otro lado. Es algo que a veces no manejamos, es tan fuerte como las experiencias místicas de la gente, te invade. Hay un trabajo, por supuesto, es como el momento exacto en el que vas a besar a una chica. Hay un momento, una mirada, viene un trac, das un beso. A veces vos estás así y así viene la palabra".

"De lo único que puedo sentirme orgulloso y decir en una parte de mi vida ´Escribo, ojalá fuera poeta´, no es por los Poemas totales, sino por sentirlos. Porque la literatura es hermosa, me gustan las frases, la publicidad, las canciones. Hay poemas enteros que están buenos. La literatura es como si fuera una sola, como el mar. Es lo mismo Calderón que Bukowski. No podés ser calderoniano o bukowskiano, esas choteras. De Independiente podés ser”.


Lados B 

Y lloramos por las cartas / de amor y los hijos perdidos / y los padres solos y los amigos, revela Coronado en "Ir a las islas", una confesión que resume la sensación de pérdidas y de frustraciones generacionales, pero también la esperanza en su obra. Otros “lados B” se desprenden del libro y la entrevista, por ejemplo: “Siempre hay poco genio en el mundo. O pocos buenos escritores, o pocos buenos futbolistas. No es que los tipos de acá escriban mal, pasa que se preocupan demasiado por querer ser escritores. Si se preocuparan más por escribir, les iría bien. Hago esta crítica, te ponen incómodo, compiten. Los clubes literarios son una estupidez, yo estoy con mis amigos, con quien puedo hablar de libros. Además, si me tengo que afiliar a un club es a Independiente de Avellaneda, al lado B, al C, donde vayamos”.

En los versos, el paisaje suburbano se aprecia desde ventanas o caminando, antes como estados que como lugares. Sea sobre el Támesis de tangas del Parque Central o sobre las placitas descascaradas de Las Heras, “casi no hay referencia a lugares, sí a personajes o a integrantes del patrimonio histórico cultural de la nación. No necesito escribir ningún poema de Las Heras para vivir y morir acá, para resbalar como un lasherino. Igual mis poemas se pueden conseguir por la CIA porque los tengo en facebook. No tengo ningún problema en aceptarlo, tengo un ego igual de chico al de todos los que están ahí”.

El imposible, el eterno retorno, el avión negro de Perón, es otra figura recurrida en la poesía del Julio. Con ella recuerda a los que faltan, interpela a las y los que “acá estamos”, y pone en el horizonte lo que falta. Porque a pesar de todo, su mirada “lado B” de la vida no es la de la derrota y, además, ordena su trabajo: “Primero que nada está el país, la historia de la Argentina, después el movimiento y por último los hombres. Perón se murió y se fue con la Triple A encima, pero el tipo la rompió, es intocable. Hasta los que lo odian terminan por reconocerle algo. Y Néstor Kirchner vino y la rompió. Aunque al avión negro todavía lo estemos esperando. A veces pienso que Perón cuando volvió no era Perón. O a lo mejor Perón nunca fue Perón, siempre fue un impostor. No un cagón, porque con los fusiles de Eva nos iban a matar a todos y había que estar ahí. Nosotros nos cagamos en las patas, nos ponemos a llorar”. Los ladridos volvieron a sonar en el patio.


Ser un hit

Cuando el Julio empezó a escribir yiraba por las calles y los libros, siempre en direcciones paralelas, intocadas, en relación con el dinero. Siempre padre y siempre amigo, gran conversador si quiere, casi nada ha cambiado. Sí sus poemas que, reconoce, “salen más fáciles”, como los éxitos de verano que siempre quiso ser, el Julio que invitaba a las chicas a caminar y a veces hasta tenía una manzana para ofrecer: “Conozco cosas de la vida como de los libros, no me hago el loquito. No sé si soy más militante que drogadicto. Sobre peronismo o cocaína saco imágenes, cuento sensaciones, una mezcla antes estética que autorreferencial. Los griegos decían que había dos formas en la creación, en una el aire te soplaba y en la otra vos soplabas al aire. Yo mezclo todo, lo cotidiano y lo político. Podría haber seguido diez años haciendo lo mismo, alrededor del mismo archivo, corrigiendo el modelo, ahora que tengo el oficio y soy consciente de mis limitaciones. Que no pasan por tomarme un virulazo y escribir un poema sobre ese virulazo. No es ese el tema, sino la parte del poema que me llega y puedo enganchar por oficio”.

“La droga es como si fuera la cuchara, el televisor, Maradona u otra cosa más de la vida. Habrá influido en generaciones que la conocieron de repente. Nosotros venimos de varias generaciones que ya la conocen. La relación de nuestra generación con las drogas está clara. El que no consume, sabe que hace mal. Y el que consume también sabe que hace mal. Unos la usan, otros no. Entonces, como generación, no podemos tenerla como influjo ni como bandera. Ni para escribir, porque hace mal además. Se consume porque a veces las cosas que hacen mal hacen bien en el fondo. Matar hace mal y Napoleón, San Martín, el Che Guevara y el general Patton mataron. Porque llega un punto en que se parte el queso y salir a matar alemanes o zares rusos o a Batista, está bien. Ghandi es uno solo. Y Perón también, que fue un pacifista o un hijo de puta, no sé, lo salva la obra pública”. 

“Escribo sobre la droga como escribo sobre el amor. Sólo que el amor sí hace efecto literario, porque es universal, atraviesa a todas las personas y todos los tiempos. A la larga esto es un trabajo, hay una idea de continuidad, una idea editorial como tantas, solo que yo tengo el material, los cuentos totales. Yo voy a estar hecho si al país le va mejor, si mis hijas están bien, si el amor me acompaña toda la vida”. Le creemos, compañero. Con obra pública. Con eso alcanza.


Profesión

Acá estoy como
un dealer sin drogas
aburrido y cansado
de la felicidad y la gloria.

Pero pasan a veces
otras cosas
y lo único que tengo
de poeta, es una foto,
con cara de boludo,
en una biblioteca prestada.

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