René Houseman: calle y fútbol

Uno de los grandes portadores de la casaca argentina, y por demás polémico, cumpliría 67 años. Aquí su historia.

René Houseman: calle y fútbol

Houseman fue uno de los jugadores más talentosos que vistió la camiseta de la selección. Foto: gentileza.

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Carolina Quiroga para Radio U

Publicado el 19 DE JULIO DE 2020

René Orlando Houseman nació el 19 de julio de 1953 en La Banda, Santiago del Estero, pero se crió desde los cinco años en la villa del Bajo Belgrano, "feliz, sin que me faltara nada", según declaró a diversos medios.

En los años 50, como tantos otros campesinos que llegaron a Buenos Aires con el afán de convertirse en prósperos obreros, Houseman padre se instaló en el Bajo Belgrano. Sin embargo el destino fue otro.  Los problemas de su padre, alcohólico y severamente enfermo,  obligaron a René a rebuscársela desde muy chico: fue carnicero, verdulero, vendedor ambulante. “Casi ni lo conocí. Yo era muy pequeño y él ya estaba muy enfermo. Sus problemas con la bebida le llevaron a la demencia”, detalló alguna vez. Sin su progenitor, la madre cargó la familia sobre su hombro pero ya el joven Houseman tenía otra pasión que trabajar para la casa. Talento puro en los potreros este muchachito fue dando que hablar.  “En la villa hacía lo que quería, era el mejor lugar del mundo para mí. Era la libertad absoluta. Todo el día fuera jugando al fútbol para volver por la noche a dormir”, confesó.  Ese talento luego se trasladó a las divisiones inferiores del club del barrio, Excursionistas.

Las cosas no se dieron en esta institución por lo que terminó debutando en el clásico rival, Defensores de Belgrano, a los 17 años. No tardó en ser descubierto. En 1973 se topó con Menotti y ese momento lo cambiaría todo. El ‘Flaco’ acababa de asumir en Huracán y llevó a un"wing", bien abierto hacia la derecha; un clásico “extremo” delantero que venía de anotar 16 goles en segunda con Defensores de Belgrano en su estreno profesional.  Hábil con los dos pies. Terminó siendo todo un éxito y acierto del DT. “Es una especie de mezcla entre Maradona y Garrincha”, lo definió en algún momento Menotti. Apenas cobró su primer sueldo en Huracán, Houseman lo repartió entre sus amigos de la villa. “¿Cómo no lo iba a hacer? Si ellos me dieron un plato de comida cuando yo no tenía ni para un vaso de leche” afirmó René.

René es uno de los grandes ídolos de Huracán de Parque Patricios. Foto: gentileza.

El día a día del ‘Loco’ como profesional se asemejaba a su vieja vida de potreros. Seguía viviendo en la villa, bebiendo y saliendo a diestra y siniestra. El ‘Globo’ incluso intentó llevárselo al sur de la ciudad sin mucho éxito: “Me alquilaron una habitación para que viviese cerca del estadio. Aguanté quince días, no lo soportaba. Salía a la calle y tenía un directivo de frente y otro a cada lado. Parecían de la policía federal. Enseguida me volví a mi barrio”.

Menotti y Houseman revolucionaron el fútbol argentino con Huracán en 1973. El Globito se consagró campeón y deslumbró en ese equipazo, que tenía a figuras como Ardiles, Brindisi y Babington. Gracias a esto, René fue llamado a la Selección e integró el plantel del Mundial del '74 en el cual anotó tres goles y Argentina finalizó en el octavo puesto. Tras aquella Copa del Mundo en la que, en una Albiceleste de transición, Houseman se destacó como uno de los mejores, las ofertas de Brasil y Europa comenzaron a  sucederse. Pero él nunca tuvo ninguna intención de dejar Belgrano. “¿Por qué iba a marcharme de Buenos Aires, la ciudad más bonita del mundo?”, esbozaba. En una época en la que Kempes, Passarella o Maradona salieron, él fue el único en quedarse. 

Los problemas llegaron con la Copa del Mundo de 1978. Jamás había respetado a rajatabla ninguna concentración del torneo regular por lo que el mundial fue un desafío para él, y también un fiasco. Tres meses de preparación en un recinto totalmente aislado, sin alcohol ni mujeres, del que no pudo escapar, acabaron mermando su talento. “Lo que me ocurrió fue sencillo: me sobreentrené. Si no me hubieran exigido tanto, hubiese sido el mejor. Tras la competición pedí perdón a la afición. Tenía la sensación de haberles traicionado” comentó afligido. Inició el Mundial como titular, pero lo terminó en el banquillo, junto a su querido Menotti (casi un segundo padre), condenado a jugar los últimos minutos. Solo convirtió un gol en lo que fue la primera consagración de la albiceleste. No fue su torneo.

El Loco fue campeón del mundo en 1978. Foto: gentileza.

Pasó  fugazmente por River en 1981 y apenas salió del país para jugar brevemente en Colo-Colo de Chile. En una rareza digna de su currículum, también jugó para el Ama Zulu de Sudáfrica en 1983. Estuvo un suspiro y regresó al país en 1984. Disputó tres partidos con Independiente y finalmente se retiró en Excursionistas, su primera novia futbolera, en 1985. Un partido con los colores verdiblancos le bastó para decir adiós.

 Tras el retiro, se encontró frecuentemente en problemas causados por su adicción al alcohol. “A los 19 años ya cogí el vicio de la botella. Me bebía cualquier cosa. Cuando dejé el fútbol, mi vida sólo estaba dedicada a esa porquería que es el alcohol”, reconoció Houseman en vida. Sin embargo un día su rutina de bebida cambió para siempre. “Ese día, me caí con mi hija en brazos y casi la atropella un autobús. Mentalmente, aquello me hizo cambiar. Hice que me internaran y pasé 22 días en el hospital. Después de aquello, ni una gota más. Al final, sabes qué hubiera hecho si hubiese tenido mucho mucho dinero. Hubiese construido una gran villa para vivir con mi gente”.

El Loco falleció el 22 de marzo de 2018 a los 64 años tras luchar contra un cáncer de lengua que le fue diagnosticado en el año 2017. La calle y el fútbol en su perfecta combinación le dijeron adiós a un grande.

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