Todavía recuerdo la final de Reus en 1999. Con gol del mendocino Gabriel Cairo, Argentina conseguía su cuarto título mundial y yo, muy pequeño, la seguía por la TV española. Y era para mí, en ese entonces, lo más grande que me podía pasar. Era para mí, Gabriel Cairo, más grande que Batistuta en la selección de fútbol o que Saviola en mi amado River. Y pasó todo en esa década, esa década en la que también Argentina fue campeón del mundo en 1995 y, por si fuera poco, se quedó con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. La única vez en que esta hermosa disciplina fue olímpica, ahí estaba nuestra selección, ahí estaban los tres hermanos Cairo, para mirar a todos desde arriba. 

Pero la alegría no terminó ahí. En 2001 Argentina volvió a jugar una final. Y esta vez, en San Juan, ante todo su público. En un estadio Aldo Cantoni repleto, con miles y miles de fanáticos del hockey sobre patines. Y ahí estaba yo también, para ver al Panchito Velázquez convirtiendo aquel gol maravilloso ante Portugal. Saliendo detrás del arco, levantándola en el primer palo y cacheteándola al segundo. El mismo arco que en la segunda etapa entró a defender el mendocino Alejandro Marasco. Sin embargo, el final no fue el mejor: Argentina perdería la final contra España. 

No obstante, fui un iluso. Creía que las consecuentes alegrías y victorias le significaban a todos tanto como a mí. Pero no. En la escuela, nadie sabía lo que había pasado. Ni del oro olímpico, ni de los mundiales, ni del firulete del Panchito. Eran más importantes la selección de Bielsa y el fracaso de 2002. El mundo deportivo era víctima de su ignorancia, que lo limitaba a angustiarse por el fútbol y no le permitía entusiasmarse con el hockey sobre patines. 

Y así pasó una década. ¿El hockey? Olvidado. Los equipos argentinos viajaban a Europa a jugar la Intercontinental y no se enteraba absolutamente nadie. Por primera vez, Talleres y Petroleros le dieron la Liga Nacional a nuestra provincia y sólo lo sabían unos pocos. Algo había que hacer...

Entonces, cual Juana de Arco sintiendo el llamado de Dios, me creí obligado a ejercer el periodismo y contar todas esas historias que nadie contaba. Todas esas lindas historias que da el hockey sobre patines. Y así llegué a San Juan 2011, con toda la ilusión y un teléfono celular para hacer contactos con El Suplementario.

Así sentí, por algunos instantes, que hacía mi aporte para que el hockey creciera un cachito más. El Aldo Cantoni era una réplica del Mundial de 2001. Y, lastimosamente, el resultado también: Argentina volvía a caer ante España en la final. Mas lo importante no fue el resultado, sino sentir que este deporte entraba en la agenda de algunos medios, los más minúsculos tal vez, pero entraba.

Todo vino a cobrar vida en 2015. Cuando los fanáticos del hockey estábamos cansados de ver a España levantarnos la copa en la cara (como lo había hecho, también, en Angola 2013), ahí estaba la celeste y blanca, lista para darle una lección a su verdugo: 6 a 1 en la final, y a torcer la historia. Y ahí estaban los mendocinos, una vez más, escribiendo parte de la vida del hockey sobre patines nacional: Valentín Grimalt y Federico Sánchez.

Y el fin de semana pasado, otra vez el hockey sobre patines gritó campeón. Otra vez enalteció la figura de nuestro país. Mendocinos y sanjuaninos, representando a las 24 provincias que componen nuestro querido territorio nacional. El camino era difícil, pero se fue simplificando con el correr de los partidos. Es que los de Giuliani, para quedarse con la Copa de las Naciones en Suiza, debieron sortear a rivales como Francia, Italia, España y hasta al propio Portugal en la gran final. Y siempre con nuestra provincia bien representada, en este caso con Valentín Grimalt, Darío Giménez y Lucas Martínez.

Argentina consiguió su tercer título en este certamen. Ha sido cinco veces campeón del mundo y una vez obtuvo el oro olímpico. Es un palmarés y un escenario propicio para campeonar en China y hacerse con el sexto título Mundial.

En septiembre es la cita. La Argentina llegará cargada de ilusiones y como el gran candidato. En septiembre, cuando todos estén mirando a la selección de fútbol, que hoy no tiene técnico, a la selección de fútbol que no se sabe si va al Mundial. En septiembre, cuando todos estén rogando que ganemos en Uruguay y podamos sortear el difícil escollo de Venezuela como local. En esa fecha, en septiembre, yo estaré mirando a la otra selección, la que fue la mejor del mundo cinco veces, la que no cobra un solo peso por ir a jugar hasta China. La otra selección, la de hockey sobre patines.