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El Botellón

Creatividad e Innovación / Emprender, innovar y buscar impacto social, ambiental y cultural con epicentro en un bar. Este es el objetivo de tres socios que van por más.

Es posible que “tener un bar” sea parte del top ten del imaginario de fantasías que la gran mayoría de las personas alguna vez soñó. Matías Bismach, Emiliano Gruini y Emanuel Facello se asociaron para hacer realidad ese sueño, pero este grupo de emprendedores nunca se conformó con que la barra no pare sacar tragos.

Cerca del corazón de la Ciudad de Mendoza, en una calle en la que pululan turistas, El Botellón se abre camino bajo el lema “cultura expansiva”, porque no saben hasta dónde llegarán.

Para tener una panorámica sobre cuál es su horizonte, hablamos con Emanuel Facello, quien nos cuenta cómo fueron forjando el concepto de innovación, sostenibilidad y cultura.

Entonces, como dijimos, más allá de la barra y las mesas, en El Botellón hay movimiento y conquista de espacios: un patio, una terraza y hasta un estudio de radio. Pero hay algo más que los distingue, ya que son una empresa dentro del “Sistema B”.

Emanuel lo resume así: “Es categorizarse dentro de una empresa que tiene una certificación, porque repiensa, resignifica diversas problemáticas ambientales, sociales y culturales, dentro del marco en el cual pueda hacer aportes a esas problemáticas”

Esto es, a modo de ejemplo, preguntarse qué sucede con los residuos que se generan en el lugar, con la cultura en los distintos espacios, con el impacto social que pueda generar repensar sus políticas de empleabilidad, para alcanzar a personas que sean vulnerables. Entonces, es proyectarse como un modelo de éxito, pero incorporando bienestar social, cultural y ambiental.

“Tradicionalmente, lo que hacen las empresas es maximizar los recursos en el menor tiempo posible”, destaca Facello, pero marca una diferencia: “De alguna manera, lo que hacemos nosotros es repensarnos a mediano plazo con la idea de crecer con un propósito”.

En esa cosmovisión compartida con miles de empresas en el mundo bajo la idea de una nueva economía, El Botellón tiene un motor que se alimenta de acciones diarias: su comunidad.

“Pienso que el bar siempre está cambiando, porque un porcentaje alto lo hace la gente que lo habita, porque encuentran acá ideas que se pueden materializar”, resume Emanuel, quien adelanta que ya tienen en marcha un plan de franquicias para llevar a El Botellón más allá de las fronteras mendocinas.