“Fui a la cancha con mi hija y casi no volvemos”

Así lo manifestó un hincha de la Lepra a la salida del partido ante Atlanta en el Bautista Gargantini. Disparos, corridas, quema de banderas, heridos y pánico se adueñaron del fútbol mendocino durante la tarde del domingo.

"Fui a la cancha con mi hija y casi no volvemos"

Dos facciones de la hinchada de la Lepra se enfrentaron en el estadio y causaron pánico en los hinchas. Foto: Twitter Mundo Lepra

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Unidiversidad

Por Santiago Serrano / Unidiversidad

Publicado el 10 DE FEBRERO DE 2020

Un muerto y un herido grave en Bahía Blanca. Dos heridos en Mendoza. Fue una tarde en la que la tragedia coqueteó con la masacre que por puro azar no se concretó.

En el medio, el fútbol argentino, enfermo de barrabravas, de violencia, de narcotráfico y de negociados que parecen no tener fin en las tribunas de cualquier cancha del país.

Los sucesos de este fin de semana desnudaron todas las miserias que atraviesan al deporte más popular de Argentina, donde vale todo, escudado detrás de un supuesto “amor a la camiseta” que en realidad no existe.

Todo parecía indicar que iba a ser una tarde más de fútbol en el Bautista Gargantini. Independiente Rivadavia recibía a Atlanta –uno de los líderes del torneo– con el objetivo de ganar para salir del fondo de la tabla. Los verdaderos hinchas así lo entendieron, por eso acompañaron al equipo en gran número. Familias enteras, chicos de las inferiores y abuelos fueron a disfrutar de un partido de fútbol y vivieron un verdadero infierno.

La mayoría de las personas ya estaban en las tribunas esperando el comienzo del encuentro. Sin embargo, varios minutos antes se podía percibir que el ambiente afuera del verde césped no era el mejor. De todos modos, salió el equipo y comenzó el partido, pero jugar así era imposible.

Lo que se vivió en el estadio de Independiente Rivadavia fue el cóctel explosivo de barrabravas asesinos, narcotráfico, inoperancia dirigencial y complicidad policial. La interna por el poder de los supuestos hinchas más caracterizados se trasladó a la popular del estadio y todo terminó en un verdadero desastre.

Decenas de delincuentes ingresaron armados con facas, cuchillos y armas de fuego a ocupar el lugar de “La 12”, nombre con el que se conoce a la hinchada leprosa. Disparos, corridas y quema de banderas fueron las tristes imágenes que se adueñaron de la escena en el Parque General San Martín. Para completar su accionar, cuando salieron del estadio –nadie los detuvo–, destrozaron puestos de comidas y algunos autos que se encontraban estacionados en la calle Boulogne Sur Mer.

En medio de tanta violencia, un párrafo aparte merece el operativo policial, pésimo por donde se lo mire. Desde el club informaron que el partido fue custodiado por 110 efectivos de la Policía de Mendoza y 90 trabajadores de seguridad privada. Sin embargo, durante los incidentes no se vio a ninguno en su lugar de trabajo.

“Esto estaba arreglado, es muy evidente. Yo vine a ver un partido con mi hija y casi no volvemos a casa”, contó a Unidiversidad Mariano, hincha de Independiente presente en el Gargantini.

Una vez más la violencia se volvió a adueñar del fútbol mendocino; esta vez, con un saldo de dos heridos, que tuvieron que ser hospitalizados por fuertes traumatismos. Lo demás es cuento conocido y de nunca acabar: violencia encubierta y ninguna respuesta.  

Hinchas armados con cuchillos, facas y armas de fuego ingresaron y amenazaron a los hinchas de la Lepra en pleno partido ante Atlanta. Foto: captura de pantalla TYC Sports Play

 

El comienzo de la historia

Omar "Camel" Jofré era el jefe de la barra de Independiente Rivadavia hasta que fue asesinado el año pasado, poco tiempo después de salir de prisión por un tema de narcotráfico. A partir de ese momento, las facciones de Parque Sur y Villa Hipódromo se disputaron el control de la tribuna leprosa. El eje central no es el negocio de las entradas y los trapitos, sino el de la venta de estupefacientes. El que domina la tribuna tiene la capacidad de pactar con los factores del poder real la impunidad para llevar adelante su negocio ilegal.

 

Barras, violencia y muerte en Bahía Blanca

En Bahía Blanca se produjo el enfrentamiento de la barra de Olimpo contra la de Villa Mitre para demostrar quién es el más "guapo" de la zona, en un ejemplo cabal de lo que el fútbol ha sembrado bajo el disfraz del folclore: el odio al otro, al que viste una camiseta que no es de mi equipo, y al que debo someter y humillar para mi propia felicidad.

El clásico de la ciudad se jugaba sin público visitante, una medida inédita en el mundo y que comenzó en la Argentina en 2007. Ayer, la hinchada de Olimpo decidió hacer un banderazo para despedir a sus jugadores antes del partido. Después, aprovechando que la barra rival, la de Villa Mitre, ya estaba dentro del estadio, un grupo decidió ir a mostrarse al barrio vecino y a romper todo lo que hiciera falta como supuesta muestra de quién gobierna la ciudad. Alertados, sus rivales salieron de la cancha y fueron al encuentro armados.

El feroz enfrentamiento provocó la muerte de una persona y la internación de otra, que se encuentra delicada.

Un hincha de Olimpo de Bahía Blanca perdió la vida en un enfrentamiento armado contra sus pares de Villa Mitre. Foto: Twitter

En definitiva, esta es la triste realidad que vive el fútbol argentino. Ya no importan ni los colores, ni la pasión, ni el folclore del fútbol. De hecho, esas cualidades son utilizadas como “escudo” para llevar a cabo los actos de poder e impunidad de los violentos en las canchas. Tampoco distingue lugares y horarios, como quedó demostrado este domingo en dos ciudades separadas por más de 1000 kilómetros de distancia. Y la cuestión parece empeorar a diario.

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