El infiltrado del KKKlan: racismo total, censura parcial

De la mano del director Spike Lee, se estrenó una de las películas más esperadas por los cinéfilos. Está ambientada en los 70 en Estados Unidos, una de las épocas más racistas en Norteamérica y el resto del mundo. Los cines comerciales decidieron no exhibirla.

El infiltrado del KKKlan: racismo total, censura parcial

Adam Driver y John David Washington están nominados a los Globos de Oro por mejor actor de reparto y mejor actor protagonista, respectivamente, por "El infiltrado del KKKlan". Foto publicada en Medium.

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Milagros Martín Varela

Publicado el 14 DE DICIEMBRE DE 2018

Que una película sea censurada, ya sea de manera parcial o completa, debería ser un factor que llame a cada cinéfilo y cinéfila a buscar verla de todas formas. El infiltrado del KKKlan (BlacKkKlansman, Spike Lee, 2018) se estrenó –en Mendoza– solo en el Cine Universidad. Las grandes cadenas comerciales de cine optaron por no dar funciones de esta producción que es prácticamente perfecta por donde se la mire: desde el planteo de la historia hasta los aspectos cinematográficos son impecables. Entonces, ¿por qué la censura?

Esta pregunta se hace más potente si tenemos en cuenta que la película ya tiene al menos tres nominaciones a los Globos de Oro, otras tantas a los SAG Awards y es la gran candidata al Oscar para la categoría Mejor Película. El guion es justo; las actuaciones, destacables; la fotografía, exquisita, y la ambientación, impecable. Además, no cae en denuncias panfletarias ni explícitas: excepto algunas escenas del final, todo es sumamente sutil, detallado, implícito.

El infiltrado del KKKlan cuenta una historia basada en hechos reales en la que –en la década del 70– un negro logra ser parte de la Policía de Colorado Springs, un distrito del estado de Colorado, en Estados Unidos (EE. UU.). Dentro de su trabajo, Ron Stallworth (interpretado por John David Washington, hijo de Denzel) es discriminado por algunos de sus compañeros blancos, pero una vez que pasa por todas las tareas burocráticas, es designado para otras, digamos, “de campo”.

Por iniciativa propia, se infiltra en el Ku Klux Klan, el grupo de organizaciones estadounidenses extremista que promueve la supremacía de la “raza blanca” y que se caracteriza por la discriminación, la xenofobia, la homofobia y el antisemitismo, entre otras ideas. Una gente divina. La cuestión es que no es Ron, sino Flip Zimmerman, su compañero judío interpretado por Adam Driver (ampliamente conocido por su papel de Khylo Ren en las últimas películas de La guerra de las galaxias) el que asiste a las reuniones de “la Organización”.

 

¿El objetivo de la infiltración? Prevenir ataques racistas del Klan al pueblo negro que, si hoy no la pasa muy bien en EE. UU. (y prácticamente en ninguna parte del todo), menos protegidos estaban en los 70. Todo esto se cuenta con una aparente liviandad, pero que va agregando, poco a poco, elementos que incomodan, que interpelan, que nos hacen pensar si alguna vez hemos discriminado a alguien.

Además, en la película, Spike Lee les tira unos cuantos dardos a Donald Trump y su política racista y xenófoba, mechando frases del presidente de EE. UU. en el guion. De repente se oyen, de boca de los integrantes del KKKlan, dichos como “Hacer América grande de nuevo” o “América primero”. Otro condimento, no menor, son algunas imágenes reales de linchamientos a negros por parte del Klan, ambientados en la época y en el siglo XIX, y ataques racistas sumamente recientes que aparecen en la película. Sí, estas cosas suceden todavía.

Puede que sea este el motivo por el que los cines comerciales no estrenaron la película. Puede que sus dueños piensen que la película no es atractiva para el público argentino ya que quizás suponen que aquí no existen la discriminación y el racismo. Postura que, vale aclarar, no es compartida por quien escribe.

De todas maneras, constituye un hecho grave la censura parcial de la película en algunos círculos comerciales y ninguna de las opciones aquí planteadas parece poder justificarlo.

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