A 208 años del histórico 22 de mayo de 1810

El proceso revolucionario que comenzó en la histórica "Semana de Mayo" fue el que derivó, seis años después, en la Declaración de la Independencia de España. Unidiversidad te cuenta los detalles de ese emblemático martes.

A 208 años del histórico 22 de mayo de 1810

Imagen ilustrativa del Cabildo en la Semana de Mayo de 1810, publicada en educ.ar.

Nacional

Unidiversidad

Milagros Martín Varela

Publicado el 22 DE MAYO DE 2018

Se llama “Semana de Mayo” a la serie de acontecimientos que sucedieron en el Virreinato del Río de La Plata entre el 18 y el 25 de ese mes de 1810 y que desencadenó en la Revolución. Un día como hoy, el martes 22 de ese año, se celebró en Buenos Aires el Cabildo Abierto.

Un hecho fundamental para entender la coyuntura del quinto mes de ese año revolucionario es que llegaron al Virreinato del Río de La Plata las noticias de que había caído la Junta de Sevilla, en España, ante el imperio napoleónico francés. Así es como el lunes 21 de mayo, una multitud –encabezada por Domingo French y Antonio Luis Beruti– se reunió con las armas en la mano para exigir el Cabildo Abierto y la renuncia del virrey, ya que si el rey de España, Fernando VII, había caído ante el Imperio Francés en manos de Napoleón Bonaparte, consideraban que el virrey no representaba a nadie.

Al día siguiente, el martes 22 de mayo algunos vecinos concurrieron al Cabildo Abierto, autorizado por el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. La historiadora Paola Figueroa comentó que a esa asamblea asistieron sólo 251 de 450 invitados, blancos, una pequeña élite alfabetizada, que sustentaba el poder económico, político o religioso. Por lo tanto fue, desde el inicio, una revolución burguesa, al estilo de todas las de la época.

Ese día, las discusiones en el interior del edificio se extendieron durante 15 horas. Los criollos exigieron la renuncia del virrey porque consideraban que el poder había pasado a ser del pueblo. Este grupo estaba representado, principalmente, por Juan José Castelli y Juan José Paso. Por el otro lado estaban los defensores del statu quo, quienes insistían en que los americanos debían obediencia a los españoles. Votaron y el conteo se realizó al día siguiente.

En concreto, decidirían en aquella jornada qué decisiones se tomarían con respecto la situación en España. Hasta ese momento, siguió la especialista, el que quería tomar decisiones era el virrey. Lo que argumentaron los revolucionarios fue que eso no era competencia del virrey, se cuestionó su legalidad y legitimidad porque Cisneros no había sido elegido por el rey, sino por la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino, que era la que estaba resistiendo la invasión napoleónica. Los revolucionarios encontraron ahí una "brecha legal".

 

Lo que vino en los días siguientes

En el portal El Historiador se dice que los resultados fueron claros. Se informó a través de un documento que, “hecha la regulación con el más prolijo examen, resulta de ella que el Excelentísimo Señor Virrey debe cesar en el mando y recae este provisoriamente en el Excelentísimo Cabildo (...) hasta la erección de una Junta que ha de formar en la manera que estime conveniente”, según el historiador Felipe Pigna en el libro Los mitos de la historia argentina.

Al día siguiente, el jueves 24 de mayo, el Cabildo designó efectivamente una junta de gobierno presidida por el virrey e integrada por cuatro vocales, haciendo caso omiso de la voluntad popular, lo que produjo la reacción de las milicias y el pueblo. Castelli y Saavedra, los únicos criollos que habían sido designados para la junta, renunciaron a integrarla.

Algunos fueron perdiendo la paciencia, como el coronel Manuel Belgrano, quien en un momento de esa jornada dijo: “Juro a la patria y a mis compañeros que, si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas”. Esa noche, una delegación encabezada por Castelli y Saavedra fue hasta la casa de Cisneros y logró su renuncia. La Junta quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente.

Finalmente, se anunció que se había formado una nueva junta de gobierno, presidida por Cornelio Saavedra; los secretarios fueron Mariano Moreno y Juan José Paso, y los seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu. Esta Junta declaró que gobernaba en nombre de Fernando VII. Para muchos fue una estrategia a la que llamaron la “máscara de Fernando”, es decir, decían que gobernaban en nombre de Fernando, pero en realidad querían declarar la independencia. Pensaban que todavía no había llegado el momento y no se sentían con la fuerza suficiente para dar ese paso tan importante. La máscara de Fernando se mantuvo hasta el 9 de julio de 1816.

Paola Figueroa observó que la Revolución de Mayo fue una revolución que nació armada en el doble sentido semántico del verbo "armar": por un lado, porque nació con las armas de los Patricios y sostenida por la fuerza de las armas, y ante la amenaza armada fue que hicieron que Cisneros renunciara.

Por el otro, esta revolución nació armada porque fue parte de un proyecto, no se trató de una improvisación. El proceso se armó paso a paso, nutriéndose ideológicamente por otros procesos revolucionarios, como el norteamericano y el francés. Además, había un trasfondo económico: si se cortaban lazos con España, se podría legalizar el contrabando que había con Inglaterra. Se defendió, así, el libre comercio.

Para la historiadora también es importante aclarar que la Revolución de Mayo fue histórica y sin duda fue el inicio del proceso independentista, pero que también fue un fenómeno urbano, de la élite porteña, tan acotado que en Mendoza –por ejemplo– se enteraron de lo que había sucedido en la histórica Semana de Mayo de 1810 recién el 23 de junio de ese año.

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