Rusia continúa el ataque en Siria

Notificó nuevos ataques, por segundo día consecutivo, en territorios sirios que estarían dominados por el Estado Islámico.

Rusia continúa el ataque en Siria

Internacionales

Unidiversidad

Unidiversidad/ Camila Balter

Publicado el 01 DE OCTUBRE DE 2015

Por segundo día consecutivo, Rusia bombardeó hoy posiciones del Estado Islámico (EI) –que desde enero de 2014 avanzó en territorio sirio e iraquí para instaurar un califato jihadista– en Siria, luego de que el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, decidiera apoyar a su aliado Bashar al-Assad (actual presidente sirio) a través de una serie de ataques aéreos sobre zonas dominadas por el grupo islamista. 

El Kremlin informó que los ataques aéreos que realiza "están dirigidos contra una lista de organizaciones terroristas bien conocidas". "Los blancos son escogidos en coordinación con las fuerzas armadas de Siria", afirmó el portavoz de Putin, Dmitry Peskov. Los bombardeos impactaron en las provincias sirias de Idleb (noroeste), Hama y Homs (centro). El resultado de la operación fue la destrucción de "un cuartel general de los grupos terroristas y un depósito de municiones en la zona de Idleb", así como un taller de confección de coches bomba al norte de Homs.  

El Ministerio de Defensa ruso emitió un comunicado en el que detalló que los objetivos de estos primeros bombardeos fueron armamento pesado, nodos de comunicación, medios de transporte y arsenales de armas, municiones y materiales explosivos, y tiendas y centros de comando militar pertenecientes a EI. "La aviación rusa efectuó cuatro ataques aéreos esta noche contra cuatro posiciones del Estado Islámico en territorio sirio", detalla el comunicado. 

Los ataques de Rusia comenzaron ayer apenas horas después de que el Kremlin obtuviera la autorización del Parlamento ruso. Aviones de combate y helicópteros artillados atacaron el norte de la ciudad de Homs, un área que Estados Unidos denunció que se encuentra bajo control de grupos rebeldes opositores a Al-Assad y donde no habría operaciones de EI. "La única manera correcta de combatir el terrorismo internacional, y a sus bandas que combaten en Siria y países vecinos, es actuando preventivamente para combatir y destruir a sus militantes en los territorios que ya han ocupado y no esperarlos a que vengan a nuestras casas", dijo ayer Putin, que volvió a desplegar el poder de fuego de Rusia en la escena internacional. 
 

Declaraciones de Washington 

El Pentágono advirtió que las bombas y balas rusas no fueron descargadas sobre los islamistas de EI, sino sobre posiciones de los grupos rebeldes que combaten a Al-Assad, que además habrían causado víctimas entre la población civil. "Quiero ser cuidadoso, pero parece que [el primer ataque aéreo ruso] sucedió en áreas donde no había fuerzas de EI", advirtió el secretario de Defensa norteamericano, Ashton Carter. Por su parte, el secretario de Estado, John Kerry, dijo que Estados Unidos y Rusia acordaron ayer sostener una reunión "lo más pronto posible" entre sus militares para coordinar las operaciones en Siria. 
 

Voces sirias 

Un médico del pueblo de Rastan, una de las áreas atacadas por los aviones, señaló: "Fuimos expuestos a una amplia gama de armas en los últimos cinco años, pero lo que sucedió [ayer] fue absolutamente lo más violento y despiadado, y lo más extenso, en la campiña del norte de Homs”.

EI controla partes de la provincia de Homs, incluso la histórica ciudad de Palmira. En Homs también hay posiciones del Frente Al-Nusra, afiliado de Al-Qaeda en Siria. Ambos grupos incluyen combatientes de la antigua Unión Soviética, incluso de Chechenia –territorio que, tras la disolución de la Unión Soviética, se independizó bajo el nombre de República Chechena de Ichkeria, con la oposición del Gobierno ruso, que después recuperó el control del país tras las Guerras Chechenas–.  

Fuentes rebeldes y la televisión estatal siria informaron que la incursión rusa también tuvo objetivos en la provincia de Hama, donde en los últimos meses hubo avances militares tanto de los rebeldes como de EI, que amenazan los bastiones costeros alauitas, uno de núcleos de poder que sostienen a Al-Assad. 


Otros intereses rusos 

Con estos ataques, el líder del Kremlin vuelve así a tener la oportunidad de restaurar la influencia rusa como potencia global y romper el aislamiento diplomático y financiero impuesto por Occidente después de la anexión de Crimea por parte de Moscú durante la crisis de Ucrania.  Además, con el apoyo a Al-Assad, Putin aparentemente quiere asegurarse el control ruso de la su base naval en Tartus, Siria, la única instalación militar fuera de Rusia. Desde el estallido de la guerra civil en 2011, Estados Unidos sostiene que Al-Assad debe renunciar para que se alcance una paz estable en el país, que hasta ahora sufrió la muerte de 250 mil sirios, muchos a manos de sus fuerzas de seguridad. 
 

Posiciones contrarias 

La estrategia de Moscú no consiste en desplazar a Al-Assad, al que considera un líder "legítimo". Por otro lado, la estrategia de Estados Unidos y de sus aliados europeos insiste en que Al-Assad deje el poder, pero para abrir paso a un "proceso de transición", que debería ser selectivo para impedir que sea asumido por las fuerzas de Estado Islámico (EI). 

Rusia dice que ese enfoque es "ingenuo". Los voceros republicanos coinciden con esta postura y tildan como "un fracaso absoluto" la estrategia de Obama en Siria y un "riesgo para la seguridad" de Estados Unidos. El senador por Arizona y excandidato presidencial John McCain fue el primero en abrir la crítica. Pero, enseguida, el curso fue seguido por muchos otros, incluso, con matices, también por algunos demócratas. El paso dado por el ruso Vladimir Putin desató una gran incomodidad ya que, según el vocero de Obama, contradijo el acuerdo ratificado apenas horas antes con el gobierno norteamericano.
 

Reunión de Putin y Obama 

Según una asesora de Obama, el presidente estadounidense pretendía que su reunión con Putin del lunes pasado lo ayudara a “entender” cómo la mayor implicación de Rusia en Siria serviría para resolver el conflicto. EE.UU., que lleva un año bombardeando posiciones islamistas, considera que la brutalidad del régimen de Al-Assad, avalada por Rusia, ha alimentado a los islamistas violentos y que, por tanto, no hay solución a la guerra sin una transición política que, a largo plazo, desplace a Al-Assad del poder. En tanto, Rusia discrepa. Sostiene que, para derrotar al Estado Islámico, es necesario aliarse con el régimen de Al-Assad.
 

EE.UU. y Al-Assad 

Cuando estalló la guerra, en 2011, Estados Unidos exigía la marcha de Al-Assad. Dos años después, Obama estuvo a punto de ordenar una intervención contra el dictador sirio. A última hora, suspendió el ataque. Los avances del EI forzaron un cambio de estrategia y convirtieron a Al-Assad en un aliado de facto de EE.UU. Ahora, admite que pueda tener un papel en la transición.
 

Hacia una solución: División vs. Unificación  

La crisis siria pone una vez más en debate la idea de dividir el país en varios grupos. Una propuesta que no es nueva: hace un siglo, los colonos franceses y británicos desguazaron gran parte de Medio Oriente, despojos de guerra tomados al Imperio Otomano. 

A los franceses se les acordó el territorio que se convertiría en la Siria actual, y en la década de 1920 coquetearon con la idea de semi-Estados étnicamente cohesivos. Vislumbraron cuatro áreas, incluyendo un Estado alauita, un Estado druso y un Estado de Aleppo. Pero al final, se decidieron por un Estado único. 

Cuando Siria se independizó, los líderes autoritarios mantuvieron a raya cualquier atisbo de rebelión, como ocurrió también en el igualmente multiétnico Irak, también creación de las potencias coloniales. Desde el derrocamiento, liderado por Estados Unidos, de Saddam Hussein en 2003, Irak está ahora dividida en una región de gobierno dominada por los chiitas, un norte kurdo sumamente autónomo y una región de predominio sunnita, pero mayormente controlada por EI. 

La división parece más plausible a lo largo de las fronteras internas reconocibles en el país, o allí donde el mapa sectario o étnico es muy claro. "En mi opinión, la Siria que conocimos, tal como se formó hace 100 años, ya no existe", dice Andrew Tabler, experto en Siria del Instituto Washington de Política de Oriente Medio. "Lo que tendrá que hacer la comunidad internacional es reconocer esas divisiones de hecho y trabajar con cada una de las partes para estabilizar esas zonas." 

"Si bien fueron los colonizadores los que trazaron las fronteras de muchos nuevos Estados independientes de la posguerra, tanto en África como en Medio Oriente y en Asia, hay una fuerte tendencia internacional a respetar esas fronteras", dice Kenneth Schultz, profesor de ciencias políticas de la Universidad Stanford. En tanto, dividir implicaría grandes conflictos, ya que ciudades como Alepo y Damasco son demasiado mixtas.  

Históricamente, este tipo de divisiones han resultado verdaderas catástrofes humanitarias. Tal fue el caso de Sarajevo, la capital de Bosnia, étnicamente mixta, que se vio devastada por la guerra civil en la década de 1990, o las atroces limpiezas étnicas que ocurrieron cuando Paquistán, mayoritariamente musulmán, se separó de la India que había sido gobernada por los británicos. 

Algunos creen que un Estado federado más flexible podría basarse en las sectas predominantes y en otros casos simplemente por zona geográfica, que seguirían siendo de población mixta. Muchos opinan que el despliegue de Rusia de las últimas semanas, enfocado en la costa alauita, debe ser interpretado dentro del siguiente contexto: si bien Rusia, como Al-Assad, prefieren una Siria unificada, los esfuerzos rusos también parecen un intento de apuntalar el bastión de los alauitas.
 

Cuatro años de crisis 

Los orígenes de la crisis siria se remontan a los acontecimientos desatados por la Primavera Árabe (2010), un movimiento inédito en los países orientales que reclamaba básicamente la instauración de la democracia y una mejora sustancial de las condiciones de vida.  

A comienzos de 2011, un grupo de sirios, en una serie de protestas, se alzó contra el gobierno de Al- Assad. Los manifestantes reclamaban más libertades y plena democracia, así como también un mayor respeto de los derechos humanos. El gobierno de Bashar Al-Assad y su padre Hafez, antes de él, estuvo en el poder por más de 30 años.  

La oposición sostiene que el gobierno es "violento, sanguinario y corrupto y que el pueblo sirio se ha levantado en contra de él". El gobierno, en cambio, asegura que el conflicto "no es una guerra civil del pueblo contra el presidente, sino una guerra del Estado de Siria contra el terrorismo", apoyado éste por naciones occidentales y, en especial, por Estados Unidos, por razones geopolíticas. Entre los que apoyan al gobierno, se encuentran Rusia e Irán. Las naciones que apoyan al gobierno sirio, como Rusia, argumentan que la verdadera finalidad del conflicto es el dominio occidental sobre el país, ya que naciones como Estados Unidos apoyan de manera económica a los grupos rebeldes. 

Por lo tanto, desde 2011 los grupos rebeldes, es decir, los opositores del gobierno, se enfrentan con éste, el cual no desea abandonar el poder. En tanto, desde 2014, se sumó un nuevo actor en el conflicto: el EI. En la mayor parte de las zonas donde el gobierno ha perdido el control, los diferentes grupos rebeldes islamistas, como el Estado Islámico y Al Nusra instauraron un califato panislámico regido por una interpretación distorsionada de la Sharia, la ley islámica. 

El saldo de la guerra arroja 250 mil muertos, 3 millones de refugiados, ciudades devastadas y pérdidas invaluables del Patrimonio de la Humanidad.

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