Sara Traoré, la niña huérfana rescatada del Mediterráneo

Salió de Libia acompañada por su madre y hermano, quienes murieron en el mar. Desembarcó en Italia con dos años y medio. Su caso se hizo conocido porque logró sobrevivir. En lo que va del año, ya han muerto ciento de pequeños en el Mediterráneo.

Sara Traoré, la niña huérfana rescatada del Mediterráneo

Sara fue una de las 494 personas rescatadas el 1° de agosto en el mar Mediterráneo. Foto: AP

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Unidiversidad / New York Times

Publicado el 10 DE AGOSTO DE 2017

Sara Traoré, una niña de dos años y cinco meses, llegó sola a la costa de Catania, Italia, el viernes 4 de agosto, luego de zarpar desde Libia y después de ver morir a su madre aplastada en un bote repleto de migrantes. El caso es paradigmático, porque si se lo compara con la suerte que tuvieron los más de 150 chicos muertos en el mar Mediterráneo que Unicef contabilizó entre enero y abril de este año, puede decirse que al menos Sara sobrevivió.

Sara fue una de las 494 personas rescatadas el 1° de agosto en el mar Mediterráneo. Pasaron tres días a bordo del buque Santa Lucía -que los encontró luego de que el precario bote en el cual se trasladaban sufriera un accidente- antes de pisar tierra firme nuevamente. Su madre no fue la única que falleció. Junto a ella también iba su hermano, de nueve años. Su madre murió aplastada. Su hermano se perdió en el fondo del mar.

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones, en 2016 perdieron la vida en el Mediterráneo más de 5.000 personas. Hasta principios de este mes, durante lo que duró este año murieron 2.397 migrantes. Si se cuenta que durante el mismo período llegaron a Europa más de 114.000 migrantes y refugiados, se concluye fácil un número atroz: 1 de cada 47 personas que intentan cruzar el Mediterráneo mueren en el camino. Si a eso se suma que las cifras oficiales no suelen -porque no pueden- reflejar el total de cuerpos que traga el mar, el dato se vuelve aún peor.

Sara llegó a Italia con quemaduras en la cara en la parte superior del tórax, en una zona del cuello, en la parte superior de ambos brazos y en parte de la pierna. Apenas llegó a la costa una ambulancia la recogió y le brindó tratamiento médico durante una hora. Luego se fue a la casa de su nueva familia provisional en Sicilia. Su futuro ahora depende del gobierno italiano. Primero se le asignará un tutor y después se esperará a hacer contacto con la familia -el padre, si está vivo.

Pero más allá de Sara, los números continúan. En el primer semestre de 2017 llegaron a Italia a través del Mediterráneo 12.239 menores de edad, según datos de Unicef. El mismo organismo dio a conocer que hacia abril la cantidad de niños que murieron fue de al menos 150.

El motivo por el cual tantos chicos eligen escapar de ese modo, muchos de ellos sin la compañía de sus padres, es la violencia que deben afrontar en sus lugares de origen. En una conferencia de prensa en Ginebra expertos de Unicef dijeron que la mitad de los jóvenes africanos que intentan llegar a Europa, lo hacen haber sido secuestrados para pedir rescate y la única opción que les queda para seguir con vida es tomar un bote y cruzar el Mediterráneo.

La emergencia migratoria es uno de los desafíos más importantes de Europa y uno de los asuntos que más preocupa a Italia.

En efecto, el gobierno italiano recientemente aprobó el envío de buques de guerra a las costas de Libia para combatir el tráfico ilegal de refugiados en su mismo punto de origen. Y la semana pasada el ministro de Asuntos Exteriores, Angelino Alfano, propuso organizar en Libia campos de refugiados donde contener a las víctimas de la violencia que invade esas tierras. Mientras tanto, el Mediterráneo traga, engulle, arrastra. Y allí quedan muchos niños.

 

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