“Una de las cosas que hemos aprendido es que hay que hacerse cargo”

Pensarnos como sociedad en una forma más autónoma, y haciendo hincapié en la problemática de vivienda, charlamos con Alberto Marino - incansable luchador social, uno de los fundadores y principales promotores del Movimiento del Trueque en nuestro país. Preside además la Fundación el Prosumidor para el Desarrollo Local Autosustentable, que entre otras actividades, brinda apoyo y asesoramiento sobre economía social, desarrollo local, gestión de emprendimientos socioeconómicos –. 

"Una de las cosas que hemos aprendido es que hay que hacerse cargo"

Foto: Axel Lloret

Sociedad

Unidiversidad

Analía Martín

Publicado el 14 DE SEPTIEMBRE DE 2011

“Si hiciéramos una historia de las viviendas que existen actualmente en el país, encontraríamos que la mayoría de la gente hizo su vivienda. O sea, no es que la gente no pueda hacer sus viviendas, de hecho las ha hecho y las hace y lo que hay que empezar a pensar es eso de que uno cree que no se puede y, encima, nos han hecho creer que no se puede. Entonces no es que no podamos, sí se puede hacer uno su propia casa, pero claro, hay a veces obstáculos y fallas en eso; y lo que deberíamos hacer es pensar en cuáles son aquellos problemas para poder concretar aquello que sí se puede hacer y que debemos hacer y procurarnos. El tema es buscar la vuelta en el cómo”, decía Alberto Marino.

Empecemos, entonces, a desentrañar aquellas causas que hacen que pareciera imposible procurarse una casa, o que si el Estado no genera un plan de vivienda, entonces ya no podemos tener una vivienda. “De alguna forma el capitalismo ha mercantilizado todas las relaciones, entonces cosas elementales como procurarse los alimentos, o procurarse la vivienda a pasado a ser un negocio, y las casas y la comida son mercaderías, son productos comerciales, y nosotros lo hemos aceptado mansamente. Hemos aceptado que las casas son un bien que nos puede dar el Estado, y los más creyente, creen que Dios se las va a dar. En todos los casos desde las instituciones hasta las religiones, nos han hecho creer que no es un problema nuestro, sino que o es del Estado, o es del mercado, o es de Dios, y que nosotros no somos protagonistas de nada”, introducía Marino.

“Profundizando un poco más, vemos que la tenencia de la tierra es uno de los problemas reales para poder hacerse de una vivienda. Entonces hay gente que cree que es dueña de la tierra y nosotros aceptamos que hay gente que es dueño de la tierra, que es dueño del planeta o de porciones del planeta, mirá que absurdo esto de pensar que alguien puede ser dueño del planeta o de partes del planeta. Si yo te dijera: “te vendo un terreno re barato en la luna” vos pensarías que estoy loco, sin embargo nos parece mucho más lógico que alguien nos venda un terreno en el planeta tierra. Estas son las creencias culturales que nos hacen creer que hasta esta locura de tener pedazos de planeta tierra, es lógico. ¿Y cómo hacemos para desmontar esta locura? Tenemos que desmontarla desde nuestras propias mentes, entonces ¿por qué no podemos tener tierras? y porque hay toda una cuestión cultural, una estructura de pensamiento que nos hace pensar eso. Sin embargo, cuando vamos a tomar una tierra, actuamos de la misma manera que los que tienen tierras. Es decir, ahora que nos vamos a apropiar de la tierra, queremos que sea “nuestra”, o sea sólo hay un cambio: en quien es el dueño del pedazo de planeta. 

- ¿cómo pensar entonces en la toma de tierras?

- La toma de tierras es algo muy serio, tiene que ser muy planificado, es algo que no se puede ir y tomar una tierra porque yo quiero que esa tierra sea mía, eso es una cuestión irresponsable. Pero sin embargo se hace así igual se toma tierras sin planificar nada, y cuando se hacen de las tierras, la gente hace lo mismo que aquellos dueños anteriores de esas tierras; ¿cómo es esto? Se distribuyen parcelas entre los que han tomado la tierra, y cada familia es “dueña” de ese pedazo de tierra, se trazan calles, se piensa en un barrio y se acabó el asunto.

Ahora bien, una vez que la tierra esta tomada, distribuída en parcelas para cada familia, etc., la cuestión es ver cómo mantener esas tierras. Hay dos formas. Una es salir a cortar las rutas para exigir que el Estado reconozca que esas tierras son realmente de ellos, les construya las viviendas, etc. Entonces la gente se alza en algo así como en “plan de guerra”, quieren cortar la calle, se imaginan una marcha masiva y hasta proveen la posibilidad de que la policía los reprima y salgan en los diarios. Esta bueno esto de tomar tierras, pero hay que planificar una acción par atener vivienda, y tener vivienda es procurarse el hábito, no reproducir las mismas lógicas que te han llevado a que no tengas vivienda.

En una experiencia por el etilo, yo propuse otra manera: no salir a las calles sino empezar a construir, a vivir, porque más tiempo se pase y nadie se entere, mejor.  Una vez tomada la tierra, la seguridad pasa por “que nadie sepa”. Es hacer un plan para quedarnos en el lugar. Construir nosotros las viviendas, porque una vez que haya construcción no nos van a poder sacar. A la hora de construir, se dificulta aún más la cosa. Muchas veces sucede que los materiales a los que tenemos alcance para construir no son aceptados para la edificación de casas, entonces de nuevo hay que planificar cómo podemos hacer para romper con los paradigmas impuestos por el sistema; para ello hay que tener con qué, organicemos para poder demostrar o poder lograr quebrara con esas estructuras que son tan pesadas. Si nosotros queremos – o podemos – construir las casas de adobe, lo que debemos hacer es asegurarnos que esas casas no se nos caerán encima, porque estarán nuestros niños ahí, etc. Y una vez que encontramos la manera de poder construir con otros materiales más a nuestro alcance e igual de seguros, construimos el resto de las viviendas, con las certificaciones necesarias de las instituciones que digan que la construcción con estos determinados elementos es igual de segura y estable, los reproches que pueda hacer la municipalidad es relativo. En estos casos, lo primero que sucede es una reacción con los vecinos. La primera reacción de los vecinos es repudiar el cambio, repudiar la gente nueva que llega. Entonces, lo que convendría hacer es una campaña con los vecinos, a través de volantitos, charlar con ellos, contarles que es mejor que haya gente acá en lugar de tener este predio vacío donde por las noches se torna peligroso, se desmantelan autos, etc., y ahora con la llegada de personas se acaban esos problemas. Una vez logrado todo esto ¿cómo van a hacer para sacarnos de esa tierra? Si las casas están en condiciones, si no es una casa sino 300, si conseguiste el apoyo de los vecinos, ¿cómo van a poder sacarnos de ahí?

- visto así pareciera una cuestión utópica

- Si yo te dijera que desde chiquitita estudias, vas a la escuela, te recibís, después accedes a un buen trabajo, con ese trabajo vas a poder comprar tu casa en cuotas y tu auto, y vas a poder tener una familia tipo y demás… ¿a vos te parece más sensato que esta otra manera de pensarse en sociedad? Yo diría que este planteo de la casa con la familia y demás es más utópico que lo que yo estoy contándote con la ocupación de tierras de manera organizada seriamente. Lo que se propone es analizar la realidad y en función de ese análisis actuar, y analicemos todos los elementos que se oponen  a lo que nosotros queremos y estudiemos la forma en la que vencer esa resistencia. ¿Y esto es difícil? Seguro, yo no dije que iba a ser fácil.

- ¿Qué lugar tiene la política partidaria en todo esto?

- Hoy pasa algo que me preocupa, hoy en día todo pasar por ser kirchnerista o antikirchnerista, como si eso fuera importante, como si ser de un bando o del otro fuera importante, y el problema esta en que no hay ninguna diferencia. Porque tanto unos como otros actúan con las lógicas de este sistema, con las lógicas que ya conocemos. Ambos ponen en una figura –presidente‑ la persona que nos lleve, o no, a la solución de todos nuestros problemas, entonces de esta manera se fomenta a esta idea tan arraigada de no hacernos cargo, de no ser nosotros mismo los sujetos transformadores.

No pretendo pensar esto en sentido global, cada comunidad tiene que pensar su realidad, analizar su cotidianidad y buscar la manera de poder revertir su situación en conjunto.

En mi caso, estoy formando parte de un proyecto en el cual estamos pensando en cómo disponer de la tierra, pero disponer en un sentido amplio. Queremos la disponibilidad de la tierra, no hablamos de propiedad. En este sentido no se habla de vivienda, se habla de vivir. Entonces, estamos construyendo un proyecto que tiene que ver con construir un habitad que nos permita vivir, producir alimentos, trabajo, tener un lugar a donde estar. Hemos pensado en un proyecto de vivienda comunitaria. Este proyecto queda en Las Heras. También estamos desarrollando un centro de producción comunitaria, que queda en Rodeo del Medio, que promueva o co‑ayude a construir comunidad.

Una de las cosas que hemos aprendido es que hay que hacerse cargo. Pero, no de manera individual, porque eso no sirve y porque además eso sí es verdaderamente un utopía, esto de pensar que podemos resolver los problemas individualmente. Si yo me preparo, triunfo y soy un exitoso de los negocios, no le sirve a nadie, ni siquiera a mi mismo porque vivo en sociedad, en una sociedad carente de muchas cosas. Lo que se viene demostrando en el mundo es que esto de que “sálvese quien pueda” es mentira, cada vez se salvan menos personas. Cada vez hay más personas que están mal, y esto en el mundo se sabe, se ve, se evalúa, se cuantifica. Sin embargo cuánto tiempo creímos que la cuestión pasaba por que cada uno se buscara la manera individual de no caer en la pobreza, entre otras cosas. Hay cada vez menos ricos más ricos, y más pobres más pobres. Este modelo de todos contra todos, del capitalismo, el triunfo individual, ha llegado a un punto que hace casi inviable la vida en el planeta; entonces algo hay que hacer. De hecho, todos podemos ver lo que esta pasando en Europa, las crisis en los países que desde Latinoamérica se veían como países a los cuales les iba bien.