Repensar la escuela pública

Este lunes, a las 18, en la Facultad de Ciencias Políticas (UNCuyo), la pensadora Alejandra Ciriza y el constitucionalista Carlos Lombardi, presentan el nuevo cuadernillo Escuela pública, escuela laica. Materiales de lectura, reflexión y debate para la Campaña por la Laicidad Educativa en Mendoza. Presenta La Hidra de Mil Cabezas. 

Repensar la escuela pública

A las 18 en Ciencias Políticas se discutirá de fondo ¿qué implica exactamente la laicidad educativa?

Cultura

Unidiversidad

Gacetilla.

Publicado el 27 DE AGOSTO DE 2012

Esta tarde, a partir de las 18, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, La Hidra de Mil Cabezas junto a la investigadora de la UNCuyo, Alejandra Ciriza y el constitucionalista Carlos Lombardi, presentarán el nuevo cuadernillo sobre Escuela pública, escuela laicaMateriales de lectura, reflexión y debate para la Campaña por la Laicidad Educativa en Mendoza. 

La Hidra de Mil Cabezas (LHdMC) es un espacio autónomo para la investigación y divulgación de la Historia de los Movimientos Sociales impulsado por un grupo de trabajadores y estudiantes de Mendoza y Buenos Aires. El propósito de este colectivo es claro, asumido y explícito: la vindicación histórica de todos aquellos que dieron la vida en su lucha contra la opresión. 

¿Qué es la laicidad educativa?

Una escuela pública libre de religiones, emancipada de la tutela clerical. Una escuela pública que antepone la razón a la fe, la ciencia al dogma y el pensamiento crítico a los argumentos de autoridad. Una escuela pública que respeta en serio a las minorías no católicas, que al ser neutral contiene a tod@s sin discriminar a nadie. Una escuela pública que no confunde la parte mayor con el todo ni la prepotencia del número con la democracia. En esto consiste la laicidad educativa.

Pero, más en concreto, ¿qué implica exactamente la laicidad educativa? Con seguridad, ninguna entelequia. Y para probarlo, responderemos esa pregunta por la negativa, trayendo a colación varios ejemplos –ejemplos reales, ejemplos nada hipotéticos– de cómo ese derecho es conculcado aquí y ahora.

No en la distante Salta de Urtubey, ni en los remotos tiempos de la Colonia, sino en nuestra Mendoza del siglo XXI. La laicidad educativa implica, por ejemplo, que las escuelas públicas no tengan crucifijos en las aulas, ni imágenes de sant@s o de la Virgen María en los patios. Implica que en dichos establecimientos deje de celebrarse el Día del Patrono Santiago y el Día de la Virgen del Carmen de Cuyo, y de enseñarse como hechos históricos verídicos el legendario viaje misional del primero a Hispania y los milagros que la tradición hagiográfica atribuye a la segunda. Implica que en los jardines maternales y de infantes pertenecientes al Estado no se haga rezar «en acción de gracias» a l@s niñ@s cuando se les da la copa de leche.

Implica que los curas párrocos dejen de interrumpir las clases de 4º grado que se dictan en los colegios públicos para promocionar sus cursos de catequesis. Implica que los pastores evangélicos se abstengan de repartir biblias en las escuelas públicas. Implica que la educación sexual se afiance de una buena vez en todos los establecimientos de enseñanza primaria y secundaria de Mendoza.

Implica que la diversidad de género sea parte del currículum escolar provincial. Implica que l@s docentes, a la hora de enseñar la teoría de la evolución (Big Bang, formación del sistema solar y del paneta Tierra, origen y diversificación de la vida, proceso de hominización), dejen de estar en situación de vulnerabilidad –por no haber recibido una capacitación ad hoc ni contar con un canal específico de resguardo institucional– frente a las crecientes presiones del creacionismo bíblico (el número de alumnos y familias que adhieren a iglesias evangélicas de signo fundamentalista –pentecostales especialmente– es cada vez mayor, y por ende, cada vez son más corrientes las protestas airadas de madres y padres escandalizad@s y enfurecid@s con la enseñanza de una ciencia «sacrílega»).

Implica que las instalaciones de las escuelas públicas dejen de ser utilizadas por las parroquias para impartir sus cursos de catequesis... En esto consiste concretamente, bajada a la cotidianeidad escolar más palpable, la laicidad educativa como principio político, jurídico y pedagógico. Hagamos, pues, de su salvaguardia nuestra causa.

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