Historias del Juicio: secretos de familia

Laura Terrera y Alfredo Manrique fueron secuestrados y desaparecidos junto a su hija Celina por fuerzas estatales que operaban durante el proceso militar. Los relatos de familiares permiten reconstruir la historia del matrimonio y la recuperación de la identidad de Celina.

Historias del Juicio: secretos de familia

Josefina Sacala, tía de Laura Terrera, presenta su testimonio. Fotos: Guadalupe Pregal

Derechos Humanos

Unidiversidad

Guadalupe Pregal

Publicado el 24 DE MARZO DE 2015

A través de los testimonios brindados en la audiencia del lunes 16 y martes 17 de marzo en el 4° Juicio por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en Mendoza, se pudo reconstruir parte de la vida de Laura Terrera y Alfredo Manrique, ambos desaparecidos, y la incansable búsqueda que llevó a la recuperación de la identidad de Celina Rebeca Manrique Terrera, hija del matrimonio.

Los testimonios de los hermanos de Laura, Raúl Alberto y María Mercedes Terrera,  y el de su tía, Josefina Scala, se centraron en el secuestro de la pareja junto a su hija de ocho meses y la búsqueda que les llevó a encontrar a Celina. Por otra parte, Adriana Edith y Sandra Elizabeth Videla, primas de Silvina Celina, contaron el camino realizado para descubrir la verdadera identidad de su prima.

Por lo relatado, se supo que Laura Noemí Terrera era una estudiante muy aplicada. Se había recibido de maestra y trabajaba en una humilde escuela de Luján de Cuyo. Alfredo Manrique, oriundo de San Juan, estudiaba contaduría en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCUYO. Ambos eran militantes de la Juventud Peronista, en la organización Montoneros. Vivían junto a su hija Rebeca Celina Manrique Terrera, de ocho meses, en Benegas, Godoy Cruz. 

María Mercedes Terrera explicó cómo se conocieron Laura y Alfredo. “Mi cuñado había venido de San Juan a la casa de una tía que vivía enfrente de mi casa. Ellos se hicieron amigos porque él estudiaba para contador y ella por ahí le preguntaba algo; de matemática, habrá sido. Se hicieron amigos, se enamoraron y se casaron en invierno. Ellos se habrán casado en el 75, más o menos, que hicimos la fiesta en la casa paterna porque tenía mi padre una casa grande”. “Mi papá arregló una casita que tenía en Benegas y ellos, que eran muy activos para hacer, hicieron los veladores, arreglaron una cocina-comedor grande, un dormitorio. Hicieron la casita y al lado vivían mi abuelo y un tío discapacitado”, recordó María Mercedes.

Una de las últimas veces que Raúl Alberto Terrara vio a su hermana, estaba reunida con a sus padres y era evidente que estaba en problemas. Habían tenido que abandonar su domicilio y sus padres estaban llorando. Él le ofreció dinero para que saliera del país, pero ella se negó. En 1977 la vio por última vez en el domicilio de sus padres: “Mi hermana estaba alterada, veía pasar a alguien en la calle y se escondía. No quería, por ejemplo, estar en la ventana. No quería que la vieran. Si pasaba una persona ella se ponía atrás de la puerta”. Por su trabajo en Comodoro Rivadavia, Alfredo viajó y nunca más vio a su hermana.

María Mercedes relató que Laura había ido a verla al Hospital Central. "Era pleno invierno, en el 77, los últimos días de junio fue, que hacía muchísimo frío”. En la placita aledaña al Hospital tuvieron su último encuentro. Mercedes le pidió que le dejara a Celina para criarla junto a sus dos hijas, pero Laura le dijo que no podía. “Entonces yo estuve ahí, que estuvimos llorando y abrazadas y esa fue la última vez que yo vi a mi hermana con vida”, explicó la testigo.

Josefina Scala, tía de Laura, relató que tenía una relación muy cercana con Laura. “Conmigo era como si fuese mi propia hija. (...) Para mí era mi muñeca. Yo fui madrina de bautizo, madrina de casamiento de ella. Después ya se casó ella, yo vivía en el Barrio Trapiche y ella vivía muy cerquita mío. Convivíamos mucho juntas. Cuando ella tiene la nena, al empezar a trabajar, ella me dejaba a Celina en mi casa que la tuve hasta los ocho meses, que ella iba a trabajar, volvía y retiraba a la nena”.


Los chicos no aparecen

Terrera - Manrique

Laura terrera, Celina Manrique Terrera y Alfredo Manrique

Josefina Scala relató que el 25 de julio, Laura, Alfredo y Celina viajaron a San Juan a visitar a la familia Manrique. María Mercedes declaró: “Allá en San Juan pasaron el día 25 lo más bien. El día 26 no aparecieron, el día 27 no aparecieron y el día 28 mi tía con mi mamá se vinieron a la calle Chile, que ahí había una central telefónica, y llamaron a San Juan, pensando que la niña se les había enfermado, porque los dos tenían que trabajar el día 26 de julio. Entonces, cuando hablaron a San Juan les dijeron de la familia de él: 'No, si se fueron en el micro de las 7 o las 8 para llegar temprano a Mendoza'. O sea que ya llevábamos nosotros tres días perdidos, o sea que ellos ya llevaban tres días perdidos porque habían salido el 25 a la noche”. María Mercedes recordó: “Ahí empezó una búsqueda horrorosa. La mamá de mi cuñado viajó de San Juan, una señora grande pero viajó de San Juan. Mi mamá se fue al lado de la Casa Balbi, habían unos tribunales ahí, y ahí presentó un Habeas corpus”.

Josefina hizo la denuncia a la policía y desde allí le aconsejaron que averiguara en el Comando. En su búsqueda desesperada, siguió el consejo de los oficiales de la policía y fue a reclamar por sus familiares en el Comando, donde le pidieron la dirección de la vivienda del matrimonio desaparecido y realizaron un allanamiento con la señora Scala como testigo. En una segunda oportunidad realizaron otro allanamiento, pero esta vez Josefina no estuvo presente. Por los testimonios presentados, se supo que se llevaron las pocas cosas de valor que poseían.

Junto a la tía de Fredy, que era vecina de la familia, María Mercedes fue al Palacio Policial a llevar ropa. “Salió un policía y nos dijo que nos fuéramos de ahí, porque ellos tenían presos comunes que robaban, algo así nos dijo”.

En su búsqueda fueron al Liceo Militar, a diferentes dependencias militares y policiales e incluso a diferentes iglesias. María Mercedes relató que en una oportunidad habló con Oyarzábal, pero les dijo que no podía decirle nada. “Cuando fuimos a la Universidad, donde él trabajaba, él estaba en una lista. No sé si como buscado, pero como sospechoso de que estaba en alguna actividad. (…) Fuimos a la terminal de ómnibus, hablamos con el chofer que había viajado de San Juan a Mendoza y él nos dijo que no había habido ningún operativo durante el viaje”.

Raúl Alberto recordó que su madre le había contado que recibió una carta, supuestamente de Laura, en la que le decía que estaba bien, que no la buscara, aunque en realidad llevaba ya un tiempo desaparecida. María Mercedes también se refirió a esa carta en su testimonio y relató: “Se recibió una carta, que yo la leí y me di cuenta de que era la letra de mi hermana. Habrán pasado 15 días. Mi papá la había guardado hasta que yo llegué y la leímos en el fondo de la casa. Traía un remitente de Buenos Aires y decía “Yo soy Laura, no me busquen, estoy bien, estamos todos bien” y nada más. Entonces mi papá la agarró a la carta, la arrugó y la tiró, porque no traía un domicilio donde uno podía escribir, nada. Mi padre dijo: 'Gracias a Dios que mi hija está viva'”.

Raúl Alberto recordó que, luego de la muerte de su padre, supo que pasaba mucho tiempo en el Movimiento Ecuménico de Cuyo, donde continuaban con la búsqueda junto a Elba Morales y “Pocha” Camín. Él tomó la posta y continuó asistiendo al MEDH para proseguir con la búsqueda de Laura, Alfredo y Celina. “Nunca supimos nosotros dónde ellos estuvieron, nunca, ni la mínima, tanto con el Ejército como con los curas que iban a la cárcel y visitaban a los presos, jamás nos dieron una señal de vida de mi sobrina”, dijo Josefina.
 

Señales de Celina

Dos o tres meses después de la desaparición de Laura y Alfredo, una conocida le avisó que una niña había sido adoptada y que podía llegar a ser Celina. María Mercedes relató: “En una oportunidad, mi tía vivía en el Barrio Trapiche a unas cuadras de donde ha vivido mi sobrina, vino una amiga de ella y le dijo a mi tía: 'Miren, ustedes que andan buscando a la nena de Laura, hay una señora que hace poco ha adoptado una criatura más o menos de esa edad'”. Entonces fueron juntas hasta el domicilio. Les abrió la puerta una mujer a la que le contaron de su búsqueda y de la información que les habían dado, pero ella negó que hubiera adoptado una bebé y les mostró un bebé varón.


Silvina es Celina

Adriana Videla presentando su testimonioAdriana Videla presentando su testimonio

Rebeca Celina Manrique Terrera había nacido el 8 de noviembre de 1976. Hija del matrimonio formado por Laura Terrera y Alfredo Manrique, desapareció junto a sus padres el 25 de julio de 1977, con ocho meses de edad.

Raúl Alberto Terrera sólo la había visto una vez, porque vivía en Comodoro Rivadavia y trabajaba muchas veces fuera del país. En cambio, María Mercedes y su tía Josefina eran muy cercanas a la niña.

Sandra Elizabeth Videla recordó que debía haber tenido 12 o 13 años cuando “en una de las oportunidad, yo estaba en la cocina y mi tío presentó a su hija, que era Silvina, y la tenía en brazos, con una solerita roja y dijo que era su hija”. Aunque no pudo precisar, explicó que recordaba que fue después de las fiestas de fin de año: “Tenía 8 o 9 meses, estaba bien paradita, no era bebé”.

Por su parte, Adriana Edith Videla relató que sus padres les dijeron que  iban a tener una prima nueva. “Silvina pasaba mucho tiempo con nosotros porque mis padrinos por ahí salían a cenar y bueno, ella estaba mucho tiempo con nosotros, en nuestra casa. O sea, al ser la más chiquita y nosotros más grandes, era nuestra muñeca, digamos”, recordó Adriana.

“Sí recuerdo un día que yo estaba jugando y me escondí en la cama de mi mamá y mi papá, debajo, porque decían que venían las gitanas, entonces yo me quedé ahí mucho tiempo y yo le preguntaba a mi mamá siempre de dónde… Yo habré tenido 9 o 10 años. (…) Ese día que estaba jugando y me escondí debajo de la cama yo escuché una conversación, que mi madrina le contaba a mi mamá que los papás de Silvina habían muerto y que ellos eran Montoneros. Que los papás habían muerto en un accidente, que eran Montoneros, que vivían en Buenos Aires –yo no sabía qué significaba Montoneros– y que parecía que la policía los perseguía. El significado ahí era como que eran malos, una palabra mala, Montoneros, que los papás estaban escapando y la policía estaba tratando de perseguir, y tuvieron un accidente en su auto. Que era una familia de mucho dinero y que andaba en cosas raras. Y que la única que había sobrevivido era Silvina. Bueno, eso es lo que yo escuché esa vez cuando me escondía debajo de la cama”, recordó Adriana.

Ella fue quien descubrió la verdad sobre su prima Silvina, muchos años después. “Fue todo no casual, sino causal, porque yo estaba viendo junto a una amiga una escena del acto de fin de año, estábamos organizando para dar algunos mensajes por lo de la guerra de Malvinas, la gente desaparecida, justo tenía un enfoque. Y ella tenía compu y empezamos a ver fotos de soldados, de gente desaparecida y ahí fue cuando… Yo no sabía manejar la compu, mi amiga… Íbamos viendo fotos de gente desaparecida también, para saber, y ahí vi la foto de la mamá de Silvina, de Laura y como salió el nombre, me llamó la atención porque era muy parecida a mi prima. Yo tal vez me había quedado con lo que había escuchado antes, cuando había sido muy chica, no sé por qué. Mi amiga cliqueó y apareció la imagen de Laura y, al lado, una foto del papá. Decía que Laura era docente y el papá estudiante de Ciencias Económicas. En el medio de ellos dos aparecía Silvina. Entonces, en ese momento, yo sabía que era mi prima, la nena que había llegado a mi casa”.

Adriana relató que luego se acercó a las Abuelas de Plaza de Mayo, en el MEDH, y que comenzaron a hacer todos los trámites para verificar la verdadera identidad de Silvina. Allí también conoció a la familia Terrera: “Ahí fue cuanto entendí que toda esa familia la había estado esperando toda la vida”.

Sandra recordó que “en un momento los comentarios eran que una de las tías, o sea de la parte de familia de Silvina, llega –era un comentario– a la casa de mi tía y creo que ahí se alborotó un poco más la situación, creo que se comentó que habían llegado a saber de su sobrina”. También explicó que en la familia se sabía que su tío tenía relaciones con la Policía de Chacras de Coria.

Raul Alberto Terrerra: “En realidad, yo me entero cuando le dan el resultado del ADN, porque hubo muchas reuniones que hacían mis hijos con mis sobrinas, porque las señoras del Movimiento querían que hubiera una relación entre los jóvenes. Yo no sabía nada de que habían encontrado a mi sobrina, que podía ser”. A María Mercedes, fueron sus hijas quienes le dieron la noticia de la posibilidad de que Celina estuviera viva. El 13 de marzo de 2007 se confirmó el resultado de ADN y Silvina Celina Rebeca Manrique se transformó en la primer nieta recuperada en Mendoza y a la nieta N.º 87 que Abuelas de Plaza de Mayo había logrado encontrar.

En la actualidad, sólo Raúl Alberto tiene una relación cercana con Celina, con quien ha compartido festividades y otros eventos familiares. Josefina Scala, tía abuela de Celina, cerró su testimonio agradeciendo por la labor que llevó al descubrimiento de la identidad de Celina y dijo: “Yo lo único que quisiera… que ella sintiera el cariño que tuvimos por ella”.

Fuente: Edición UNCUYO

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