Un Martín Fierro de Jack Kerouac

La araña vampiro es la segunda película de Gabriel Medina. Un viaje iniciático hacia la adultez, la valentía y la cordura. 

Un Martín Fierro de Jack Kerouac

Jorge Sesán, Martín Piroyansky en La araña vampiro (2012)

Cultura

Unidiversidad

Valentina González

Publicado el 20 DE ABRIL DE 2012

La araña vampiro es la segunda película de Gabriel Medina. La primera se llama Los Paranoicos (2008) sobre la cual me contaron una historia: Medina había sido asistente de Damián Szifrón y juntos habían delineado la idea de Los simuladores, luego Medina se alejó del proyecto. Unos años después, Medina, enterado de que Szifrón había utilizado su nombre para ponerle a uno de los personajes al que le había aportado algunas características de él, hace Los paranoicos para vengarse desde la ficción. En esta peli, el protagonista es un cineasta frustrado que entabla un romance con la mujer de su exitoso amigo, dueño de una exitosa serie televisiva llamada “los paranoicos”.

Esta anécdota no le aporta nada a esa película ni a esta, pero me parece divertida para pensar a un director al que no asusta la auto referencia y capaz de reírse de sí mismo. Una cualidad poco común e infinitamente valiosa.

La araña vampiro se exhibió en el Bafici y es parte de la competencia internacional del festival. Esta película de Medina comienza con una cita de Kerouac, cuya traducción es: “Ve a la montaña, busca tu guía y vuelve a la ciudad”. Y eso hace el personaje interpretado magistralmente por Martín Piroyansky: va la montaña con su padre que dice querer ayudarlo ante su evidente depresión. Jerónimo y su padre entonces son dos hombres solos en una cabaña en las montañas. Y luego la araña que pica al joven y la amenaza de muerte.

En la película hay gente cuerda (el padre, la doctora) y gente enloquecida (Jerónimo, la gente de la montaña que lo guía en un largo camino en busca de la cura para su picadura de araña. La cura, curiosamente, o porque todo tiene que ser circular en los viajes iniciáticos, es la picadura de la misma araña.

Jerónimo entonces se embarca en un viaje por esa montaña –desierto junto a un hombre que lo guía y que se llama Ruiz. Ruiz suena como Cruz, especialmente cuando Jerónimo lo grita a los cuatro vientos en la cima de un paisaje vacío.

Ruiz es un tipo grandote y rubicundo, que parece ser la antítesis de Jerónimo, es fuerte, seguro, parece saber hacia donde va: es el hombre que presta ayuda. En ese absurdo camino hacia la araña que será la salvación, nos daremos cuenta que Jerónimo no es tan débil, que Ruiz es un borracho desequilibrado, y que las arañas no matan.

Gabriel Medina toma ingredientes de la literatura, si en Los Paranoicos aparecía El sueño de los héroes, de Bioy Casares, en esta, la referencia obligada es Kerouac y la literatura on the road.

Sin embargo, en el momento más perfecto de la película, a mí me recuerda a Martín Fierro y Cruz en esa épica de dos hombres solos, marginales y condenados, que unen sus fuerzas para enfrentar el mundo. Y aparece entonces una de las escenas más emocionantes de este festival, la escena en que Jerónimo mata a los fantasmas imaginarios de Ruiz. Pocas veces hemos visto esa entrega y ese valor ante la noche y ante la muerte.