Sin palabras, sin eufemismos

De las palabras y las formas.

Sin palabras, sin eufemismos

Para Vadell, nunca habrá una palabra que conforme, porque cualquier término denotará el problema. Foto: Victoria Gaitán.

Sociedad

Especial Del Susurro al grito

Unidiversidad

Verónica Gordillo

Publicado el 16 DE MARZO DE 2018

Margarita Vadell está convencida de que nunca habrá una palabra ideal para nombrar a quienes tienen alguna limitación, simplemente porque cualquier palabra denota el problema.

Los periodistas siempre estamos en duda sobre cómo nombrar una limitación o una discapacidad, porque las teorías cambian. Primero fue "capacidades especiales", luego "discapacidad". ¿Cuál preferiría?

En realidad, no nos gustaría que nos nombren de ninguna manera. En mi opinión no va a haber nunca una palabra que nos conforme, porque toda palabra denota el problema, no hay ninguna palabra. No sé hasta qué punto los términos sirven, pero desde ya lo de especial, lo de diferente, no. Si una persona es ciega, es una persona que no ve. A mí no me molesta que digan "Tengo una amiga ciega" o que no ve. Lo que sí es terrible es cuando se nombra la discapacidad sin aludir a la persona: "Me encontré con un ciego, un sordo". Creo que una persona que no camina, que no ve, es eso, pero siempre lo doloroso es la realidad, no el término. El problema es el término que quita la singularidad, o para no decir que el chico tiene una deficiencia mental, una debilidad mental, le ponen un chico especial. Es cierto que esto surgió mucho de las familias. Creo que es que no se encontró en el caso de la deficiencia mental la manera de designarlo. Creo que lo más importante es ir con suavidad, con respeto y con esa recóndita tristeza que existe, porque me parece que cuando algo falta la tristeza está. No es lo mismo decir un enfermo que un sano.

No todos son iguales…

No somos todos iguales, ni entre los que padecemos alguna deficiencia. No somos todos iguales, nadie es igual al otro. Sí hay estrategias en común para plantear, que pueden ser aptas para ayudar a las personas que no ven; por ejemplo, el lector de pantalla, los teléfonos que te van indicando el camino, los semáforos sonoros, las rampas, esas son estrategias en común. Pero de ahí a que Margarita sea igual a Gustavo, no. Hay diferencias. Entonces lo importante es que Margarita disfrute o puede utilizar las estrategias en común que tiene para que su ceguera sea más fácil de sobrellevar, pero sin dejar de ser Margarita. Hay una cosa básica: estamos todos incluidos en la progenie humana, cada uno de nosotros tiene una característica que puede ser más resaltante y una riqueza inmensa –que es la que intenté que se viera en el libro–, una riqueza que no se puede explicar.

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