¡Noviazgos eran los de antes!

 El equipo de investigación dirigido por la Dra. Marta Elena Castellino se propone el estudio de la literatura mendocina en relación con las costumbres de la sociedad.  

¡Noviazgos eran los de antes!

Tapa de los libros

Sociedad

Unidiversidad

Milagros Molina

Publicado el 06 DE SEPTIEMBRE DE 2013

Un noviazgo en la antigua Mendoza era una cosa muy seria y trascendental. Un novio no era novio sino cuando se había formalizado el compromiso matrimonial.

"El novio era recibido en la casa como miembro de la familia luego de hablar con el padre en días fijos o días de recibo (…) Pero las entrevistas con su prometida no podían ser a solas. Es decir, en medio de aquellos dos fuegos, había siempre un campo de hielo que atemperaba el ambiente, representado por la madre, la hermana mayor, la tía, la abuela, impuesta entre ambos para cuidar su buena conducta y moderación” (Castellino, M.E. (dir.) Tomo I, 2013, p. 150).

Pasajes como este pueden encontrarse en el Tomo I del libro Panorama de las letras y la cultura en Mendoza, que nos ofrece pinceladas de la vida cuyana desde la fundación de la ciudad, hasta las primeras décadas del siglo XX. El equipo de investigación dirigido por la Dra. Marta Elena Castellino se propone un doble objetivo más que atractivo: por un lado, el estudio de la literatura mendocina en sí misma, para lo cual aborda –en algunos casos– textos hoy casi inhallables, enmarcados en la historia y las costumbres de la sociedad de Mendoza. Encara, por otro lado, el análisis de los diversos modos de relación de la literatura mendocina con el resto de las letras argentinas, con la finalidad de contribuir a un mejor conocimiento del sistema literario nacional.

La actual investigación financiada por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado (SeCTyP) extiende la mirada, y a través del proyecto “Literatura de Mendoza; Autores y Textos. Prácticas, Actores Sociales y Textos, décadas del '50, '60 y '70”, nos muestra qué sucedió en un momento de renovación cultural que abre un nuevo período, particularmente rico, dentro de la Historia Cultural de Mendoza.

Escritores de la talla de Antonio Di Benedetti, Abelardo Arias o Armando Tejada Gómez son algunos de los maravillosos nombres cuyas obras contribuyen a diseñar este panorama rico y complejo. Entrevistamos a la Dra. Castellino para que nos cuente los avances en esta investigación.

¿De qué se trata la investigación que están llevando a cabo?

En realidad, el proyecto comenzó hace varios años con un título general de "Panorama de las letras y la cultura en Mendoza", que fue abarcando etapas sucesivas. Tenemos ya editados los tomos que corresponden a la época de la colonia y Siglo XIX; a las primeras décadas del Siglo XX en lo que hace a la poesía y, en prensa, el tomo de narrativa de este período. Los demás están elaborados pero a la espera de las condiciones para poderlos editar.

Hemos llegado hasta la década de 1930 con la edición, pero el trabajo de investigación siempre va más adelantado, sobre todo por los costos. Justamente por esto, este año estamos investigando las décadas del 50 al 70.

¿Cuál es el objetivo del proyecto?

La idea es ofrecer un panorama integral, no solamente de la literatura sino también del contexto cultural en el que esas manifestaciones literarias se dan.

Así, por ejemplo, en los tomos que llevamos editados, la literatura gira alrededor de un hecho como es la celebración del primer centenario de la Revolución de Mayo, que tiñe todas las manifestaciones de la vida mendocina, no solo las letras sino también la plástica, la arquitectura. Es en este período cuando se inauguran muchos de los monumentos a los héroes; el más conocido es el del Cerro de la Gloria. Era un momento en el que se necesitaba redefinir la identidad –después del aluvión inmigratorio de fines del siglo XIX– y por eso, todas las manifestaciones culturales apuntan a promover ese fervor patriótico.

Entonces no nos vamos a referir solamente a los autores, sino también veremos cómo se daba el sistema cultural en un momento dado. Por eso nuestro equipo es interdisciplinario, contamos con una profesora de Sociología, que nos ayuda con el contexto cultural, y el resto analizamos las manifestaciones literarias del momento histórico estudiado.

¿Cómo realizan este estudio? ¿Con qué metodología?

Tenemos reuniones periódicas con el equipo para resolver cuál va a ser el eje de cada uno de los capítulos. Acordamos algunas directrices y nos ponemos de acuerdo en lo que nos va a interesar buscar.

Luego, nos dividimos los temas y los autores. Allí tenemos los aportes del profesor Gustavo Zonana, que encara desde una perspectiva de problematización de los conceptos existentes sobre los movimientos literarios. Por ejemplo, sobre lo que se ha hecho en torno del modernismo y posmodernismo mendocino, el profesor nos da directivas teóricas sobre cómo encarar el estudio de los autores que escriben en esas líneas y qué nuevas conceptualizaciones se pueden aplicar. Entonces los demás estudiamos los textos de acuerdo a los principios que él va dictando.

También trabajamos sobre las modalidades narrativas que son modalidades de la ficción: novela realista, novela histórica, novela fantástica. Este aspecto lo asumo yo con la profesora Hebe Molina, que trabajamos más el campo de la narrativa.

De este modo, nuestro trabajo va de lo general –a través del estudio del contexto cultural, movimientos literarios, modalidades narrativas– a lo particular, que es el estudio de cada autor y su obra.

Tratamos de ser bastante exhaustivos en la consideración de los autores, aun cuando luego no hayan trascendido. En este sentido, este trabajo también tiene como objetivo rescatar las obras de autores mendocinos que quizás no estén a la altura de los nombres más reconocidos. Nos hemos encontrado con muchos casos de autores que no han trascendido por la dificultad de conseguir sus obras. O sea, estamos hablando de tiradas reducidas o ediciones de autor que no se han conservado, en algunos casos, ni siquiera en la provincia. 

¿De qué manera se analizan las obras?

 Esto lo hemos dejado al criterio de cada uno de los autores, porque todos tenemos una formación similar y hacemos acuerdos de manera que no se notan grandes diferencias. En este sentido, lo que buscamos es un tono de difusión. Tratamos de que nuestros análisis estén lo suficientemente mediados como para que cualquier persona pueda comprenderlos sin necesidad de hacer un curso de metalenguaje literario previo.

Nuestra idea es que estos trabajos sean de divulgación a toda la comunidad e incluso nos imaginamos –y ojalá se cumpla– que nuestras publicaciones puedan ser usadas en el nivel secundario; no como libro de texto de los alumnos porque no tenemos antologías, pero sí de consulta. Claro que sin perder la rigurosidad académica.

Para finalizar, ¿en qué momento de la investigación están?

Actualmente estamos sistematizando lo que tiene que ver con las décadas del 30 al 50, pero además hay trabajos que se están elaborando sobre el contexto del 50 al 70. De alguna manera, estamos trabajando los períodos paralelamente, pero a los efectos de la edición los hemos fraccionado para que no sean volúmenes demasiado extensos.

¿Cuáles son los criterios para hacer esta periodización?

Sí, hemos marcado hechos históricos o culturales significativos. Desde el punto de vista de lo histórico, es fácil ver la gravitación del centenario, pero a partir de 1930 –y en esto están de acuerdo los historiadores y también los estudiosos de la cultura– hay un cambio, comienza un proceso de modernización. Si bien ya a fines de la década del 20, sobre todo en las letras, hay un intento de renovación vanguardista, vemos que ese movimiento cuaja en las décadas posteriores. Luego, alrededor del 50 (del 55, desde el punto de vista historiográfico) también hay otro corte importante. Se marca como una fecha significativa en la que la narrativa toma un nuevo impulso. En realidad, todos los cortes en los procesos culturales son arbitrarios; se pueden justificar pero no dejan de ser arbitrarios.