Zaiat habló sobre Economía y otros ¿demonios?

El economista y periodista Alfredo Zaiat habló en Mendoza sobre la industrialización del país y sus desafíos. Aseguró que la cultura de la apuesta por la fuga de capitales es uno de sus principales obstáculos.

Zaiat habló sobre Economía y otros ¿demonios?

Foto: Prensa Rectorado UNCuyo

Sociedad

Unidiversidad

Elizabeth Auster

Publicado el 26 DE AGOSTO DE 2013

“El desafío de la industrialización en la Argentina” fue el título de la disertación brindada por el licenciado en Economía y periodista Alfredo Zaiat en la Sala Naranja del Centro Cultural Julio Le Parc, organizada por la Confederación General Económica. Marcado por los debates económicos del intermezzo electoral, el especialista comenzó su exposición advirtiendo que, a diferencia de lo que sostienen muchos economistas de referencia habitual en el ámbito político y en los medios, no hay recetas únicas en el terreno económico y tampoco puede predecirse lo que va a pasar.

Conceptos clave de su disertación:

Economía. “Hay que pensar conceptualmente qué es la economía.  Si se piensa como una ciencia exacta, se buscan recetas, pero no lo es. Nació como una ciencia social, la economía política, y lo sigue siendo. Es un espacio de disputa de intereses contrapuestos de diferentes sujetos sociales. Por eso está en permanente tensión, ruptura y desequilibrio. Solo así puede entenderse lo que pasa en la economía argentina entre los diferentes sectores.

Industria y matriz productiva.”Hace 15 años, la industria no hubiera sido tema de debate, las preguntas hubieran sido otras: sobre la supervivencia de la industria o sobre la posibilidad real de industrializar. ¿Cómo es la estructura productiva de la Argentina? El campo desarrolla sus actividades en tierras fértiles con clima favorable, por lo que es muy competitivo. La industria es menos competitiva. Es una estructura competitiva desequilibrada; tiene mejores condiciones de exportación el campo, por lo que acapara las inversiones. Se produce tensión porque la agraria es una economía que no favorece la creación de empleo y la inclusión social.

”¿Por qué hay que tener industria? Para crear empleo, para no ser vulnerables a los vaivenes de las importaciones. Pero la industria necesita inversión estatal y privada. Para financiar se necesitan divisas, que vienen del sector agropecuario. Si el sector más dinámico es el primario, en lugar de financiar la industria consumirá bienes de capital importados. La industrialización poco competitiva gasta sin rédito el superávit de la balanza comercial y se genera la restricción externa por la escasez de divisas y, en consecuencia, crisis, devaluación, inflación, caída de la actividad y un golpe al sector industrial. Por eso, históricamente, la industria no logra ser fuerte, competitiva y dinámica.

”Siempre se usó el endeudamiento para ampliar la base industrial, pero el ciclo de deuda, cesación de pagos y devaluación lleva a la barrera a la entrada de importaciones. En un primer momento la sustitución de importaciones se dio por necesidad, no por voluntad, y el colchón de divisas se fue achicando.

”¿Cómo se enfrenta la industria a la restricción externa? Invirtiendo con tasas de inversión elevadas. Entre 2003 y 2011, la intensidad de la inversión muestra que las primeras 500 empresas, que representan el 60 por ciento del Producto Bruto Industrial, invirtieron muy por debajo del promedio, alrededor del 14 por ciento. Los sectores debajo de la cúpula invirtieron por encima del 20 por ciento. Si la cúpula no invierte en forma sostenida y dinámica, se produce otra vez la escasez de divisas. Aparecen dos factores negativos. El primero es la responsabilidad del sector empresario. Si el ahorro doméstico no va a la inversión (porque no va a los bancos que prestan al sector productivo) se va a la compra de dólares y produce fuga de capitales. Entre 2007 y 2011 se fugaron 80 000 millones de dólares, en lugar de destinarse a ahorro.


Empresarios. ”El sector empresario es responsable de frenar la industrialización si una parte de sus ganancias se dolariza. La industria no se beneficia con una devaluación brusca, esa es una competitividad ficticia. El industrial que apuesta a la devaluación se está pegando un tiro en su propio pie. Sólo se benefician ciertos sectores de la industria que exportan commodities, y los rentistas que han financiado las operaciones e incrementan su patrimonio con la adquisición de bienes devaluados. Las divisas que absorbe el sector energético también generan tensiones.

”El sector industrial debe empezar a pensarse como una burguesía, el sector más dinámico del capitalismo cuando se compromete con el destino nacional. Cuando tiene una buena relación con el poder político obtiene las condiciones para su desarrollo, pero si es rentista y fugadora de capitales, no es una burguesía dinámica sino fallida. El mundo hoy es totalmente capitalista, por lo que se requiere ese sector comprometido con el desarrollo nacional. Ser rentista y fugador es un comportamiento histórico en la Argentina, pero tiene que reconocerlo para tratar de superarlo. El sector nace con la lucha entre industrialismo y librecambio, en la que triunfó el librecambio, al contrario de lo ocurrido en los países hoy desarrollados. A la vez, la tierra quedó en pocas manos: una renta extraordinaria y concentrada. Las políticas de la dictadura privilegiaron el modelo rentista.

”La apertura de la balanza de pagos (libre ingreso egreso de capitales) genera fugas de capitales hacia paraísos fiscales de una magnitud extraordinaria, desde todos los países. Lo distintivo en la Argentina es la intensidad de esa fuga. Pensemos qué hubiera pasado si solo la mitad de esos 80000 millones de dólares se hubieran invertido en el país y se hubiera evitado la restricción externa.

”La industrialización de la economía es necesaria para una mayor inclusión social, desarrollo, mejores tasas de crecimiento interno, valor agregado, empleo y mejores condiciones para todos”.

Para finalizar, Zaiat respondió preguntas del público que colmaba la sala, la mayoría sobre los aspectos más sensibles de la actualidad económica nacional.

¿El mercado interno es suficiente para garantizar rentabilidad?

Hay que ser competitivos para ganar mercados externos. Hay que ser superavitarios en lo industrial. El sector automotor, por ejemplo, genera ingresos pero también requiere divisas por importación de autopartes. Hay que incrementar el componente local.

¿Cómo repercute la industrialización en las economías familiares y en la inclusión de las mujeres en el mercado de trabajo?

Si hay incremento de la industrialización, la creación de puestos de trabajo mejora las economías familiares. Sabemos que el trabajo es el gran ordenador social y familiar. Desde los 90, además, la mujer tiene un lugar muy importante en el mercado laboral. Según un estudio, si lleváramos el actual mercado a la década del 80 y comparáramos la participación de las mujeres entonces y ahora, la desocupación sería mucho menor, de entre el 2 y el 3 por ciento. Hay más mujeres buscando trabajo que entonces.

¿Cómo influye el tipo de cambio en la competitividad?

El tipo de cambio es un tema que debe empezar a debatirse, pero pensar que es lo que va a dar competitividad es equivocado. Una devaluación es una competitividad ficticia. La devaluación es un componente profundamente regresivo a nivel político, económico y social. Hay que analizar qué pasa con la competitividad de cada sector y trabajar para mejorarla. Las políticas de competitividad tienen un componente estatal y un componente empresario. El empresariado tiene que pensarse como burguesía y el Estado tiene que brindar inversiones, infraestructura, logística, pero sobre todo políticas específicas para economías regionales y sectores productivos. El discurso de que el tipo de cambio está atrasado, que baja de los exportadores agropecuarios, pasa a sectores medios que defienden intereses ajenos por conceptos instalados en el sentido común que terminan perjudicándolos.

Si el ahorro se atrasa respecto de la inflación, ¿qué garantías existen para los ahorristas?

La fuga de capitales es histórica desde los 60, aun con tasas de interés elevadas. No es el diferencial de tasas de interés sino el comportamiento fugador y rentista de los sectores capitalistas locales. Entre 2007 y 2011 hubo diferentes tipos de inversiones (desde plazos fijos a inmobiliarios) más rentables que la fuga de capitales; sin embargo, la fuga fue intensa. Si se justifica en las crisis pasadas, es una profecía autocumplida. Cuando se analiza el régimen de acceso al dólar que funciona desde noviembre de 2012, se ve que es porque entre enero y octubre de 2012 se fugaron 20 000 millones de dólares. Jugaron a una devaluación que no vino. El desafío es enfrentar la crisis cíclica de restricción externa, fuga y devaluación. Hay sectores que buscan ese destino de crisis. La sociedad argentina requiere capacidad de lectura histórica para no repetir los mismos errores.

¿Conviene desgravar a la pequeña empresa o gravar la renta financiera?

En forma aislada, la desgravación y reinversión de utilidades es un buen sendero, pero tiene que ser parte de un sistema. La grabación de la renta financiera no va a ser aplicada a los intereses de los plazos fijos sino a los títulos públicos. En forma  aislada no recaudaría mucho y generaría distorsión. La exención de ganancias de la renta financiera es inequitativa. En todos los países existe el impuesto a los ingresos de las personas, incluso con alícuotas mayores a las argentinas. Hay que debatir la política tributaria. La ganancia de capital no paga impuestos, es una gran injusticia de la estructura tributaria.

¿Cómo afecta la presencia de inversores extranjeros, como Chevron, al sector energético nacional?

Hubo una política de Estado confiada y tardía en la inversión extranjera y en el grupo Eskenazi, con la que se perdió el autoabastecimiento. Se falló al pensar que incorporar un grupo local cambiaría la conducta del inversor extranjero. El Estado se decidió tarde a recuperar YPF y a lo largo del año avanzó bastante, pero no logra superar el déficit energético. La opción de inversión extranjera y la búsqueda de gas no convencional  avanza en la búsqueda del autoabastecimiento, siempre que se haga como en YPF, que se queda como eje de la explotación y el control de los pozos petroleros.