Violencia contra los varones por ser "hombres"

La masculinidad significa cosas diferentes en diferentes varones, a diferentes edades, en diferentes épocas y en diferentes sociedades. Hay que destacar que los hombres pueden jugar en el espacio público un doble rol, tanto ejerciendo violencia sobre otros como sufriendo sus efectos.

Violencia contra los varones por ser "hombres"

Identidad y Género

Unidiversidad

Edición UNCUYO

Publicado el 03 DE FEBRERO DE 2015

Diversos aspectos de la masculinidad hegemónica, y las relaciones de género que esta determina, involucran actos de violencia hacia los demás pero también hacia sí mismos. Además de la violencia contra las mujeres, los hombres suelen ser (en mayor medida que las mujeres) protagonistas de peleas juveniles o de pandillas, ingesta excesiva de alcohol y drogas, la conducción de vehículos a alta velocidad, entre muchas otras en las que podríamos describirlos como potenciales generadores y víctimas de situaciones violentas. Más allá de este cuadro de situación, los hombres jóvenes conforman el grupo que potencialmente está en mejores condiciones de hacer un cambio, de transitar un proceso de reflexión y cuestionamiento de los modelos tradicionales y de participar en la promoción de los derechos de todos y todas.

No obstante lo dicho, si se analiza el discurso de las políticas públicas y de los medios de comunicación masivos, se constata que los hombres han sido ubicados exclusivamente en el lugar de perpetradores de la violencia, usualmente con un abordaje de seguridad y de lucha contra la delincuencia, la drogadicción, la pobreza y/o la psicopatología; pero casi nunca se los considera víctimas de esa misma violencia por ellos ejercida (Cultura Salud, 2010).

En síntesis, es importante destacar que los hombres pueden jugar en el espacio público un doble rol, tanto ejerciendo violencia sobre otros como sufriendo sus efectos. En este sentido, es necesario visibilizar a los hombres no sólo como victimarios, sino también como víctimas (Cultura Salud, 2010).

Masculinidades, en plural

Si miramos a nuestro alrededor con atención, vemos que lo que proponía la masculinidad patriarcal ya no es posible y, en la mayoría de los casos, tampoco es deseable. Cada vez más hombres plantean que no se sienten cómodos en el papel de “machos” y no están dispuestos a asumir lo que les exigen los mandatos patriarcales; que quieren poder expresar sus emociones, sus deseos y sus problemas, sin que esto implique ser “menos hombres”. Sienten un inmenso peso cuando tienen la obligación de estar siempre dispuestos, activos y exitosos sexualmente, y también económicamente.

Cada vez más mujeres plantean que quieren como parejas a hombres que entiendan sus necesidades y reconozcan sus derechos, que estén dispuestos a apoyarlas en su desarrollo como personas y a asumir las responsabilidades y tareas de cuidado de forma equitativa. Cada vez son más los jóvenes que cuestionan el “modelo de hombre” de sus padres y están deseosos de establecer relaciones de pareja basadas en la confianza y el respeto, a no correr riesgos innecesarios para demostrar su “hombría”. Son jóvenes que quieren desarrollar sus vocaciones con libertad, aunque estas no sean las esperadas ni las que les garantizarán su rol de proveedores en el futuro.

A lo largo de toda la historia han existido hombres que eligen a otros hombres como compañeros sentimentales y de vida. Hoy, gracias a la ley 26618 de Matrimonio Igualitario, personas con diversas orientaciones sexuales pueden casarse y gozar de los mismos derechos que las familias heterosexuales. Como ya se ha señalado, existen muchas situaciones en que los hombres sienten el peso de la discriminación de la masculinidad hegemónica: cuando tienen una orientación sexual que no es la heterosexual, cuando integran grupos sociales y económicos considerados “bajos o marginales”, cuando pertenecen a una etnia o raza diferente de la “blanca occidental”. Ellos también están dispuestos y quieren vivir otros tipos de masculinidades que los incluyan y los respeten. 

Por supuesto, también sigue habiendo hombres y mujeres a los que les cuesta cambiar y por eso se aferran a los modelos tradicionales. Siguen existiendo hombres que consideran a las mujeres objetos de su propiedad y que se sienten con el derecho a castigarlas física, emocional y sexualmente cuando no cumplen con sus expectativas. Y también hay mujeres que aceptan esta situación porque han sido criadas para obedecer, “aguantar” y “entender” a los hombres. Cada vez con más fuerza, las leyes y los valores sociales muestran que este modelo va en contra de los derechos humanos. En la mayoría de las familias, es necesario que hombres y mujeres salgan a trabajar para conseguir el sustento; cada vez es menos frecuente esperar que los hombres sean los únicos proveedores. Esto genera un desafío: buscar un equilibrio para redistribuir los roles y evitar que las tareas domésticas y de cuidado sigan siendo exclusiva responsabilidad de las mujeres.

Según lo expuesto, es imposible hablar de una masculinidad en singular. Hoy sabemos que existe una multiplicidad de formas de ser hombres. Este hecho abre muchas puertas y da una libertad que no tuvieron las generaciones anteriores.

Muchas son las razones por las que la igualdad y la equidad han sido asumidas por muchos como valores necesarios para la vida de hombres y mujeres, para que cada hombre tenga la opción de elegir su propio modelo de masculinidad, pero siempre respetando una serie de principios que nos acercan a una convivencia más justa:

Revisar constantemente los modelos de masculinidad para no caer en los engaños del patriarcado y sus mandatos.

Escuchar y expresar los sentimientos ante cada situación de la vida.

Ser sensibles y estar atentos a las necesidades y sentimientos de las personas que nos rodean.

No ser cómplices ni observadores pasivos de situaciones de violencia hacia las mujeres, niños, niñas y otros hombres.

Respetar y contribuir al desarrollo de las mujeres.

Nunca utilizar la violencia para resolver los conflictos.

Mejorar la comunicación y pedir ayuda cuando las situaciones resultan complejas.

Estar presentes en la crianza y educación de los hijos e hijas, y educarlos para la igualdad, el respeto y la solidaridad.

El desafío es grande pero vale la pena. Muchos hombres que están transitando este camino ven cómo día tras día pueden estar más cerca de lo que desean ser y no de lo que se les impone desde afuera. Es un cambio personal pero que debe acompañarse de un compromiso con la promoción de nuevos valores en las instituciones públicas y privadas, los medios de comunicación, las organizaciones sociales y, fundamentalmente, la educación.

Fuente: Masculinidades Plurales- Reflexionar en clave de géneros

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