Reflexiones sobre la movilización antikirchnerista

Héctor Garófoli es miembro del EDE (Frente Nuevo Encuentro) y de Carta Abierta Mendoza. En esta pone en duda la noción de "espontaneidad" que han propagado los medios de comunicación para calificar a la marcha del 13. 

Reflexiones sobre la movilización antikirchnerista

Sociedad

Unidiversidad

Héctor Garófoli

Publicado el 14 DE SEPTIEMBRE DE 2012

La movilización antikirchnerista del jueves 13 de septiembre no suma más oposición a la existente hasta el día anterior. Los sectores sociales que se expresaron son exactamente los mismos que no votaron por Cristina Fernández en las últimas elecciones.

La diferencia está en la dimensión de la construcción del odio, inoculada por las mega-corporaciones periodísticas y sus extensas redes de operadores internetianos, que lograron que los antikirchneristas salieran de sus casas para hacer pública las altas dosis de odio que consumen diaria y sistemáticamente por los multimedios monopólicos.

No se trató de una movilización espontanea ni autoconvocada. Esto lo reconoció expresamente uno de sus organizadores, un señor llamado Sergio Coltran, según sus declaraciones en Radio América, reproducidas por infonews.com.

Ese ciudadano, afiliado desde 2009 a “Unión por Todos”, la fuerza política de Patricia Bullrich, se manifestó en estos términos: “Yo necesito gente que gestione. Estuve en un montón de marchas espontáneas que venimos organizando. Lo de ayer fue un punto de inflexión. La gente entendió que uno tiene que poner el cuerpo para que las cosas cambien”.

No hace falta ser un genio para advertir la falacia de denominar “espontánea” a una marcha previamente planificada y organizada.

De cualquier modo, no creo que estas marchas puedan conmover el crédito político del proyecto nacional, popular y democrático. Pero si se ha modificado el escenario político.  El antioficialismo salió a la calle, se movilizó.

Es un dato insoslayable de la realidad y hay que analizarlo seriamente. Ese antioficialismo no tiene conducción política; los asistentes iban cada uno con sus propias quejas, las mayoría – lógicamente - protestando por las cosas que el gobierno ha hecho bien, pero también corresponde  identificar la seriedad y pertinencia de algunas otras reclamaciones que tal vez se correspondan con errores u omisiones que no han sido detectados.

Pero lo más grave, según mi criterio, es que las movilizaciones sustentadas en el fogoneo del odio son ideales para ser capitalizadas políticamente por los sectores más peligrosos de la ultraderecha y las consecuencias de un eventual fortalecimiento orgánico y político de éstos pueden llegar a ser desastrosas.

Por eso creo que habría que pensar en la elaboración de estrategias político-comunicacionales orientadas a contrarrestar la influencia de las acciones mediáticas en materia de instalación del odio como herramienta de construcción política de la oposición.

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